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Galicia padece una catástrofe ecológica por los incendios forestales

Fuentes: NÓS-Unidade Popular

Los intereses especulativos que pretenden marbellizar una buena parte de la costa galega, así como comarcas enteras como la de Maía, en las proximidades de Compostela, están tras la mayor ola de incendios que padece Galiza en los últimos 40 años.

Un año más, arde el País por el fuego forestal, pero en esta ocasión no podemos decir que arde por los cuatro puntos cardinales. Llama la atención que los incendiarios estén concentrando su actividad terrorista en el suroeste del território nacional, de las Rias Baixas a las sierras costeras, en las zonas más densamente pobladas donde los fuegos son percibidos de manera directa por más de la mitad de la población del País. También es destacable la ola incendiaria concentrada en la capital y su comarca.

Estos datos objetivos conducen a pensar que los incendiarios pretenden que la sensación de caos llegue directamente a la mayoría de la población. Pero no solo se pretende generar alarma y pánico.

Los intereses especulativos que pretenden marbellizar una buena parte de la costa galega, así como comarcas enteras como la de Maía, en las proximidades de Compostela, están tras la mayor ola de incendios que padece Galiza en los últimos 40 años.

El fuego forestal es utilizado para arrasar la masa forestal y todo tipo de terrenos rústicos, con el fin de facilitar la construción desaforada que define el urbanismo en Galiza. La tibia legislación de la «Ley de Montes» no sólo permite estas práticas, sino que su incumplimiento por la mayor parte de los ayuntamientos facilita que, todos los años, una buena parte de la superficie forestal galega pase a ser ceniza para después levantar edificios y urbanizaciónes.

Pero, si aquí radica la principal causa de la quema del monte, ésta no es la única. Sin duda, la política tendente a cambiar las práticas caciquiles y clientelares de muchos ayuntamientos en la contratación del personal de las cuadrillas por su gestión centralizada a nivel autonómico, extendió el resentimiento entre tantos «estómagos agradecidos». Alguna detención en los últimos días apunta en este sentido.

Por lo demás, el problema responde a causas estructurales que poco o nada han cambiado. En primer lugar, la política forestal de culto al cultivo forestal-industrial cortoplacista, empezada con la expropiación de los montes comunales durante el franquismo, y continuada en la era Fraga, es apoyada por los oligopolios de la madera triturada y de la celulosa (ENCE, TAFISA, FIMSA) e impulsada por el círculo de influencia del PP (Jóvenes Agricultores, Silvanus, Associaçom Florestal da Galiza), y del PSOE (AFRIFOGA), que insiste en la confusión y diferenciación interesada entre bosque y masa forestal. Pues, mientras el primero no deja de disminuir, la segunda no deja de aumentar en forma de monocultivos de especies alóctonas (pinos y eucaliptos), que ocupan los terrenos de labradío donde languidece la actividad agrícola.

El nuevo gobierno autonómico carece de valentia para desafiar los intereses de los grupos económicos que obtienen la madera a bajísimo precio y cuyos portavoces aparecen en los media quejándose cinicamente desta «lacra».

Las políticas de los ayuntamientos afectados siguen estando influídas por concepciones que no cuestionan el modelo heredado. Así, hace pocos meses, se anunciaban subsidios a la repoblación con pinos, y se exigia la «limpieza» del matorral, medida tan difícil como costosa e indeseable, de nefastas consecuencias ecológicas, fruto de un anacrónico enfoque que pretende substituir el aprovechamiento integral del monte en el pasado, y dar salida a la masa orgánica «sobrante», en un escenario completamente distinto, donde la población rural vive en gran parte ajena y desconectada del medio, y desordenadamente establecida, con masas arbóreas plantadas alrededor de sus casas y casas «plantadas» en el medio de masas arbóreas.

Las soluciones a este grave problema ecológico y socioeconómico que arrastra Galiza desde hace más de tres décadas son de carácter estructural: pasan por una nueva política integral que recupere el medio rural, viabilizándolo económica y socialmente, que modifique radicalmente la política forestal impuesta por el gran capital. Sin embargo, es necesario hacer frente aquí y ahora a la destrucción planificada del monte.

El actual gobierno bipartito PSOE-BNG tiene responsabilidades directas en el actual desastre que padece Galiza, com más de cien incendios diarios, que ya han provocado tres muertes, la destrucción de más de 25.000 hectarias, la angustia y el terror en miles de familias que ven amenazadas sus viviendas y propiedades, el corte de carreteras, ferrocarriles y otras vías de comunicación.

El País continúa sin medios terrestres y aéreos suficientes para paliar la ación de los incendiarios. Sin recursos profesionalizados para combatir el fuego. La improvisación y carencia de medios, y sobre todo la continuación de la estrategia aplicada por el PP en los 15 años de fraguismo, dan como resultado la actual catástrofe.

NÓS-UP solicita responsabilidades directas, por la actual situación que vive una buena parte de la población galega, al gobierno de Tourinho-Quintana, que se mueve entre el victimismo y la resignación paralizante de Soares Canal y el triunfalismo de Toruinho, que afirma que todo está bajo control.

Hay que actuar con firmeza y determinación, sin negar las evidencias que todo el mundo sabe y conoce.

NÓS-UP apela a la movilización social para denunciar y presionar a las autoridades autonómicas a favor de un cambio radical de políticas que perpetúan la destrucción de nuestros montes, y la adopción de medidas excepcionales para cortar de raíz la ola de incendios.

