Recomiendo:
0

El 98% de sus víctimas son civiles, especialmente niños.

Greenpeace y la CMC Barcelona exigen al Gobierno la prohibición total de las bombas de racimo

Fuentes: Greenpeace

Greenpeace y la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC Barcelona) exigen al Gobierno la prohibición total de las bombas de racimo. El Ejecutivo español tiene la ocasión de demostrar su compromiso con la paz mediante la prohibición total de este tipo de armamento en el ámbito nacional, y con su apoyo a un Tratado […]

Greenpeace y la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC Barcelona) exigen al Gobierno la prohibición total de las bombas de racimo. El Ejecutivo español tiene la ocasión de demostrar su compromiso con la paz mediante la prohibición total de este tipo de armamento en el ámbito nacional, y con su apoyo a un Tratado integral en el internacional. Así demostraría que pone los derechos de las víctimas por encima de los intereses empresariales.

Las bombas de racimo consisten en una bomba «contenedor» que al abrirse en el aire dispensa entre decenas y cientos de submuniciones. Son armas de saturación de área, que tienen un efecto indiscriminado pues no distinguen entre los blancos civiles y militares. Esto las hace especialmente peligrosas cuando se usan en los conflictos armados actuales, que se libran en prácticamente todos los casos en zonas habitadas y, en ocasiones, en zonas urbanas. El 98% de sus víctimas son civiles, especialmente niños, que resultan atraídos por sus colores brillantes y sus formas similares a las de un juguete.

Además del efecto que tienen durante los bombardeos, una parte de las submuniciones no explotan y quedan esparcidas por amplios territorios, actuando como minas antipersonales y matando y mutilando a personas muchos años después de que un conflicto haya terminado. Las industrias del sector, y aquéllos que defienden su utilidad, aseguran que los avances técnicos pueden lograr unas tasas de error (es decir, de submuniciones que no explotan) menores al 1%, mejorando así la seguridad para los civiles.

Sin embargo, esto nunca se ha demostrado en la práctica y en todos los casos las tasas de error han sido mayores. Incluso aunque se lograran esas tasas en laboratorio, hay que recordar que las condiciones reales durante un bombardeo son muy diferentes, e influyen la situación meteorológica, el tipo de terreno, los errores humanos, etc. Un solo fallo ya sería inaceptable.

El 19 de mayo arranca en Dublín la Conferencia Diplomática sobre bombas de racimo, que durará hasta el día 30 y de la que debe salir el texto de un Tratado Internacional que prohíba este tipo de armas. Unos 70 gobiernos ya han confirmado su asistencia, entre ellos el español. Sin embargo, una parte de los estados participantes está tratando de edulcorar el contenido del Tratado, de forma que ciertos tipos de bombas que supuestamente presentan avances técnicos queden excluidas del mismo.

«España ha venido jugando en este proceso un papel ambiguo. Por un lado, dice poner las consideraciones humanitarias en primer lugar. Pero por otro, no es partidario de prohibir ciertos tipos de armas con supuestos avances técnicos y que coinciden con las que fabrican algunas empresas españolas. Esto no es aceptable», ha asegurado Jordi Calvo, de Justicia i Pau.

Además, la disposición adicional V a la Ley de Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, aprobada por el Parlamento el pasado mes de diciembre, hace referencia a la necesidad de prohibir todas las bombas de racimo, sin exclusiones. Esta debe ser la posición de un gobierno que dice apostar por la paz y los derechos humanos, ya que así demostraría que da más prioridad las consideraciones humanitarias y los derechos de las víctimas que a los intereses de las empresas.

Hoy se presenta en Madrid el manifiesto «Stop bombas de racimo», promovido por Greenpeace y la CMC Barcelona. Más de 150 personalidades de la sociedad civil han apoyado nuestras reivindicaciones y reclamado al Gobierno la prohibición de todas las bombas de racimo. Entre ellos se encuentran escritores como Javier Moro, Maruja Torres, Manuel Rivas o Rosa Regás; personajes del mundo de la música como Alejandro Sanz, Nacho Cano, Paul Collins o Sara Baras; actores y actrices como Imanol Arias, Jordi Rebellón, Carmelo Gómez, Lucía Jiménez, Marta Belenguer o Daniel Guzmán; periodistas y fotógrafos como Gervasio Sánchez, Iñaki Gabilondo, Felipe Sahagún, Javier Bauluz, Juan Antonio Sacaluga, etc. Y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Además, lo apoyan profesores y catedráticos de distintas universidades, centros de estudios sobre paz y conflictos de España y otros países, y organizaciones de desarrollo, derechos humanos, comercio justo, medio ambiente…

La campaña contra las bombas de racimo está recibiendo también apoyos institucionales importantes. Ayer, 13 de mayo, el Parlament de Catalunya aprobó por unanimidad una propuesta de resolución en la que insta al Gobierno español a tener un papel activo en la Conferencia de Dublín, y a que tome medidas nacionales con respecto a este tema. La aprobación unánime es un importante apoyo e impulso para la campaña.

Además, casi 6.000 personas han firmado ya el manifiesto a través de la web. Estas firmas serán entregadas a los ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa, principales involucrados en el proceso de Oslo.

«Éste es un clamor que el Gobierno no puede desoír. El Gobierno español debe escuchar la voz de la sociedad civil y las instituciones y adoptar una postura clara dirigida a la prohibición de todos los tipos de bombas de racimo. No es aceptable que los intereses empresariales primen por encima de los derechos de las víctimas«, ha declarado Juan López de Uralde, director de Greenpeace.