Desde Palas de Rei (Lugo) hasta Murueta (Bizkaia) hay 581 kilómetros por carretera. Sin embargo, toda esa distancia se reduce a la nada si nos fijamos en que sus destinos están unidos por un desfalco en toda regla, si es que antes alguien o algo no lo remedia. Ambas son candidatas a resultar premiadas, con signo distinto, en una lotería macabra. Se trata de dos megaproyectos con una misma fórmula de robo a la ciudadanía basada en la colaboración “público-privada”, eufemismo que consiste en regalar el dinero público a élites económicas y empresariales ávidas de conseguir beneficios a mansalva.
Así, mientras en la primera localidad se quiere instalar una descomunal factoría de celulosa, en la segunda la propuesta es reducir la espléndida Naturaleza que la rodea, a la insignificante condición de adorno de un Museo extranjero que solo busca utilizar este espacio como gancho de mercadotecnia para instalar no una, sino dos sedes de su particular jardín de exposiciones, eso sí pagado con dinero ajeno.
La cuestión va de parejas. Dos partidos, el PP (en Galicia) y el PNV (en Euskadi) haciendo la misma política neoliberal y de derechas: vaciar las arcas públicas para hacer rica a su propia clientela. Dos comarcas (Ulloa, en Galiza, con 482 km² y 9.226 habitantes) y Busturialdea (en Bizkaia, con 282 km² y 45.000 habitantes) abandonadas a su suerte por estas dos formaciones desde hace muchas décadas. Y dos empresas de carácter multinacional, Altri y la Fundación Sólomon R. Guggenheim, respectivamente, que quieren dar el “gran pelotazo” en sus ya de por si especulativas carreras.
Palas de Rei y Murueta (y su cercana Gernika) “hermanadas” por la nueva turba organizada que bajo el paraguas de una supuesta legalidad compra gobiernos y voluntades, activa resortes institucionales, despilfarra recursos públicos, manipula conciencias, otorga licencias, abre puertas, “desbroza” obstáculos, mira para otro lado cuando de enfrentarse a las élites económicas se trata, y sirve en bandeja de plata los recursos naturales de todos, para ser consumidos por la voracidad de un sistema que manejan a su antojo unos pocos que se sitúan en la cúspide de la depredación de la vida en el planeta.
Los autores de estas masacres son tan parecidos que podrían ser “hermanos” de sangre. Hijos putativos de ese clan que agrupa a caciques y jauntxos, tanto monta, monta tanto, y que consideran que la Tierra, toda ella, les pertenece por derecho divino y, si no es así, cambian las leyes y se acabó el problema.
Palas del Rei, Galiza entera, está pendiente de una “sentencia de muerte”. La empresa Altri quiere instalar una enorme factoría de celulosa lindando con la Serra do Careón, en Lugo, una Zona de Especial Conservación de la Red Natura. Los datos del proyecto asustan a cualquier mente con un mínimo de sensibilidad por la existencia.
De ponerse en marcha, esta empresa usará 46 millones de litros de agua al día del rio Ulla (tanto como lo que consume toda la provincia de Lugo), los verterá en forma de 30 millones de litros al día en forma de aguas residuales contaminadas a este río hasta llegar a la ria de Arousa, emponzoñará también el agua que queda, instalará una chimenea de 75 metros de altura cerca del Camino de Santiago para liberar a la atmósfera azufre, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado, pondrá en peligro los sectores primarios y requerirá que se plante mucho más eucalipto en el norte de Galiza, empobreciendo la biodiversidad. Y por si todo esto fuera poco, a la empresa se le regalarán 250 millones de dinero público de los fondos Next Generation para su puesta en marcha y que servirán para llevar al colapso a un entorno natural de gran valor.
Quinientos ochenta y un kilómetros al este, la tragedia adquiere también tintes dramáticos. El poder de los jauntxos locales instalados en las instituciones (Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno Vasco) se ha propuesto regalar al “amigo americano” la joya de la corona: la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, el único espacio natural de Euskadi declarado bajo protección de la Unesco desde 1984.
