El sábado 8 «los artesanos de la paz» revelaron al Estado francés la geolocalización de ocho depósitos de armas de ETA. El desarme, saludado con alborozo por la sociedad civil vasca, fue calificado de «insuficiente» por el gobierno español, mientras que el francés señaló que se trata de «una etapa decisiva hacia el fin del […]
El sábado 8 «los artesanos de la paz» revelaron al Estado francés la geolocalización de ocho depósitos de armas de ETA. El desarme, saludado con alborozo por la sociedad civil vasca, fue calificado de «insuficiente» por el gobierno español, mientras que el francés señaló que se trata de «una etapa decisiva hacia el fin del terrorismo». Tanto unos como otros se consideran ganadores de un conflicto que aún no está cerrado.
Desde las primeras horas de la mañana del sábado, 172 voluntarios, los llamados «artesanos de la paz» (entre los que se encontraban el líder de Vía Campesina José Bové, la diputada socialista francesa Sylviane Alaux, los ex intendentes de Hendaya y San Juan de Luz, Battit Salaberry y Paul Badiola, y la escritora Marie Cosnay) se dirigieron a los puntos donde se encontraban las armas de Eta. Todos estaban situados en el departamento de los Pirineos Atlánticos (que reúne al País Vasco francés y al Bearn); en las localidades de Barcus, Araujuzon, Viellenave de Navarrenx, Castetbon, Etcharry, Maslacq, Lahonton y Saint Pée sur Nivelle. En seis de ellos se encontraba el armamento inventariado y sellado desde 2014. En los restantes, el material pasó directamente a la fase de entrega.
El arsenal entregado se componía de 98 armas cortas (pistolas y revólveres), ocho armas largas (tres subfusiles Uzi, cuatro fusiles G-3, una AK-47), tres toneladas de explosivos y miles de balas y detonadores.
No aparecieron, sin embargo, 40 de las 350 pistolas y revólveres sustraídos por Eta de la empresa Sidam, en la localidad de Vauvert, en 2006. Tampoco se encontró la maquinaria para falsificar documentos y fabricar patentes de autos.
Acto en Bayona
En paralelo al despliegue de los voluntarios, a las ocho de la mañana, en la Intendencia de Bayona, la ciudad más importante del País Vasco francés, los artesanos de la paz, representados por Jean Noël «Txetx» Etcheverry, entregaron la geolocalización de los ocho depósitos y de los inventarios de armas, fechados en 2015 y 2016, al arzobispo de Bolonia, Matteo Maria Zuppi, y al pastor metodista Harold Good (mediadores en conflictos como los de Mozambique e Irlanda, así como en los contactos entre Eta y el gobierno español en anteriores ocasiones), que oficiaron de notarios en el acto. Ellos, a su vez, entregaron la documentación a Ram Manikkalingam, coordinador de la Comisión Internacional de Verificación (Civ), quien se la hizo llegar a la fiscalía francesa, representada por el fiscal de Bayona, Samuel Vuelta Simón. Trasmitida la información a las autoridades competentes, 180 miembros de las fuerzas de seguridad francesas acudieron a recoger el armamento a los lugares señalados, custodiados por los artesanos de la paz, quienes aseguraron que no habían manipulado el arsenal.
Notorias ausencias
El acto de la Intendencia, lleno de reminiscencias de otros similares en Irlanda y Colombia, espejos en los que la izquierda nacionalista gusta verse reflejada, contó también con la presencia de Jean-René Etchegaray, alcalde de Bayona y presidente de la recientemente creada Mancomunidad Vasca. No comparecieron, sin embargo, los presidentes de las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra, Iñigo Urkullu y Uxue Barkos, respectivamente, quienes días antes se habían reunido con Etchegaray, haciendo que se diera por segura su presencia en Bayona. Michel Tubiana, presidente honorario de la Liga de los Derechos Humanos del Estado francés y promotor de los artesanos de la paz, señaló el mismo sábado que tanto Barkos como Urkullu habían tenido la puerta abierta hasta el final.
En declaraciones a la cadena Ser (10-IV-17), Josu Erkoreka, portavoz del gobierno vasco, no disimuló su malestar con el desarrollo del acto de Bayona, señalando: «Nosotros lo hubiésemos hecho de otra manera». Dijo que, por ejemplo, en el gobierno no eran «partidarios de anunciar la fecha del desarme con tanta antelación», aunque admitió que «no es el momento de hacer reproches». Los directores del diario Gara y su publicación hermana en la red, Naiz, Iñaki Soto e Iñaki Altuna, voceros oficiosos de la izquierda nacionalista, apuntaban en Gara (9-IV-17) algunas razones posibles de la ausencia de Barkos y Urkullu: «La intervención directa en el desarme de los artesanos de la paz, las dudas sobre su legalidad, las cuotas de protagonismo y el hecho de que la responsabilidad en la relación con las autoridades francesas recayera en otros habrían motivado que Urkullu eligiera hacer su propia comparecencia en Donostia (San Sebastián), y arrastrara también a Barkos, que optó por pronunciarse simplemente con una nota del gobierno navarro».
