El centenario del nacimiento de Graham Greene es una bocanada de aire fresco en el mundo simplista y maniqueo de Bush y de Blair, de la guerra contra el terror yel choque de civilizaciones. Intelecto brillante y hombre torturado, el novelista veía la naturaleza humana como un arco iris con todos los colores y tonos […]
El centenario del nacimiento de Graham Greene es una bocanada de aire fresco en el mundo simplista y maniqueo de Bush y de Blair, de la guerra contra el terror yel choque de civilizaciones. Intelecto brillante y hombre torturado, el novelista veía la naturaleza humana como un arco iris con todos los colores y tonos imaginables, no necesariamente mejores unos que otros.
Los libros, conferencias y charlas que celebran en Gran Bretaña el siglo transcurrido desde aquel 2 de octubre de 1904 en que nació Greene constituyen una celebración de la tolerancia, la incertidumbre ética y el realismo moral que representa el escritor, y que aparecen perfectamente reflejados en la dicotomía de Fowler y Pike, los dos protagonistas masculinos de El americano impasible.El cínico que en el fondo defiende la vida, y el fundamentalista ideológico capaz de justificarlo todo.
Individuo de portentoso apetito sexual, Graham Greene diseccionó en sus novelas no tan sólo las aventuras amorosas entre hombres y mujeres, sino también entre países. «Una nación puede enamorarse de otra, enrollarse con ella, cansarse y acabar rompiendo su corazón», dijo. Su muerte en 1991 f u e comparada en su día con la de Dickens en 1870, y los cien años de su nacimiento son celebrados ahora como uno de los acontecimientos literarios de los últimos tiempos. Hay quienes insisten en denostar a Greene como «un simple periodista» en vez de un extraordinario escritor, pero cada vez son menos. Siempre tuvo entre manos más argumentos de los que podía contar.
Acaba de salir en Londres el tercer volumen de la monumental biografía del novelista escrita por Norman Sherry, donde profundiza en los dilemas de un hombre marcado por una infancia y adolescencia muy complicadas. Prisionero del deseo sexual, maniaco depresivo y en una duda existencial permanente. Sherry relata su matrimonio con Vivien, su afición a los burdeles y sus historias de amor con la norteamericana Catherine Watson, la sueca Anita Bjork y la francesa Yvone Cloetta. Green era patológicamente infiel, y su tendencia natural era tener varias mujeres al mismo tiempo, y además llevarse bien con sus maridos.
Una de las grandes aportaciones del escritor es la ridiculización intelectual del concepto de buenos y malos.En su obra las fronteras que separan la maldad de la bondad, la simple estupidez de la crueldad auténtica, son tan finas que casi resultan invisibles.Yni siquiera el gris es suficiente para describir todos los matices de la complejidad de la mente humana.
Las historias de Greene, desde Los Comediantes hasta El fin del romance,son un caleidoscopio de diferentes niveles de cinismo, de duda, de fracaso, de expectativas, de sueños, de disgusto con uno mismo. El escritor simboliza la versión literaria del «pienso, luego existo», converida en un «dudo, luego existo». La ambivalencia ética fue su respuesta a algunos de los conflictos más sangrientos del siglo XX, que siguió de cerca como periodista o mero observador de «guerras que seguimos librando incluso mucho tiempo después de que su sentido haya desaparecido». Palabras proféticas y a la vez eternas.