Para ello, con la colaboración del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y en un “cambio de cromos” del PNV con el Gobierno de Sánchez, se va a condonar a una “empresa amiga” (Astilleros de Murueta, donde iría una de las sedes del Museo Guggenheim) los numerosos gastos derivados de la contaminación a la que ha sometido la zona, por medio de una partida de 40 millones de dinero público. Y no contentos todavía con esto, la Diputación Foral de Bizkaia pretende comprarle los terrenos de dominio público en los que está instalada esta empresa tras haber expirado en 2018 su licencia de actividad y a pesar de seguir manteniéndola en la actualidad, configurándose todo ello en presuntos actos delictivos de prevaricación y dejación de responsabilidades o, cuando menos, de conductas omisivas en el ámbito de la administración pública.
El despropósito, sin embargo, no acaba ni mucho menos, aquí. En estos momentos, y desde hace aproximadamente un mes, y con la colaboración en este caso de José María Gorroño, alcalde de Gernika, que es quien ha facilitado el visto bueno de su corporación, se está procediendo a la demolición de las naves de Dalia, que es el lugar destinado al primero de los edificios del Museo Guggenheim. Se trata de una antigua fábrica cubertera, obra del arquitecto Luis María de Gana, que llegó a ser la más importante de Europa en la década de los setenta del pasado siglo, y que está considerada por expertos como la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP), como poseedora de “un valor patrimonial significativo”.
Mucho más preocupante aún es el hecho de que este proyecto de dos nuevas sedes del Museo Guggenheim se pretenda asentar sobre un espacio, la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, que en sus 22.000 hectáreas alberga una gran biodiversidad, con 729 especies de fauna, 821 especies de flora, 86 hábitats y 52 lugares de interés geológico, 3 Zonas de Especial Conservación (ZEC) y una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), integradas en la Red Natura 2000. Además, es Humedal Ramsar de interés naturalístico desde 1993 y alberga 85 especies en peligro de extinción o de interés comunitario.
Todo este patrimonio natural y paisajístico estará al servicio del “amigo americano”, del nuevo Mister Marshall (la Fundación Solomon R. Guggenheim) que sin pagar un euro por ello recibirá dos museos gratis con llave en mano pagados con el sudor de la ciudadanía vasca de esta parte del país que es Euskadi. ¿Y cuál será ese coste? Pues nada menos que 140 millones de euros (posiblemente serán bastantes más) que saldrán de las arcas públicas para satisfacer solamente el capricho y la megalomania de una Fundación que cosecha numerosas peticiones para instalar su franquicia a lo largo del mundo. De lo que no se habla, sin embargo, es de las razones que han hecho que muchas ciudades del mundo tales como Salzburgo (Austria), Helsinki (Finlandia), Tokio (Japón), Massachusetts (EEUU), Varese (Italia), Río de Janeiro (Brasil), Guadalajara (México), Taichung (Taiwan)… hayan declinado finalmente instalarlo. ¿Será que los vascos somos los más tontos o que nuestros dirigentes están dispuestos a entregar gratis y a sacrificar nuestro paisaje, nuestros recursos naturales y económicos para beneficio de otros?
Palas del Rei, Murueta/Gernika, nuevos puntos negros que sumar a una carrera desbocada por arrasar con la vida en el planeta por convertir la biodiversidad en monocultivos, ya sean de pinos o eucaliptos, o de parques eólicos o fotovoltaicos destruyendo hábitats, o de refinerías y plantas de coke como la de Petronor en Muskiz, o de subfluviales y autopistas innecesarias que lo único que promueven es el uso desmesurado del coche… o colocando museos en Reservas de la Biosfera, o megaproyectos contaminantes… ¿Vas a dejar que gente e instituciones sin escrúpulos acaben con la Naturaleza que te rodea? ¿No vas a defender lo que a todos -y no solo a unos pocos- nos pertenece?
Txema García, periodista y escritor
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