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Fungairiño, seta venenosa

Fuentes: Rebelión

Fungairiño tiene nombre de seta venenosa. La raíz del reino de los hongos, fung-, habla claramente de su procedencia entre lo vegetal y lo animal pero sin ser una cosa ni la otra; el origen de su descaro a la hora de cometer perjurio ante una comisión de investigación en un asunto como el del […]

Fungairiño tiene nombre de seta venenosa. La raíz del reino de los hongos, fung-, habla claramente de su procedencia entre lo vegetal y lo animal pero sin ser una cosa ni la otra; el origen de su descaro a la hora de cometer perjurio ante una comisión de investigación en un asunto como el del 11-M (un poquito de por favor, señor Cuesta, 200 muertos), habla del veneno que hay en su conciencia, de su ponzoña intelectual, del virus judicial que supone don Eduardo, de su tráfico de estupefacientes verbales estúpidos, de su compromiso con el delito, del narcótico filoterrorista que se halla en la jefatura de la Fiscalía de la Audiencia Nacional.

Seta, a ras de suelo. Medio vegetal como necrofílico que es, apoyado en la vergüenza de 200 muertos para vergüenza de los diputados, incluso los suyos del pepe (no de la Pepa), y de los ciudadanos, incluso los que le votaron; apoyado en la desfachatez fachista de la tortura ideológica que se vanagloria de los distingos entre élite y plebe, a mí qué vienen a preguntarme si yo cuento lo que quiero con dinero o sin dinero; apoyado en la miseria moral y ciudadana de reivindicar una falsa autoría, a sabiendas de la falsedad, a ver si así apuramos tres días y después que vengan a pedir cuentas, jaja, mayoría absoluta que todo lo borra y todo lo pinta de otro color, 1984 era la novela y 2004 la realidad.

Seta, venenosa, incomestible, prohibida. Medio animal como quienes entienden en el ruido de una bomba el sonido de diez millones de papeletas, pepeletas, que otorguen el despotismo legítimo de las urnas del miedo; bestia mal curada de canibalismo como quienes no tienen reparo en echar por tierra cuantas instituciones hagan falta si no obedecen al extinto amo y señor, acusándolas de pertenecer por completo, sin ambages, sin reparos, sin datos, al impío y conspirador enemigo socialista; ser primitivo guiado por el instinto de la cartera y la bragueta, cristiano de cintura para arriba y demócrata de cintura para abajo, no ya por aquel instinto mal llamado «bajo» que a fin de cuentas nos da igual a las gentes sanas de conciencia, sino por todo aquel otro conjunto de bajos instintos que explican la desigualdad como un mal menor mientras devoran los recursos de la patria. Ellos, tan patriotas. Ellos, tan iguales. Ellos tan ciudadanos.

Seta. Con perdón para todas esas medio plantas, medio caprichos de la Naturaleza, que hacen tanto bien en la gastronomía. Fúngido repudiable, mortífero, protervo: Fungairiño.