La tenista que consiguió el primer gran éxito del tenis español permaneció en el olvido más absoluto a nivel deportivo durante décadas.
El primer gran éxito del tenis español lo consiguió una mujer, Francisca Subirana, conocida como Panchita Subirana, al proclamarse Subcampeona del Mundo en 1920. Antes de los triunfos de Manolo Santana o Lilí Álvarez en los grandes torneos como Wimbledon o Roland Garros, Francisca Subirana consiguió el primer gran éxito del tenis español con su subcampeonato del mundo del año 1920. La vida de esta gran mujer y campeona de tenis fue intensa. La recordamos.
Francisca Subirana (1900-1981) nació en Barcelona y se aficionó a jugar al tenis siendo muy joven. Destacaba tanto con la raqueta en las manos que debutó en competición a una edad muy temprana como jugadora del Real Club de Tenis del Turó de Barcelona. Los éxitos le llegaron rápido.
Entre 1916 y 1920, la joven Francisca Subirana venció en cinco ocasiones seguidas en el Torneo de Lawn-Tennis de Barcelona, el cual era el de mayor prestigio en la España de aquel momento.
En 1920, arrastrada por sus éxitos en competición, Francisca Subirana participó en el Campeonato del Mundo de Pista Dura, celebrado entre el 22 y el 30 de mayo en el Estadio de Saint-Cloud de París.
En la primera ronda, Francisca Subirana derrotó a la francesa Suzanne Debe por 6-2 y 6-2. En cuartos de final, Subirana tuvo un enfrentamiento histórico con la Campeona Olímpica de 1912, la francesa Marguerite Billout, logrando la victoria con un marcador ajustado: 10-8 y 6-4. En semifinales, tuvo la fortuna de vencer sin jugar por la lesión de la británica Phyllis Satterwaite.
Francisca Subirana jugó la final del Mundial con la entonces Campeona del Mundo de tenis en Pista Cubierta, la británica Dorothy Holman, siendo derrotada por 0-6 y 5-7, aunque consiguió proclamarse Subcampeona del Mundo de tenis y alcanzar el primer gran éxito del tenis español.
En ese mismo año de 1920, Francisca Subirana formó parte del equipo español de tenis en los Juegos Olímpicos disputados en Amberes, aunque, a última hora, no se desplazó a la capital belga.
En 1922, Subirana se retiró del tenis y dos años después se casó en Cuba con el judío alemán e industrial Ricardo Wolf. El matrimonio residió desde entonces en la isla.
En sus años de gloria tenística, Francisca Subirana mantuvo una relación de gran amistad con el músico Pau Casals, jugador de tenis en su juventud. Casals se hizo construir una pista de tenis en su chalet situado en la playa de Sant Salvador, cercana al Vendrell, su pueblo natal, y Subirana se desplazaba desde Barcelona para jugar por las tardes con él. Casals, fuera de su faceta más conocida como músico, era un gran aficionado al tenis y un enamorado de las caminatas por playa. Acostumbraba a realizar una caminata diaria por playa de una decena de kilómetros por los alrededores de su chalet de Sant Salvador. Muchas veces el deporte puede ser un complemento magnífico para la actividad artística.
Durante las siguientes décadas, Francisca Subirana residió en Cuba junto a su marido, observando desde la lejanía el ascenso del nazismo en Alemania y la persecución de los judíos europeos.
En los años cincuenta, la Revolución Cubana tomó forma y el matrimonio Wolf-Subirana la apoyó decididamente. Fue tal el apoyo que, al alcanzar el poder Fidel Castro, en 1961, Ricardo Wolf fue nombrado embajador cubano en Israel.
En 1973, con motivo de la ruptura de relaciones entre Cuba e Israel, el matrimonio Wolf-Subirana, sin embargo, rompió su relación con el régimen cubano y se quedó a vivir en Israel, donde creó en 1975 la Fundación Wolf.
Durante todas esas décadas, tanto en Cuba como en Israel, Francisca Subirana no volvió a tener relación con el deporte en el que había conseguido ser Subcampeona del Mundo, el tenis, permaneciendo apartada del mismo y dedicándose a actividades sociales y políticas junto a su marido. Tampoco tuvo reconocimientos institucionales ni en España, ni en el extranjero. La tenista que consiguió el primer gran éxito del tenis español permaneció en el olvido más absoluto a nivel deportivo durante décadas.
En medio de ese olvido, Francisca Subirana falleció finalmente en Herzliya, Israel, en marzo de 1981, a la edad de 81 años, justo un mes después de que falleciese su marido.
La Fundación Wolf que creó con él, tras la muerte de ambos, continuó otorgando anualmente premios internacionales a personalidades de la agricultura, la química, las matemáticas, la medicina, la física y el arte. Ha perdurado hasta hoy.
En la historia del deporte español, y del tenis español más en concreto, a estas alturas y más allá de injustos olvidos, lo que también perdura es la memoria de la tenista Francisca Subirana, quien consiguió en 1920 el primer gran éxito del tenis español.
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