A Fraga lo echó, como jefe de la oposición en Madrid, su propio partido. Se le habían agotado todos los recursos: contar chistes en las Cortes , aceptar entrevistas en programas de humor, renovar por edad el sanedrín. Es el mejor pero no le votan porque asusta, decía su equipo. Fraga sabía la verdad: «no […]
A Fraga lo echó, como jefe de la oposición en Madrid, su propio partido. Se le habían agotado todos los recursos: contar chistes en las Cortes , aceptar entrevistas en programas de humor, renovar por edad el sanedrín. Es el mejor pero no le votan porque asusta, decía su equipo.
Fraga sabía la verdad: «no me niegan el voto a mi, se lo niegan a Franco». Había candidatos que recordaban menos que Fraga a la Dictadura. El era voluntario en la masacre de Vitoria en donde daba ordenes desde el Gobierno Civil, mientras mantenia el engaño de que se encontraba en Bonn; defensor de la tortura y asesinato de Grimau y de las palizas a los huelguistas de Langreo; falsificador de un perfil de suicida para el estudiante Enrique Ruano, arrojado por la escalera por los guardias; ordenante de una paliza de madrugada, casi mortal, para José Antonio Novais, por el delito de ser corresponsal de Le Monde, amenazado por el poderoso ministro en vociferantes ruedas de prensa; dinamitador del diario «Madrid» y responsable de asedio y multas insoportables para 550 publicaciones. Adulador incansable de Franco.
El Estado no le cabía en la cabeza, como repiten los suyos, sino en un fichero del CESID al que tenía acceso directo. El Ministro creó un gobierno paralelo conectado a los servicios de información. Estaba mejor informado que el circulo de Franco. Aún asi, el Dictador lo utilizó y luego se lo entregó a las fieras del Opus Dei.
Fraga mantuvo su red de información con los guardias pero eso no le conseguía votos. Hasta el día en que a Romay Beccaría se le ocurrió buscarle un destinito en Galicia. Antes, cuando ya estaba quemado como candidato a la Moncloa, le habían ofrecido la Alcaldía de Madrid pero el disolvió el consejo con voces y lanzamiento de ceniceros.
Al gobierno de su partido, le dijo: «Voy a Galicia con una condición: exijo mayoria absoluta». Una mayoria que el mismo consideraba inalcanzable para la Moncloa le parecia fácil en Galicia. Su plan consistía en preparar una saca de 850 votos de emigrantes en Venezuela que aplicados al desertado censo de Ourense prometían los 4-5 escaños de seguridad sobre encuestas. De hecho, el candidato del PSOE estuvo cerca de ganarle. Cuevas garantizó a Fraga una campaña sin techo de gasto a cambio de la subvención de plantaciones de eucalipto y el bloqueo indefinido del Plan Forestal anunciado por el PSOE. Una pavorosa campaña de incendios cargaba de pólvora la campaña del ministro contra sus adversarios y extendía enormemente la especie ignífuga codiciada por la CEOE.
El voto anómalo de los emigrantes de Venezuela por Ourense en 1989. apareció colgado en la página del PP hasta que alguien del propio partido comprendió que era más que un orgullo el reconocimiento de un pucherazo .
Los fondos del FEDER facilitaron a Fraga sucesivas campañas millonarias con información comprada, transporte masivo de votantes de edad y nuevas sacas de voto emigrante. Un acta de diputado autonómico de la izquierda costaba cien veces más votos que un escaño del PP. Fraga no citó nunca en Galicia la palabra democracia. ¿Es que cabía esperar otro discurso de un ministro de Franco y de Arias Navarro que solía presumir de su biografía de fascista? La modernización propuesta a Galicia fue, de hecho un gran privatización. El clientelismo de la Restauración fue restaurado con prensa de una sola tendencia y contratas millonarias. La recuperación del idioma propio de Galicia, objetivo principal del Estatuto de Autonomía, se fue convirtiendo en una caza de brujas de los profesores galego-falantes.
Hoy Galicia tiene el indice de paro y emigración juvenil más alto de la UE. La población es la más envejecida del mundo. El nivel de asistencia sanitaria pública y las pensiones, son las más bajas de todo el Estado. Los medios de comunicación privados y los del Gobierno Autonómico están al servicio del Partido Popular. En un año cerraron los tres únicos medios impresos y tres sitios electrónicos en Gale
Gustavo Luca es periodista
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