Últimamente me encontraba bastante apesadumbrado al no saber a ciencia cierta a quién dar mi voto en las próximas elecciones de Marzo de 2008. Por mi trayectoria política -estuve en las mesas de debate de EIA, participé en los Comités Antinucleares, en las Gestoras pro-amnistía, y en las Asociaciones de Vecinos del comienzo de la […]
Últimamente me encontraba bastante apesadumbrado al no saber a ciencia cierta a quién dar mi voto en las próximas elecciones de Marzo de 2008. Por mi trayectoria política -estuve en las mesas de debate de EIA, participé en los Comités Antinucleares, en las Gestoras pro-amnistía, y en las Asociaciones de Vecinos del comienzo de la transición; acudí a reuniones de ASK, y milité en LAIA (cuando nos salimos de HB) y Auzolan, para, a partir de ahí, abandonar la política activa- mi voto debería haberse dirigido naturalmente hacia las organizaciones nacionalistas y de izquierdas.
Entre las candidaturas que actualmente se acercan a tales postulados encontramos a EA, Aralar, Izquierda Unida, y la propuesta por la autoproclamada izquierda abertzale oficial. Cuatro comensales para el sabroso pastel; pero, como en el cuento «uno cogió el huevo…, y el último se lo comió».
La primera posibilidad que me alegró el ojillo fue la fallida coalición del tripartito (PNV, EA e IU) con Aralar: tres fuerzas nacionalistas o abertzales, y tres fuerzas de izquierdas. Pero el PNV hizo sus cálculos (no iban a conseguir para sí más escaños que los actuales, favoreciendo a sus compañeros de viandas, y además, su postura podría considerarse como frentista en un parlamento en el que siempre serán minoría), y se marchó. Vamos, que «yo tenía cuatro perritos, y sólo me quedan tres».
De los tres que me quedaban, la opción tampoco era mala: la coalición de izquierdas transversal que aglutinara a EA, Aralar e IU. Tres fuerzas suficientemente igualadas en su potencial electorado, y con posibilidades de lograr buenos resultados (e incluso representación en las cortes Generales), pero EA se descolgó, «y de tres quedamos en dos».
«De los dos que me quedaban» todavía se podía intentar repetir la coalición entre Aralar e IU, y fue ésta última quien -según la prensa- puso encima de la mesa su prioridad de englobarse dentro del grupo de IU, y la exigencia de ostentar la cabeza de lista por Gipuzkoa (única posibilidad real de obtener un mandato), e IU se separó. Y sólo me queda uno… ¿uno? No, aún podía votar a la autodenominada izquierda abertzale oficial (EHAK o ANV).
Aralar ha perdido su oportunidad de lograr representación toda vez que las diferentes coaliciones han ido desapareciendo. Darles mi voto sólo podría estar motivado por dos cuestiones: mostrar a la izquierda independentista oficial el rechazo a su praxis política, y fortalecer dicha organización de cara a próximas contiendas, favoreciendo un reajuste en posibles coaliciones. Y en eso me andaba cuando de repente… apareció el lobo.
Sin lugar a dudas, si EHAK o ANV pudieran presentarse en los comicios, mi voto habría sido Aralar. Pero ahora sabemos que no va a ser así, que la libertad de reunión de asociación, de manifestación y un largo etcétera (presunción de inocencia, derecho a un juicio justo, derecho a la defensa…) han caído por los suelos: se condena a Atutxa, Knörr y Bilbao sin sentencia pública (tres semanas después de la misma), se suspende con dos decisiones judiciales a EHAK y ANV (dos condenas por un mismo delito), y una vez suspendidos, no se permite la manifestación en su apoyo convocada por un grupo de representantes legales. Las bases de cualquier democracia parecen aniquiladas, ya que no se respetan ni tan siquiera las formas. Esto es más importante que la fuerza que una organización u otra pueda lograr en la contienda.
Gracias, por tanto, a Garzón y al sistema judicial español, ya me he aclarado. Mi oposición a lo que considero una injusticia es mayor que mis intereses partidistas, por lo que muy posiblemente el 9-M votaré nulo. Gracias Garzón, me has alumbrado el camino (aunque no esté de acuerdo con los postulados políticos de quienes van a recibir mi apoyo).
*Pablo A. Martín Bosch «Aritz» es doctor en Filosofía por la UPV, Licenciado en Antropología social y cultural por la UD, Especialista universitario en Ciencia, tecnología y sociedad por la UNED.