Moise Tshombé, un conspirador asesino en España que no dejó rastro El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC), por medio de su Dirección General de Cooperación Exterior, publica informes sobre los países con los que España mantiene relaciones de diversas clases. En éstos se presentan datos sobre los países objeto de estudio, así […]
Moise Tshombé, un conspirador asesino en España que no dejó rastro
El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC), por medio de su Dirección General de Cooperación Exterior, publica informes sobre los países con los que España mantiene relaciones de diversas clases. En éstos se presentan datos sobre los países objeto de estudio, así como otros relativos al historial de sus relaciones con España. El publicado en abril de 2008 se dedica a la República Democrática del Congo (RDC).
En él se recogen las «visitas de personalidades españolas a la RDC y viceversa». La primera de todas, en 1965, se presenta con una escueta frase:
«4-6-65 Moisés Tshombe, primer ministro.»
Hasta ocho años después, el 20 de marzo de 1973, fecha en que viaja a España el ministro de comunicaciones y transportes, no hay visitas oficiales. Por parte de España hasta el 8 de mayo de 1974 no se produce el viaje de una misión comercial y el 2 de diciembre de ese mismo año viaja por vez primera un ministro, el de comercio. Los reyes realizan su primer viaje el 19 de noviembre de 1983. Hasta el 28 de enero de 2008 no hay un Convenio Base de Cooperación.
Son pocos los viajes oficiales y de poca importancia, pero lo interesante es que el citado de Tshombé por el MAEC no era el primero que éste hacía a España. Irónicamente otros dos que hizo con el beneplácito de Franco, que fueron del conocimiento público, hoy se ocultan aunque son los viajes más importantes en esas relaciones de casi 50 años de antigüedad entre los dos países, a la vez que decisivos para el desarrollo de la tragedia que aún perdura en la RDC.
El MAEC no dice nada de la etapa que Tshombé pasó en España en 1963 y de una posterior estancia en 1966. Ambas tuvieron su origen en los sucesos ocurridos en la RDC en 1960 y los años siguientes.
El 30 de junio de 1960 se declara a la RDC país independiente y a Patrice Lumumba su primer ministro. Bélgica, la potencia colonizadora, reconoce formalmente la independencia, pero trabaja en contra desde antes de que se produzca, patrón de conducta habitual por parte de las potencias ex colonizadoras. Además, inmediatamente después, en connivencia con Estados Unidos, se dispone a acabar con Lumumba por todos los medios a su alcance, el asesinato inclusive, a pesar de que ha sido elegido democráticamente.
La lucha por la independencia africana contra el imperialismo se libra en la RDC y España toma partido por éste
El 11 de julio Moisés Tshombé, cristiano y anticomunista, presidente de Katanga, la provincia más rica de la república por sus ingentes recursos minerales, se convierte en el socio local del imperialismo contra la independencia de la RDC y declara la secesión de la provincia. Se trata de una alianza destinada a controlar el poder político y los beneficios económicos de la provincia en un primer momento y posteriormente extenderlo al resto del país.
Al pedir Tshombé ayuda militar a Bélgica para ello -y recibirla-, Lumumba rompe con ésta y solicita la intervención de la ONU.
El 6 de septiembre de 1960 el diario ABC pone en duda la capacidad del gobierno de Lumumba de restablecer la unidad nacional (por supuesto sin mencionar la alianza imperialista en su contra) y destaca la posición ventajosa de Tshombé (debida a esa misma alianza). Las luchas se multiplican por el país.
Desde luego, lo que preocupa al ABC, en sintonía con la política de Estados Unidos, no es el ataque imperialista contra la independencia de la RDC y su gobierno democráticamente elegido con la participación de un colaboracionista en busca de su beneficio y en detrimento de la población congoleña, sino aprovechar la situación de la RDC para declarar que «Hay que contrarrestar la intervención soviética».
De esta forma presenta el diario el argumento estadounidense:
«El gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, ha manifestado que si la Unión Soviética interviene en el Congo, los Estados Unidos deberían también emprender alguna acción, pero a través de las Naciones Unidas. Si nosotros estamos por la libertad, debemos estar dispuestos a luchar por ella tanto si es en Corea como en el Congo, o en Hungría, o en cualquier parte que se vea amenazada. Debemos estar dispuestos a proteger las fuerzas de la libertad. No creo que los soviets hayan actuado de buena fe en esta situación.»
El procedimiento de guerra propagandística empleado hace medio siglo resulta de lo más familiar en las acciones imperialistas del siglo XXI presentadas como operaciones de libertad duradera, revoluciones de colores y guerras contra el eje del mal.
Una de las primeras consecuencias del mismo hace ahora cincuenta años es que Lumumba es apresado por orden del coronel Mobutu, quien lo envía maniatado a Katanga, donde es torturado y asesinado junto con un par de compañeros, probablemente con la participación del propio Thsombé en los hechos, el 17 de enero de 1961.
