Sí, porque no se trata simplemente de ganar al PP, sino de derrotar las políticas neoliberales que el bipartidismo viene imponiendo en estos años a nivel municipal, autonómico y estatal. El ciclo de luchas populares que se vienen manteniendo desde los recortes iniciados por Zapatero en 2010 han contribuido al vuelco del panorama electoral expresado […]
Sí, porque no se trata simplemente de ganar al PP, sino de derrotar las políticas neoliberales que el bipartidismo viene imponiendo en estos años a nivel municipal, autonómico y estatal.
El ciclo de luchas populares que se vienen manteniendo desde los recortes iniciados por Zapatero en 2010 han contribuido al vuelco del panorama electoral expresado en las pasadas europeas. Dicho vuelco ha generado en el seno de la izquierda una oleada de expectativas de cambio que merece la la pena consolidar y, sobre todo, no defraudar.
Para ello hay que centrar las reflexiones y debates en tres aspectos:
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Cómo conseguir ganar
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Qué queremos hacer en el caso de lograr la mayoría en las instituciones.
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Cómo doblegar las resistencias al cambio.
Cómo ganar: La sacudida electoral comentada se ha producido por varios factores: Una crisis económica que se mantiene; una crisis del régimen surgido de la transición del 78, que trata de recuperarse con nuevas caras en la jefatura del estado o en algunos partidos; unas luchas que han agravado las grietas de la economía y la política; y unas candidaturas que han ilusionado a nuevos sectores del electorado.
Si queremos mejorar los resultados de la izquierda transformadora, debemos profundizar en los elementos que han propiciado este cambio, destacando entre ellos la lucha popular a la que no debemos detraer ninguna energía.
Qué hacer si ganamos: Con el 15-M quedó muy cuestionada la democracia representativa (el «no nos representan» y la desconfianza hacia los cargos electos cuya gestión no es sometida a la voluntad de sus representados) Sin embargo no están apareciendo propuestas concretas sobre lo que queremos hacer en las instituciones, sea en el gobierno o la oposición. Si no se determinan ahora las medidas con claridad, se les deja a los cargos un margen demasiado grande de autonomía, fomentando los errores criticados.
No sólo se debe definir lo que queremos, sino también, y muy importante, las medidas que lo harían factible. Por ejemplo nos gustaría aumentar los servicios públicos, los equipamientos sociales, etc, pero ¿de dónde sacamos el dinero que lo haga posible, si han dejado vacías las arcas públicas? Impulsaremos la democratización, pero si conceptos como la «gestión participativa» y el «autogobierno» no van acompañados de medidas concretas, se quedarán en meros enunciados. Si también nos planteamos devolver el carácter público de los servicios privatizados, tendremos que conocer los condicionantes legales y económicos para poder hacerlo, porque de lo contrario podemos volver a caer en eso de «lo intenté pero no pude».
Los recortes y políticas neoliberales implantadas en estos años no son sólo fruto de unas gentes malvadas aupadas en el poder político por un electorado poco informado o cautivo. Los gestores políticos son los encargados de ejecutar las políticas y medidas diseñadas por los bancos y grandes empresas nacionales y multinacionales, que defienden sus intereses y beneficios a costa del conjunto de la población. Cambiar a los gestores de las instituciones es un paso necesario, pero no suficiente. El poder real lo ejercen esas empresas que dominan la economía y una parte cada vez mayor de los servicios públicos. Y no parece probable que se vayan a quedar de brazos cruzados viendo cómo pierden parte de sus privilegios. La historia ilustra bien los medios que ponen en funcionamiento para impedirlo, como la corrupción o cooptación de los nuevos gestores, el boicot, el bloqueo de los recursos, y un largo etcétera. Necesitamos diseñar una estrategia que haga frente a estas resistencias al cambio, siendo la movilización popular una de las herramientas más poderosas.
Tan importante como encontrar consensos y candidaturas majas, que ilusionen y desborden el marco y las lógicas partidistas conocidas, es definir con precisión qué podemos y queremos hacer en las instituciones, para no caer en las vanas promesas que no cambian nada. Una atención obsesiva por los aspectos procedimentales y organizativos terminan siendo un lastre precisamente para el desarrollo de los contenidos y la propia organización, como la historia reciente del 15-M nos está mostrando.
El escenario ahora es propicio, pero no olvidemos que el enemigo no descansa; si nos dormimos y no alimentamos las condiciones que nos son favorables, puede ocurrir que las aguas vuelvan a su cauce. No pensemos ingenuamente que los votos llegarán por el mero hecho de que somos mayoría y además buena gente.
La lucha hay que darla en todos los frentes que tengamos a mano, y por eso debemos apostar por ganar las instituciones. Con ello podremos avanzar en la mejora de las condiciones de vida más elementales, y también en los procesos constituyentes que permitan unos avances posteriores. Trabajemos con inteligencia y sin olvidar las enseñanzas de la historia: Definir los objetivos, los obstáculos que nos encontraremos, los medios para superarlos, y, por encima de todo, que los esfuerzos en el terreno electoral no sean a costa de debilitar y descapitalizar las luchas sociales y populares, que son la base de toda nuestra fuerza.
Pedro Casas, activista social
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