La humillación
«Jornada histórica que cambia el modo de afrontar el conflicto vasco», fue el titular con que Gara abrió su edición del domingo 9. En su editorial el diario independentista señalaba que el del sábado «fue un día en el que quienes luchan por una resolución del conflicto vasco sin vencedores ni vencidos ganaron». Añadía también: «La humillación es la tentación natural del poder establecido, y esa era la manera en que el gobierno del Partido Popular (PP) imaginaba un desarme».
Desde la izquierda independentista se presentó el desarme de la misma manera que cuando, hace cinco años, la organización vasca anunció el cese de la lucha armada, es decir, como una nueva apuesta por la paz y comienzo de un nuevo escenario de diálogo. Según las palabras de Arnaldo Otegi, líder del independentismo: «Se deja la lucha armada, pero se sigue luchando por lo mismo».
La prensa de Madrid eligió sus titulares en consonancia con esa tentación de humillar a la que se refería la editorial de Gara: «Burla de Eta en Bayona: sólo desvela ocho zulos con 120 armas», tituló el diario ABC; «Eta se rinde», fue la frase que escogió el diario El Mundo; «Eta certifica su derrota», escribió El País; «Sin justicia no hay fin», dijo La Razón. En las notas y en los editoriales de todos estos periódicos se insiste en el tema de la rendición, en que el relato debe especificar que hay vencedores y vencidos, que no debe haber contraprestaciones, que urge solucionar más de 200 actos violentos de Eta aún sin esclarecer, y que Eta debe disolverse.
Este habitual guión de mano dura fue el que también siguió el gobierno español, calificando el desarme de «insuficiente». El primer ministro francés, Bernard Cazeneuve, por su parte, señaló que el desarme supone «una etapa decisiva hacia el fin del terrorismo».
Los presos
Entrevistado en la cadena Ser, el portavoz del gobierno vasco, Josu Erkoreka, declaró que «esto no acaba» con el desarme, dibujando las líneas que los gobiernos y la clase política debieran seguir en adelante. Un escenario que, más allá de los gestos y las declaraciones altisonantes, parece acordado por todas las partes involucradas en el conflicto.
Para Erkoreka no es el momento de «jerarquizar objetivos», de fijar qué medidas deben tomarse antes y cuáles después, en materia de la política penitenciaria española y francesa, sino el momento de «trabajar consensos» que faciliten una nueva «convivencia normalizada». Estos consensos tendrían como objeto también acabar con la dispersión de los 342 presos de Eta, algo que no debe interpretarse «como consecuencia del desarme», insistió, ya que una de las condiciones fijadas para éste era que «no hubiera contraprestaciones». En cuanto a la propuesta lanzada por el gobierno vasco (acercar a los presos a cárceles situadas en un radio de 250 quilómetros del País Vasco), el portavoz gubernamental dijo que es «posible y viable» y está contemplada por la legislación vigente, «coherente con los principios de la legislación penitenciaria», que «debe ser gestionada de otro modo».
Erkoreka señaló que la elaboración de un relato compartido, propio de una sociedad plural como la vasca, es otro de los desafíos que necesita amplios consensos.
Interrogado sobre la disposición del gobierno de Mariano Rajoy a aceptar su propuesta de acercar a los presos y de encarar una nueva gestión de la política penitenciaria que sea «acorde con los nuevos tiempos», Erkoreka dijo que el gobierno vasco había sido «leal» con el español, trasladándole a éste toda novedad, todo dato, relacionado con el desarme. Añadió que muchos y diferentes agentes habían participado en esta entrega de arsenales: unos lo habían hecho de forma activa, otros a modo de facilitadores y un tercer grupo había participado colaborando de forma pasiva (e incluyó en éste al gobierno español, que no ha tomado medidas para impedirlo, que «no ha puesto trabas»): «Cada uno ha contribuido desde donde podía. A nadie se le podía exigir más de lo que ha hecho. Vamos a mirar hacia el futuro».
El 8 de abril, en la plaza Paul Bert, Arnaldo Otegi, el presidente del partido de izquierda nacionalista Sortu, manifestó que «desde mañana procuraremos poner en el centro del debate político el tema de los presos». Se quiera o no, el asunto ya está sobre el tablero.
Fuente: http://brecha.com.uy/