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¡Garçon!

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por LB.

Aquel día a la salida del trabajo pensaba desplazarse a Tolosa para visitar a un amigo. De no haber sido así no habría pisado el andén. Pero no hubo suerte: los policías surgieron emergieron de pronto y lo detuvieron, sin prestar atención a los mendigos ebrios que yacían desparramados en los bancos de la estación.

–¿Qué llevas en ese saco?

Esas palabras las comprendió más tarde, cuando, percatados de que no entendía el francés, los policías se dirigieron a él en castellano. Le abrieron la mochila y solo encontraron un hato de ropa de trabajo sucia. Naturalmente, eso fue solo el principio, a continuación vino la consabida reclamación de papeles. No hubo suerte. Le dijeron que tenían que llevárselo a comisaría. Acompáñenos. No le hicieron nada especial salvo tomarle las huellas dactilares. A la mañana siguiente lo condujeron a la raya de la frontera y lo entregaron a la Guardia Civil española.

–¿Qué les has hecho a esos franceses?

El hombre trabajaba en Hendaia en unas obras gigantescas del empresario español Florentino Pérez. Vivía en Irún, quiso ir a Tolosa y por eso se plantó en la estación. No tenía papeles, pues era nicaragüense y solo llevaba dos años residiendo en el Estado español. Un ejemplo acabado de la globalización. Nicaragua, España y Francia tienen cosas más interesantes de las que preocuparse que de Arturo.

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Aquel fin de semana varios escritores nos hallábamos reunidos en una linda ciudad francesa para discutir asuntos relacionados con la creación y la traducción. Estaba entre nosotros un español castizo que prefería la compañía de los vascos. Era navarro de origen y decía que le gustaban los vizcaínos, no los navarros. En un momento dado llamó al camarero chasqueando los dedos, como en las viejas películas.

–¡Garçon!

Era una triquiñuela, una pantomima para incordiarnos…

–Muchos Garzones necesita el mundo, ¿no os parece?

Los escritores vascos nos cruzamos las miradas como diciendo: «Parió la abuela».

–Yo creo, no sé lo que opináis vosotros, pero yo creo que ser vasco y demócrata no es, ¿cómo era aquello?, lo que Unamuno decía del Pensamiento Navarro… vaya, que no es una contradictio in terminis.

Es decir, que no solamente debíamos admirar a un juez que utilizaba la justicia en función de intereses políticos, sino que además lo debíamos considerar como garante de la democracia, nosotros, los que a pesar de ser vascos no dejábamos, al parecer, de ser demócratas, o que tal vez podíamos aspirar a no dejar de serlo, o que por insistir en seguir siendo vascos nunca llegaríamos a ser demócratas… en fin, vaya usted a saber lo que quiso decir aquel provocador.

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Le quedaba un buen trecho para regresar a Hazparne, de lo contrario se habría quedado un par de horas más con sus amigos. No hubo suerte: salieron del interior de cuatro automóviles blandiendo placas y papeles, allí, en el aparcamiento del supermercado Eroski de Abadiño.

–Es una orden del juez Garzón.

Varios policías se apoderaron de su coche mientras que otros lo introducían en un vehículo policial camuflado. Lo trasladaron a comisaría. No hubo suerte, Garzon podía emplear cualquier cosa para fundamentar su acusación. Al día siguiente lo trasladaron a Madrid, ante la presencia del mismísimo juez estrella.

–¿A quién le pasa usted las actas de las reuniones de Udalbiltza?

El detenido había sido concejal en Hazparne. Mantenía contactos con los exiliados vascos residentes en América. Había venido a Abadiño precisamente para participar en el Día del Internacionalista. No era precisamente experiencia lo que le faltaba para extender las raíces de Udalbiltza en Iparralde.

No le permitieron declarar con un abogado.

Udalbiltza sigue siendo legal en Francia, y él era ciudadano francés.

Al Estado francés le importa un bledo Xarlo Etxezaharreta. Garzón lo envió a la prisión de Soto del Real. España lo acusa de ser miembro de una organización que Francia considera legal. Terrorista, ¡púdrete!

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Arturo vive en la clandestinidad. Si lo detienen por tercera vez lo expulsarán de Europa. Xarlo no piensa presentarse al juicio. Pero el joven nicaragüense podrá seguir ganándose alguno euros gracias a las riquezas de todos los Florentinos Pérez. Xarlo tuvo bastante con lo que le tocó soportar en Soto del Real. Todas las llamadas que tanto él como sus familiares realizaron a la embajada francesa quedaron sin respuesta. Ambos han aprendido a adoptar infinitas precauciones cada vez que tienen que cruzar la frontera. Trabajador en Hendaia, indocumentado en Irún. Legal en Hazparne, terrorista en Abadiño.

Han quitado a Garzón, pero la democracia tiene muchos siervos. Basta con chasquear los dedos para que la ley se transforme en política.

¿El colmo del cinismo? Que envíen observadores al juicio contra Udalbiltza aquellos mismos que no desean una Cámara de Electos de Euskal herria.

 

 

Fuente: http://paperekoa.berria.info/iritzia/2010-07-08/005/008/garon.htm