Poco después el ABC vuelve a la carga con su discurso anticomunista, el cual sirve igualmente hoy para ser usado en otra guerra, esta vez contra el peligro islamista:
El 23 de junio de 1961 el ABC informa de que «Tshombé dijo que había llegado a un acuerdo con el general Mobutu para formar un frente común contra el comunismo. Agregó que existía un completo acuerdo militar para reorganizar todas las fuerzas armadas congoleñas, incluidas las katangueñas, sin la ayuda de las Naciones Unidas. No son necesarias las Naciones Unidas -dijo- desde el momento en que disponemos, en el general Mobutu, de un hombre en el cual puede confiarse completamente.»
Thsombé intenta deshacerse política y militarmente de la ONU con la decidida ayuda de Bélgica y Estados Unidos por un lado y las divisiones e inoperancia del resto de sus miembros por el otro.
Finalmente, sin embargo, la secesión de Katanga se termina dos años después cuando la ONU consigue el control de la provincia. Tshombé se marcha del país y se instala en España.
No hay duda de que el MAEC conoce este viaje, los hechos que los motivaron y lo que hizo Tshombé en España. También se hicieron públicos en el extranjero.
El ABC no pierde la ocasión para insultar a todos los muertos y víctimas causados por la guerra organizada por Tshombé y cree pertinente recoger el 9 de enero de 1963 las palabras de los responsables del crimen:
«Un senador americano, Thomas Dodd, de Connecticut, decía el otro día: El ataque contra Katanga es un acto inhumano y flagrante de agresión por parte del nuevo imperialismo de la ONU. La iniciativa de la ONU interviniendo militarmente en un país, para forzar su unificación y obligar a aceptar una determinada constitución, establece un precedente extremadamente peligroso, que puede culminar un día en un desastre moral y político.»
Apenas una semana antes de la derrota de las fuerzas de Tshombé ante las de la ONU el 21 de enero de 1963, el ABC divulga el día 10 tres opiniones sobre la situación, las tres contrarias a la legalidad internacional y de la RDC. Destaca por supuesto la que proviene de Estados Unidos:
«La Comisión Norteamericana de Ayuda a los Guerreros de la Libertad de Katanga ha publicado una petición en la que solicita del Congreso que vote los fondos necesarios para armar a Katanga. Votad pronto y generosamente los fondos necesarios para enviarles las armas que precisan», piden republicanos y demócratas al alimón.
El ABC, el mejor paladín del imperialismo y sus secuaces
En Madrid Tshombé se dedica a organizar su vuelta al poder en la RDC. Está en un lugar conveniente, lejos de África negra y cerca de los servicios diplomáticos (léase de espionaje) de los Estados Unidos y Bélgica.
El 25 de junio de 1964 Tshombé se entrevista con el Ministro de Asuntos Exteriores belga en su ministerio y con el embajador de Estados Unidos en Bruselas también, tras lo cual sale en avión para la RDC. El ABC informa al día siguiente de que la primera visita consistió en una charla de media hora y la segunda en un asunto de cortesía. A su llegada a la RDC forma parte de un gobierno de coalición como primer ministro.
España resulta ser a la vez no sólo el lugar donde se refugia el asesino de Lumumba y dos compañeros cercanos, el principal responsable de los miles de muertos, heridos y desplazados en la RDC tras la secesión de Katanga, sino que también se convierte en la plataforma desde la que va a organizar nuevas agresiones que incluyen la participación española en el martirio -que aún dura- de la RDC (en otra entrega se verá el papel de los mercenarios españoles en la RDC en las filas de Tshombé).
A través de Radio Kinshasa, el gobierno de la RDC acusa a Tshombé de capitanear desde Madrid los ataques de sus tropas sobre Kisangani, ciudad que arrasan matando a sus habitantes y quemando sus casas. Revueltas, ataques, asesinatos, robos y otros desmanes se suceden en la RDC.
Como es de esperar todo esto se presenta en Occidente como luchas tribales (las que ahora los finos llaman étnicas) mientras se silencia el papel de esos espías y de las multinacionales que extraen pingües beneficios de la RDC.
Un viaje a Italia es la ocasión para que el ABC publique el 10 de diciembre de 1964 una joya periodística de apología del genocidio animado por Occidente, que aparece subliminalmente sancionado por el Papa, aderezada con una cruzada contra los comunistas. La firma José Salas, su corresponsal en Roma.
Mientras los comunistas italianos difunden octavillas por las calles de la ciudad para denunciar la visita de «quien llamó a los mercenarios extranjeros para llevar a cabo el exterminio de su propio pueblo,» afirmar que «el gobierno será culpable de tolerar esta presencia infamante en nuestro suelo» y exigir «la inmediata expulsión de Tshombé de Italia», el corresponsal escribe que éste realiza «una simple parada en Roma camino de Estados Unidos y que intentará ver a Pablo VI.»