Permanente Nacional de NÓS-UP

Galiza, 8 de Agosto de 2006

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ORIGINAL EM GALEGO-PORTUGUÊS

NÓS-UP perante a catástrofe ecológica que padece Galiza polos incêndios florestais

Mais um ano, arde o país polo fogo florestal, mas nesta ocasiom nom podemos dizer que polos quatro pontos cardeais. Chama a atençom que os incendiários estejam a concentrar a sua actividade terrorista no sul-oeste do território nacional, das Rias Baixas às serras costeiras, nas zonas mais densamente povoadas, onde os lumes som percebidos de jeito directo por mais de metade da populaçom do País. Também é salientável a vaga incendiária concentrada na capital e na sua comarca.

Estes dados objectivos levam a pensar que os incendiários procuram que a sensaçom de caos chegue directamente à maioria da populaçom. Mas nom só se procura gerar alarme e pánico.

Os interesses especulativos que pretendem marbelhizar umha boa parte da costa galega, assim como comarcas inteiras como a da Maía, nas proximidades de Compostela, estám por trás da maior vaga incendiária que padece a Galiza nos último quarenta anos.

O lume florestal é utilizado para arrasar com a massa florestal e com todo o tipo de terrenos rústicos, com o fim de facilitar a construçom desaforada que define o urbanismo na Galiza. A morna legislaçom da «Lei de Montes» nom só permite estas práticas, senom que o seu incumprimento pola maioria das Cámaras Municipais facilita que, todos os anos, umha boa parte da superfície florestal galega passe a ser cinza para depois levantar prédios e urbanizaçons.

Mas, se aqui radica a principal causa da queima do monte, esta nom é unívoca. Sem dúvida, a política tendente a mudar as práticas caciquistas e clientelares de muitos concelhos na contrataçom do pessoal das quadrilhas pola sua gestom centralizada a nível autonómico, sementou ressentimento entre tantos «estômagos agradecidos». Algumha detençom nos últimos dias aponta neste sentido.

De resto, o problema responde a causas estruturais que pouco ou nada mudárom. Em primeiro lugar, a política florestal de culto ao cultivo florestal-industrial curto-prazista, iniciada com a expropriaçom dos montes comunais durante o franquismo, e continuada na era Fraga, é apoiada polos oligopólios da madeira triturada e a celulose (ENCE, TAFISA, FIMSA), e impulsionada polo círculo de influência do PP (Jovens Agricultores, Silvanus, Associaçom Florestal da Galiza), e do PSOE (AFRIFOGA), que insiste na confusom interessada entre bosque e massa florestal. Pois enquanto o primeiro nom deixa de diminuir, a segunda nom deixa de aumentar em forma de monocultivos de espécies alóctones (pinheiros e eucaliptos), que ocupam os agros onde esmorece a actividade agrícola.

O novo governo autonómico carece de valentia para desafiar os interesses dos grupos económicos que obtenhem a madeira a baixíssimo preço e cujos porta-vozes aparecem nos média laiando-se cinicamente desta «lacra».

As políticas das Conselharias atingidas seguem a estar influídas por concepçons que nom questionam o modelo herdado. Assim, há poucos meses, anunciavam-se subsídios às repovoaçons de pinheiros, e exigia-se a «limpeza» do mato, medida tam difícil como custosa e indesejável, de nefastas conseqüências ecológicas, fruto dumha anacrónica focagem que pretende substituir o aproveitamento integral do monte no passado, e dar saída à massa orgánica «sobrante», num cenário completamente distinto, onde a populaçom rural vive em grande parte alheia e desligada do meio, e desordenadamente estabelecida, com massas arbóreas plantadas arredor das casas e casas «plantadas» no meio de massas arbóreas.

As soluçons a este grave problema ecológico e socioeconómico que arrasta a Galiza desde há mais de três décadas som de carácter estrutural: passam por umha nova política integral que recupere o rural, viabilizando-o económica e socialmente, que modifique radicalmente a política florestal imposta polo grande capital. Porém, é necessário fazer frente agora e aqui à destruiçom planificada do monte.

O actual governo bipartito PSOE-BNG tem responsabilidades directas no actual desastre que padece a Galiza, com mais de cem incêndios diários, que já provocárom três mortes, a destruiçom de mais de 25.000 hectares, a angústia e o terror em milhares de famílias que vem ameaçaads as suas vivendas e propriedades, o corte de estradas, caminhos de ferro e outras vias de comunicaçom.

O País continua sem meios terrestres e aéreos suficientes para paliar a acçom dos incendiários. Sem recursos profissionalizados para combater o fogo. A improvisaçom e carência de meios, e sobretodo a continuaçom da estratégia aplicada polo PP nos 15 anos de fraguismo, dam como resultado a actual catástrofe.

NÓS-UP solicita responsabilidades directas, pola actual situaçom que vive umha boa parte da populaçom galega, ao governo de Tourinho-Quintana, que se move entre o vitimismo e a resignaçom paralisante de Soares Canal e o triunfalismo de Tourinho, que afirma que todo está sob controlo.

Há que agir com firmeza e determinaçom, sem negar as evidências que todo o mundo sabe e conhece.

NÓS-UP apela à movimentaçom social para denunciar e pressionar às autoridades autonómicas na mudança radical de políticas que perpetuam a destruiçom dos nossos montes, e a adopçom de medidas excepcionais para cortar de raíz a vaga de incêndios.

Permanente Nacional de NÓS-UP

Galiza, 8 de Agosto de 2006