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España y Pinochet

Generales y doctores, o dictadores y demócratas

Fuentes: Rebelión

Ni una sola mención se ha hecho por estos días en la gran prensa española a quien armó, financió y llevó al poder por la fuerza al recién fallecido dictador chileno, Augusto Pinochet, en 1973, cuando fue asesinado el entonces presidente constitucional Salvador Allende. Asimismo ni una sola referencia ha habido en los mismos medios […]

Ni una sola mención se ha hecho por estos días en la gran prensa española a quien armó, financió y llevó al poder por la fuerza al recién fallecido dictador chileno, Augusto Pinochet, en 1973, cuando fue asesinado el entonces presidente constitucional Salvador Allende.

Asimismo ni una sola referencia ha habido en los mismos medios de prensa españoles a la sangrienta y famosa escuela de las Américas, donde Estados Unidos entrenó a los principales torturadores del régimen de Pinochet, y de las dictaduras castrenses que fueron impuestas en Latinoamérica, merced los gobiernos norteamericanos.

Para el lector simple en España, Pinochet protagonizó el golpe de estado en Chile por obra y gracia de su espíritu, y no por instrucción, aliento y financiamiento de Washington, el principal responsable de los mayores crímenes cometidos hasta hoy en América Latina, y en muchas otras partes del planeta tierra.

La historia de Chile y Pinochet, como suele hacerse en los medios de comunicación españoles, ha sido distorsionada y contada parcialmente, en beneficio de los grandes sectores de poder, de la oligarquía, y del siempre aliado y poderoso imperio de Estados Unidos.

Ni una sola mención se ha escuchado a la conducta hipócrita del derechista ex presidente José Maria Aznar, quien durante su primer mandato (1996-2000) hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar que el dictador chileno fuera juzgado en Madrid.

Por cierto, que el incontinente verbal de Aznar no abrió su boca por estos días tras la muerte de Pinochet, quien siempre fue un aliado privilegiado de Washington, como lo es Aznar del actual inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush.

Llama la atención además que en una larga lista de dictadores, elaborada y reiterada en España en las últimas horas, no se ha incluido a quienes en el mundo han impuesto la guerra, la muerte, las torturas y el hambre.

Por supuesto que en la difundida relación no aparecen, entre otros, los parientes Bush, protagonistas de las dos invasiones a Irak y del asesinato de miles de civiles inocentes, ni mucho menos el ex mandatario norteamericano Richard Nixon, quien se fue al «paraíso» sin sentarse en el banquillo de los acusados por sus atroces crímenes en Vietnam.

Tampoco en esa lista se nombran a Aznar y al premier británico, Tony Blair, inseparables «compañeros» de Bush (hijo) en sus andanzas criminales en Irak y Afganistán, y protagonistas de la famosa foto guerrerista de Azores.

En la citada relación, como era de suponer, no se mencionan a los sucesivos gobernantes israelíes, que respaldados por la Casa Blanca han masacrado una y otra vez al pueblo palestino con el objetivo de mantener su ocupación ilegal.

Los parientes Bush, Nixon, Aznar, Blair y los líderes de los regimenes israelíes, por citar algunos, son para la gran prensa española «doctores», o mejor dicho «connotados demócratas».

Ninguno de ellos es general o dictador, claro está, sino «luchadores por la democracia internacional», una especie de patente de corso para matar, torturar y hacer la guerra a su antojo en cualquier rincón del planeta, obviando como es lógico a las Naciones Unidas y cualquier ley internacional.