Tras miles de muertes y notable destrucción en la RDC, cree pertinente informar de que, «al fin y al cabo, es el único que se ha opuesto en el centro de África a las matanzas de los europeos que por allí andaban».
Por tanto la responsabilidad no es de Tshombé, sino que «a la hora de la verdad puede verse cómo el comunismo es el instrumento que se monta al servicio de unas actitudes que tienen que ver muy poco con la civilización.»
Más aún, insiste, «sean cual sean las características personales y políticas de Moisés Tshombé, no puede haber más planteamiento que el de estar con las víctimas o con los asesinos. Thsombé ha estado con las víctimas, con el orden de su país y con el entendimiento hacia Europa. El comunismo italiano se pone de parte de los asesinos.»
Mucha información, pero de poco interés, sobre lo que ocurrió en los primeros tiempos de la RDC
Lo que ocurre en el mundo, que la prensa occidental no ve, es que Mobutu, que se libró primeramente de Lumumba, negocia con Tshombé, el presidente Kasavubu y con las potencias extranjeras, hasta que ve llegado el momento en que puede librarse igualmente de aquellos dos.
Tras un golpe de estado contra el segundo, acusa de traición al primero, quien para escapar a la muerte vuelve a España en 1966. Aquí tiene lugar su declive político. Muere prisionero en Argelia y por toda recompensa recibe una tumba.
Acabadas las visitas de Tshombé a España y asentado Mobutu en el poder con el apoyo de Estados Unidos, es su turno, también de su mujer y los ministros, de viajar a España, principalmente para realizar escalas hacia Bélgica y Estados Unidos.
En realidad, la colaboración española no es primeramente con Tshombé ni con Mobutu, sino con el imperialismo estadounidense, que finalmente decidió apostar por éste entre todos los contendientes.
Aún hoy, 50 años después de estas luchas políticas a vida o muerte, cuando la tragedia de la RDC sigue sin cesar, no se encuentra con facilidad esta información sobre el papel jugado por España.
Aunque mucha ha sido publicada, se ha ocultado al público y por si fuera poco se dificulta su consulta. Esto desde luego se produce con más intensidad incluso en la era de Internet.
Si alguien quiere saber lo que hacía Tshombé en 1963 en Madrid y otras capitales europeas además de charlar del tiempo y realizar visitas corteses, puede acudir -entre otras- a las informaciones publicadas por International Affairs, revista publicada en la Unión Soviética.
Sin embargo será una búsqueda inútil. Lo único que encuentra en Wikipedia y en Google es una opinión sobre la revista: «a communist propaganda vehicle». Casi como el ABC pero disimulando el odio visceral a los comunistas.
A cambio el interesado es conducido a la dirección de la publicación homónima International Affairs, que considera «la revista académica del Reino Unido líder en relaciones internacionales fundada por Chatham House», país de impecable historial anticolonialista.
En cualquier caso, con la información disponible, la conclusión ha de ser muy crítica con España. Al permitir a Tshombé establecerse en Madrid no como refugiado sino como político en activo, con total olvido de su pasado criminal y sin reparo hacia sus planes igualmente criminales, colaboró en la supervivencia del imperialismo en África a favor de Bélgica, Estados Unidos y empresas extractivas multinacionales en Katanga, así como a la grave violación de los derechos humanos de los congoleños.
Es imposible medir el daño causado con esta colaboración, pero en todo caso se sabe que la RDC es un país martirizado antes y desde su independencia por potencias extranjeras y que España tiene parte de responsabilidad en esta tragedia, aunque sea como cómplice menor de los causantes del desastre.
No es descabellado pensar que si España se hubiese negado a acoger a Tshombé, o mejor aún, si lo hubiera denunciado ante la ONU, la historia de la RDC podría haber sido diferente.
Al menos la de España lo habría sido. Sin embargo, las relaciones de vasallaje con Estados Unidos incluían -ayer como hoy- la realización de acciones ajenas a sus propios intereses y desde luego contrarias a la ley internacional y al derecho de los pueblos a luchar para librarse del imperialismo.
Este pasado deshonroso guarda lecciones para el presente. Tras la transición política, con la derecha y con la izquierda, el historial pro imperialista de España sigue en la línea del fascismo. Éste apoyaba la política imperialista de Estados Unidos disfrazada de anticomunismo y aquellas dos la misma política que se disfraza de antiislamismo. Todos confían en recibir los favores del imperio como recompensa.
La prensa, por su lado, pone hoy como ayer todo lo que puede de su parte, mientras los gobiernos envían armas y soldados, ésta envía propaganda y analistas, todo era por el triunfo de la religión católica y es por el de la social-democracia.
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