Llega el 8º aniversario del 15M y hay quien pensará que ya no existe nada digno de ese nombre que celebrar, pero habrá quien tendrá muy presente que sin la movilización que emergió en mayo de 2011 difícilmente ciudades como Barcelona y Madrid estarían gobernadas hoy por proyectos políticos como Barcelona en Comú y Ahora […]
Llega el 8º aniversario del 15M y hay quien pensará que ya no existe nada digno de ese nombre que celebrar, pero habrá quien tendrá muy presente que sin la movilización que emergió en mayo de 2011 difícilmente ciudades como Barcelona y Madrid estarían gobernadas hoy por proyectos políticos como Barcelona en Comú y Ahora Madrid. De ahí surgieron. El 15M no nació para ser política institucional, lo hemos dicho y analizado en otras ocasiones, pero es una de sus consecuencias, de sus mutaciones. Tal vez la más llamativa en este momento. Y ante las elecciones municipales del 26 de mayo de 2019, es inevitable pensar en las del 24 de mayo de 2015. Esa convocatoria, por diferentes motivos, es la que mejor ha representado el trasvase de la movilización política de las plazas a la política institucional de los palacios.
Después de una legislatura siempre debería ser tiempo de balance. No es algo que sea costumbre por nuestras tierras, se opta más por la disputa partidista. Pero eso no significa que debamos reivindicarlo como un ejercicio de transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad. ¿Qué se ha hecho? ¿Se ha cumplido el programa? ¿Qué no se ha hecho? Algo se está haciendo con los gobiernos municipales surgidos del 15M. Se acostumbra a tratar estos proyectos políticos como si de un partido tradicional se tratara. Se habla de vivienda, de seguridad, de economía… para señalar lo que no han cumplido, cómo han empeorado las ciudades… Cuesta que se les reconozcan méritos y los hay. Pero más allá de si se les reconoce, o no, el trabajo hecho en estos ámbitos, hay otro problema. Es difícil que se hable de aquellas propuestas que están en su fundamento. Candidaturas como las de Barcelona en Comú o Ahora Madrid llegaron para hacer política de otra manera, que es mucho más que hacer otras políticas.
Desde una mirada 15M habría que evaluar los proyectos políticos que llegaron a las instituciones para gobernar o ser oposición desde lo que fue esa movilización que reivindicaban. Lo podríamos resumir ahora en tres indicadores que surgirían de los tres lemas más gritados, cantados y presentes en las movilizaciones de aquellos meses y las que vendrían en los años siguientes.
No nos representan. El grito tan escuchado era una evidencia de un gran malestar. El 15M se ha analizado como una crisis de la representatividad entre personas que actúan como representantes y las representadas. El 15M como crisis económica, social y política. Algunos de los proyectos políticos que quisieron entrar en la institución lo hicieron actualizando el principio zapatista construido desde el oxímoron que quiere hacernos pensar: mandar obedeciendo. Otras personas y colectivos vinculados al 15M dijeron que debía superarse la representación, que no se podía dar ese paso… ¿Ha habido cambios en la representación? ¿La representación ha dejado de ser delegación? ¿Se práctica la representación de otras maneras? ¿Existe un vínculo más estrecho y fuerte entre personas representadas y representantes? ¿Cómo se gobierna obedeciendo? ¿Se está haciendo? Seguramente la manera más adecuada de analizar este ámbito pasaría por prestar especial atención a las políticas de participación. Evaluar las medidas que se han desarrollado para enfrentarse a una democracia representativa limitada, en crisis, a partir de mecanismos de democracia participativa, directa y representativa de mayor calidad. También habría que dedicar una especial atención a cómo se han ido construyendo estos artilugios políticos que nos han gobernado y que ahora quieren revalidar el mandato.
Democracia real ya. El mismo nombre que sirvió para denominar uno de los colectivos convocantes de la manifestación del 15 de mayo de 2011 se convirtió en una reivindicación esencial de la movilización. Ante una democracia existente considerada deficiente y muy mejorable por un amplio sector, se reivindicaba que la democracia fuera real. La democracia no podía quedarse en lo nominal. Esa democracia no es democrática ¿Existe hoy esa democracia real? No era una demanda muy concreta, como casi ninguna de las que se hicieron. ¿Qué significa «democracia real»? El 15M atendió especialmente a una idea de democracia vinculada a la participación, apuntada en el apartado anterior, y a las condiciones necesarias para poder desarrollar la vida. Derechos que debían ser reconocidos. La PAH que, pese a ser previa al 15M al ser creada en 2009, fue una continuidad de las movilizaciones, ponía y continúa poniendo el foco en garantizar el derecho a la vivienda. ¿Se garantizan estos derechos que atienden a las condiciones materiales de vida? La participación en estos gobiernos municipales de personas provenientes de colectivos de la PAH ha llevado, desde dentro y desde fuera, a poner el foco especialmente en esta cuestión. Asumiendo las limitadas competencias de los ayuntamientos en este terreno no se pueden obviar los cambios vividos. Los desahucios no han desaparecido, pero las políticas en este ámbito se han aumentado y profundizado. ¿Se ha repensado la democracia? ¿Se ha democratizado la democracia?
