El programa pionero de la Generalitat de retorno a sus países de origen de menores desamparados sólo ha conseguido que vuelvan siete jóvenes a Marruecos. Todo ello en dos años, el tiempo que lleva en funcionamiento. Es un número reducido, teniendo en cuenta que el plan preveía el regreso de 162. Residen en centros propios […]
El programa pionero de la Generalitat de retorno a sus países de origen de menores desamparados sólo ha conseguido que vuelvan siete jóvenes a Marruecos. Todo ello en dos años, el tiempo que lleva en funcionamiento. Es un número reducido, teniendo en cuenta que el plan preveía el regreso de 162.
Residen en centros propios o concertados por la Generalitat
Bautizado como Catalunya-Magreb, el programa prevé intervenir sobre los menores inmigrantes que quieran retornar a sus países de origen, como también para sus familias que siguen allá. Se les ofrece ayuda para el reagrupamiento.
Los menores, en su mayoría marroquíes aunque también de otros países del Norte de África, residen en centros propios o concertados por la Generalitat y bajo la tutela de la dirección general de Atenció a la Infància i la Adolescència.
Sólo siete han viajado ya a Tánger, ciudad donde el programa les hace un seguimiento
Las dificultades familiares y del entorno explican que la mayoría de estos menores no haya podido salir todavía de Catalunya, de manera que sólo siete han viajado ya a Tánger, ciudad donde el programa les hace un seguimiento mediante las entidades sociales que trabajan allá.
La mayoría de menores magrebíes que emigran aquí pertenecen a familias con dificultades económicas, si bien en su región no viven en malas condiciones.
Entre las clases populares de Marruecos es habitual que los niños hagan alguna aportación económica a la familia, de manera que tienen que dejar de estudiar. Padres e hijos lo aceptan como un mal menor. A todo ello se une la percepción de que en Europa pueden granjearse un futuro mejor. Esto dificulta que jóvenes y familias acepten retornar.
Pésimo resultado
«El resultado es pésimo», lamentó la ONG Save the Children, «porque una vez que cumplen la mayoría de edad su destino suele ser merodear por las calles», detallaron desde la ONG. Esta entidad criticó la parálisis política ante un problema que, desde hace lustros, crece al margen de datos fiables y medidas efectivas. El Departamento de Acción Social, responsable de la tutela de los menores, encajó la crítica sin aportar soluciones: «No podemos obligar a nadie a regresar y los incentivos que ofrecemos no bastan», resumió un técnico.