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Francisco, la primavera eclesial inconclusa

Fuentes: Rebelión

El Papa de ‘todos, todos, todos’, ha muerto, dejando muchas huellas. Nos toca seguir, junto a él, haciendo más bonitos el mundo y la Iglesia. ‘Venido del fin del mundo’, le encomendaron reubicar la Iglesia, priorizar a los pobres y dar esperanza a un mundo convulsionado. Con sus palabras y sus gestos ha abierto muchos caminos a pesar de las trabas que le pusieron en la misma Iglesia por el clericalismo secular de la mayoría del clero.

Ya su nombre que recuerda Francisco de Asís fue su primer mensaje: “No te olvides de los pobres” le había dicho el cardenal brasileño Claudio Hummes cuando lo eligieron papa en 2013. Sus primeras palabras sorprendieron agradablemente a todos cuando apareció por primera vez en el balcón de la Iglesia san Pedro: «Hermanos y hermanas, buenas noches… Ahora empezamos este camino, obispo y pueblo, un camino de hermandad, de amor y confianza entre nosotros. Quisiera darles la bendición, pero antes, les pido un favor: les pido a ustedes que recen al Señor para que me bendiga a mí”.

Francisco nos llenó de buenas sorpresas. Su primer viaje fue a la isla Lampedusa, en el extremo sur de Italia en pleno mar Mediterráneo donde llegan miles y miles de migrantes desde África. Francisco denunció la migración como consecuencias de la colonización que continúa y no dejó de pedir a los países europeos saber acoger a los migrantes por la deuda social que tienen con los países africanos. “Nadie es ilegal ante Dios”.

Las cartas encíclicas de Francisco tuvieron un eco mundial en particular la sobre la ecología por su pertinencia. En otra denuncia la perversidad del sistema neoliberal cuya economía de mercado literalmente “mata a los más pobres”. La ‘Fratelli tuti’ -Todos somos hermanos y hermanas’- nos enseña los caminos de una verdadera hermandad universal: la fraternidad sin frontera, la amistad social, el amor político y una espiritualidad liberadora inspirada de la parábola de Jesús ‘El buen Samaritano’. ‘Siempre estuvo con los más vulnerables’, condenando el genocidio palestino y la hecatombe de Ucrania.

Al nivel eclesial emprendió una amplia reforma de la institución vaticana buscando erradicar la corrupción, la homosexualidad, el poder absoluto del ‘lobby’ tradicionalista en el Vaticano -los así llamados “lobos” por Benedicto 16. Integró mujeres en puestos claves. Inspirándose en el Concilio Vaticano 2° quiso dar a la Iglesia su verdadero rostro de Pueblo de Dios con los pobres como primeros destinatarios del Evangelio y protagonistas del Reino de Dios inaugurado por Jesús. Pero encontró como nunca en la Iglesia una feroz oposición, en particular de todo un grupo de cardenales tradicionalistas poco respetuosos de su persona y del Pueblo de Dios. Promovió el ecumenismo con los ortodoxos y los anglicanos como también el diálogo interreligioso los islamistas, los budistas, los judíos…

Dedicó 10 años de los 13 de su pontificado en fomentar la sinodalidad, su obra maestra: todos los bautizados somos hermanos iguales con iguales responsabilidades- y proyectaba tres años más para asentarla. Se dejó impulsar por su experiencia latinoamericana porque ya esta sinodalidad es vivida por las Comunidades Eclesiales de Base –“ejemplo de Iglesia sinodal”, fue confirmada por la Asamblea Eclesial de México en 2021 y está desarrollada en las Iglesias amazónicas. Lastimosamente poco apoyo encontró en la jerarquía y el clero católico. No se sintió capaz de integrar las mejores propuestas sinodales de la Iglesia alemana…

Valientemente se enfrentó a la plaga de la pedofilia, pero no logró erradicar su causa mayor que es el clericalismo con su teología viciada del sacerdocio ordenado que hace del sacerdote el ‘hombre sagrado’ que tiene todos los poderes. Fue valiente para condenar los movimientos tradicionalistas fomentados por sus antecesores, los papas Juan Pablo 2° y Benedicto 16, tal como el ‘opus dei’ de España, los ‘legionarios de Cristo’ en México, el ‘sodalicio’ (o asociación) de vida cristiana en Perú…

No pudo emprender una revisión radical de tres ‘monumentos’ que fundamentan el tradicionalismo clerical como el derecho canónico que detiene la Iglesia en un pasado superado, el conjunto de los dogmas que son incomprensibles para la cultura moderna, el catecismo católico bastante alejado del Evangelio de Jesús… Quedan pendientes reformas urgentes como la reforma del sacerdocio para lograr el celibato opcional y que las mujeres y todos los bautizados puedan ejercer su sacerdocio bautismal, la descentralización del poder monárquico del papa, el desarrollo de la interculturalidad entre todas las grandes religiones todas consideradas válidas…

Felizmente abrió muchas puertas en particular la opción por los pobres para pasar de una Iglesia “para” los pobres a una Iglesia “de” los pobres según el sueño del papa Juan 23. ¿Sabrán los 135 cardenales electores -¡todos varones patriarcales de un promedio de 69 años!- dar continuidad a lo mejor que ha sembrado Francisco y profundizar las reformas pendientes, en particular la de la sinodalidad?… Los fraudes están de actualidad.

Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.

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