No somos mercancía en manos de banqueros y empresarios. Una de las concreciones de sus exigencias relativas a la democracia pasaba por evitar la opresión. Era el grito de una sociedad altamente precarizada, con condiciones de vida y trabajo consideradas como opresivas. ¿Ha cambiado? ¿Qué capacidad de intervención tienen desde los ayuntamientos? ¿La han utilizado? ¿Han reivindicado lo que no estaba en sus manos a hacer? ¿Han sido trasparentes al reconocer sus limitaciones o errores? Estos ayuntamientos han hecho bandera de su inversión social. ¿Es suficiente? Parece evidente que no. ¿Se puede hacer más? ¿Cómo? ¿Otros proyectos han hecho más desde lo municipal u otras administraciones?
Preguntas que debemos hacernos, respondernos y trabajar a partir de lo obtenido, aunque no sea lo que «se lleve», lo que «venda», en las sociedades de las que formamos parte. Necesitamos evaluar el trabajo hecho. Aunque no lo hagan la mayoría de partidos, la mayoría de medios de comunicación, la mayoría de personas… Eso es emprender otra manera de hacer política y no simplemente hacer otras políticas. Estos proyectos políticos no ganaron haciendo lo que hace la mayoría, vinieron a cambiar lo que hace la mayoría para que mayorías desatendidas se sintieran representadas y no oprimidas. Aunque se quiera gobernar para la mayoría, se viene de los márgenes y el territorio electoral, como recordaba Josep Fontana, desde su enciclopédico conocimiento histórico, no es propio de estos proyectos. Demasiados intereses actúan para evitar su victoria y que gobernar signifique tener poder para hacer los cambios necesarios para esas mayorías desatendidas.
Se ganaron las instituciones por el 15M. La gran ola que fue el 15M y lo que vino después llevó a estos proyectos políticos a las instituciones, eran parte de esa ola. No eran surfistas que quisieran cabalgarla y aprovecharla. Esa ola de movilización ha bajado y eso tiene implicaciones diversas al pensar qué la puede substituir en 2019 para tener la fuerza de 2015 y ganar las instituciones. Pero lo que se ha mantenido, incluso ha crecido es otra de las victorias del 15M, la discursiva. La movilización de esos meses consiguió poner en el centro del diálogo político determinadas ideas y reivindicaciones. Otras se sumaron posteriormente desde movilizaciones que podemos vincular y desde las instituciones en las que se entró a gobernar.
El 15M y algunos de los proyectos políticos a él vinculados han conseguido ganar una especie de hegemonía discursiva, pero eso puede tener poco que ver con las políticas que se desarrollan. La emergencia habitacional o climática hoy son reconocidas por la casi mayoría por los partidos políticos, también el feminismo. Otra cosa es qué hacen y, especialmente, la distancia entre lo que dicen querer hacer y lo que hacen donde gobiernan. El 15M ha tenido influencia en todos los partidos políticos, pero en la mayoría de casos lo han utilizado como la manera de acercarse a algo bien valorado en su sociedad. La hegemonía discursiva debe concretarse en transformaciones vitales, ahí encontraremos la diferencia entre proyectos políticos que son ola de cambios o los que intentan aprovechar la ocasión para ganar poder sin querer transformar la sociedad como nos obligan esas ideas que dicen defender…
Sigamos con una canción que escuchamos mucho ese 2011 y convendría volver a escuchar, pensando en que lo importante está más allá de lo electoral:
Ahora que estamos en pie
y nada nos puede detener,
es importante saber
cómo hemos tejido esta red.
Si rompemos el cristal
y ya vemos lo que hay detrás,
tratemos de conseguir
que lo vean todos los demás.
Si es tan obvio, ¿por qué no somos más?
Volvamos a empezar…
Ahora que estamos en pie
y parece que todo marcha bien,
conviene no olvidar
lo que nos jugamos esta vez.
Ganemos el porvenir
acercando a los que están allí.
Seamos en cada lugar
más de los que fuimos al llegar…
https://esunrobo.bandcamp.com/track/ahora-que-estamos-en-pie
Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/ano-8-del-15m-gobiernos-municipales-y-lo-que-esta-por-ganar/