Más allá de estructuras, partidos y siglas, o de querellas intestinas por el poder y los cargos, el reto más urgente frente al capitalismo neoliberal y sus efectos devastadores -en forma de recortes, austeridad y privatizaciones- es la unidad popular. Inmerso el estado español en una profunda «Crisis de Régimen», la alternativa reside en un […]
Más allá de estructuras, partidos y siglas, o de querellas intestinas por el poder y los cargos, el reto más urgente frente al capitalismo neoliberal y sus efectos devastadores -en forma de recortes, austeridad y privatizaciones- es la unidad popular. Inmerso el estado español en una profunda «Crisis de Régimen», la alternativa reside en un proceso que unifique a las clases populares en torno a propuestas muy básicas, que mejoren sus condiciones de vida y les convierta en protagonistas de un verdadero proceso constituyente. Éstas son algunas de las conclusiones del acto organizado por el Frente Cívico de Valencia en apoyo de la unidad popular, que ha contado con la presencia del politólogo Manolo Monereo, el miembro de la Mesa Estatal del Frente Cívico, Héctor Illueca, y la cofundadora de Convocatoria por Madrid Tania Sánchez.
Las confluencias y los procesos de unidad miran de reojo a la experiencia griega. En el país heleno, recuerda Héctor Illueca, se logró que una malgama de corrientes y culturas políticas (comunistas, socialdemócratas, ecologistas, feministas o de izquierda radical) dejaran de lado las diferencias para converger en un programa común. El trabajo persistente y la gran implantación en fábricas, barrios y universidades hicieron posible, además, la creación de un contrapoder popular, reforzado por un movimiento obrero que no eludía la conflictividad (30 huelgas generales en los últimos años). Estos procesos trascendieron la calle y alcanzaron las instituciones. Antes que Syriza obtuviera la victoria en las últimas elecciones legislativas, ya gobernaba en el Ática y numerosos municipios, que no aplicaron políticas de austeridad y recortes excusándose en el gobierno central o los imperativos de la Unión Europea. Antes al contrario, desarrollaron políticas de apoyo a las clases populares.
De acuerdo con el modelo descrito, ¿sería posible una reedición de esta confluencia en el estado español? «Es muy difícil pero no imposible», responde Héctor Illueca. «Hay una intuición popular muy amplia sobre la necesidad de unir a todas las fuerzas comprometidas contra el saqueo que representan las políticas neoliberales», ha añadido. La Mesa Estatal del Frente Cívico ha lanzado unos puntos programáticos que contribuyan al diálogo para alcanzar la unidad popular.
La primera de las propuestas es el apoyo a la Conferencia Europea de la Deuda reclamada por Syriza, que debería traducirse en una quita sustancial de una deuda que conduce al estado español, indefectiblemente, a una larga transición al subdesarrollo. Tendría que declararse ilegítima, según la propuesta del Frente Cívico, la deuda contraída por el estado en el rescate financiero, consecuencia de un modelo económico basado en la burbuja inmobiliaria y la especulación bancaria. El segundo aspecto esbozado por Héctor Illueca es la necesidad de una reforma fiscal progresiva (los técnicos del Ministerio de Hacienda afirman que es posible recaudar 60.000 millones de euros mediante un aumento del impuesto de sociedades, la recuperación del impuesto del patrimonio o la lucha contra la evasión fiscal). Por último, se trata de afrontar la crisis humanitaria que padecen las clases populares mediante un «programa de emergencia». Éste consistiría en la paralización de las ejecuciones hipotecarias, y también de los cortes del suministro de agua, luz y gas. El programa de «mínimos» se completaría con la derogación de las reformas laborales aprobadas por el PP y el PSOE, y el incremento del salario mínimo. Por último, la propuesta del Frente Cívico apunta como prioridad un estado más democrático, que avance hacia la pluracionalidad.
El analista político y miembro del Frente Cívico, Manolo Monereo, se ha remontado tres décadas para trazar un paralelismo entre lo que ocurría entonces y la España actual, a partir del análisis del gran intelectual italiano de izquierdas Claudio Napoleoni. Señalaba que la crisis de la izquierda obedecía a que esta era incapaz de pensar «en grande», es decir, se mostraba impotente para ponerse al frente de un proyecto de país y de regeneración de la vida pública. «Lo fundamental es forjar un proyecto histórico y alternativo de país para las clases populares; ésa es una necesidad hoy en España», apunta Monereo.
Para ello, «hay que promover el protagonismo de las clases populares y de la ciudadanía, pues lo peor que nos dejó la transición es que no somos ya ciudadanos sino súbditos». Éste es el cometido de la unidad popular. En un contexto marcado por la Crisis del Régimen del 78 (la coyuntura actual), ésta no la ha provocado la ciudadanía organizada, sino los grandes poderes económicos, «que han aprovechado la crisis para liquidar los derechos del Pacto Social reconocidos en la Constitución». «Lo que antes nos parecían conquistas económicas, para este capitalismo son derechos prescindibles; la transición ha comenzado y la están haciendo sin nosotros», señala Manolo Monereo.
El gran enemigo es el neoliberalismo. El politólogo lo define como una manera de repartirse lo público en un «capitalismo de amiguetes». En otros términos, «la derecha manda y se enriquece a través del presupuesto público». Frente al neoliberalismo, la unidad popular no deja de ser una estrategia para conquistar el poder, democratizar el gobierno y transformar la sociedad. El problema, afirma Manolo Monereo, es que cuando uno accede al poder (por ejemplo Syriza) se da cuenta de que el margen para gobernar es muy pequeño, pues aparece la Unión Europea, que mantiene secuestrada a la soberanía popular. En esa coyuntura, el cometido de quienes no tienen el poder es luchar, organizarse y agudizar las contradicciones del conflicto social. Y no perder de vista la estrecha relación que debe unir, en todo caso, a la ética y la política. Lo contrario se aprecia claramente en las promesas electorales. Monereo vincula al «franquismo sociológico» el hecho de que el electorado refrende sistemáticamente a políticos que incumplen lo prometido. «Si las fuerzas transformadoras no tienen la ética en el frontispicio, uno se acuesta comunista, se despierta socialdemócrata y termina en la derecha».
La «Crisis de Régimen» tiene, «como casi siempre», una base material, opina Tania Sánchez. En el estado español coincide con «una brutal crisis económica, y esto rompe los consensos socialmente construidos; todas las instituciones fruto de este consenso se hallan en crisis». «El objetivo es forjar una nueva hegemonía social, y esto no se hace de un día para otro», concluye la exdiputada de Izquierda Unida. Tania Sánchez parte de una idea capital en la conceptualización de la unidad popular: la vinculación a una democracia de la vida cotidiana. Formulado en términos más abstractos, «la capacidad que tengamos para crear nuevas institucionalidades en nuestro entorno». Más aún, «lo crucial no es la estructura, el partido ni los líderes, sino la transformación de la vida cotidiana de las personas». Que la gente se convierta en protagonista de la realidad política, en lugar de conformarse con ser un mero representado (una herencia del «franquismo sociológico»).
Es necesario, asimismo, pasar a una segunda fase de la unidad popular, considera Tania Sánchez. Se trata de superar las cuestiones procedimentales (burocracia, articulación de movimientos, logística, mecanismos de elección…) para alcanzar el nudo del problema: la conexión con las mayorías sociales. Que se llegue a percibir con nitidez el nexo entre los recortes salariales, de las pensiones o la reforma laboral que desangran a los trabajadores, con la posición de España en la periferia de la eurozona; el precio de la luz y los cortes del suministro en los hogares con un marco regulatorio que favorece a las grandes corporaciones, apuntalado con un perverso sistema de «puertas giratorias»; y los recortes en ambulatorios y hospitales con las políticas generales de austeridad. «Lo importante es transformar el país desde la cotidianeidad de las personas», reitera Tania Sánchez. El objetivo es conectar las necesidades concretas del día a día con el marco sistémico que estrangula las opciones de cambio.
Según la exparlamentaria, «cualquier transformación en Grecia o en nuestro país no se sostendría sin una sociedad civil que sustente el cambio; y hay que partir de gente que lleva veinte años desclasada y con una cultura profundamente neoliberal. Esto es así, hay que aceptarlo; no se trata de teorizar sobre el sujeto pueblo, sino mirar a éste a los ojos». Tania Sánchez remata su intervención con una escena del filme «Novecento». ¿Qué es el partido? Está en la calle, en la escuela, en los barrios… «El partido eres tú».
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