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Hacia una democracia absoluta

Fuentes: Rebelión

La globalización financiera golpea sin clemencia. Todos los referentes éticos se están demoliendo. Los Amos del Mundo están creando los suyos únicamente para su propio provecho. Resulta inverosímil que el 1% de la población mundial controle a resto a través de una campaña mediática que sobrepasa cualquier censura, un poder económico que avasalla a los […]

La globalización financiera golpea sin clemencia. Todos los referentes éticos se están demoliendo. Los Amos del Mundo están creando los suyos únicamente para su propio provecho. Resulta inverosímil que el 1% de la población mundial controle a resto a través de una campaña mediática que sobrepasa cualquier censura, un poder económico que avasalla a los seres humanos, a la biodiversidad y al ambiente y un poder militar que destruye sin reparos las más inocentes vidas humanas. Se ha erguido una antiética: la de la muerte. Hay que eliminar al 80% de la población. Ese fue el mensaje que dio la Fundación Gorbachov que unió a los dirigentes del globo en San Francisco en 1995. Sobran. Con el 20% el modelo persiste y todo aquel que se oponga se desprestigia o elimina. El Capital Financiero y Transnacional cabalga por nuestros pueblos con los jinetes atrincherado en el Club Bilderberg, la Trilateral y el Concejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, una trilogía que ha diseñado una política de terror. Los Estados Nación se desvanecen. Sus gobernantes se han convertido en las palancas que imponen las políticas exteriores dentro de sus propios países. Cada día se consolidan más sin ningún tipo de escrúpulos los lineamientos neoliberales: desregulaciones, liberalizaciones, privatizaciones, etc. Los accionistas de las grandes corporaciones transnacionales se mueren de risa al ver amasadas sus fortunas y contemplar la miseria en las que caen, como fichas de dominio, los habitantes del globo, la mayoría entretenidos en las tecnologías neoindividualistas para quienes el prójimo ha dejado de existir. Más de mil millones de personas no tienen recursos para comer y cada seis segundos se muere en el mundo un niño de hambre. ¿A quién le importa? A muy pocos. Casi la mitad de los niños a nivel planetario han sufrido de desnutrición en alguna etapa de su desarrollo, a sabiendas que es en esas épocas de su desarrollo cuando se madura el cerebro con el déficit cognitivo que lleva implícito. ¿Qué clase de juventud se está formando? La desnutrición, las campañas mediáticas, el hedonismo, las drogas impulsadas por los amos del mundo están colonizando las mentes de nuestros jóvenes. Una de las fatídicas consecuencias de la televisión con las innumerables escenas de violencia entre nuestros congéneres nos envían los mensajes de la degradación de la especie humana. Hay resistencia, sí, pero es ahogada por la brutalidad imperial.

Debemos tener claro que no vamos a resolver problemas sólo con acciones locales. Necesitamos consolidar la unidad de los indignados en un frente global con objetivos bien precisos que no pueden limitarse a reformar el capitalismo que se basa en el modelo de oferta/demanda. La historia nos indica que cada vez que se le arranca una conquista a este sistema, reacciona despóticamente. Tenemos que ir elaborando un modelo que lo transcienda. Hay necesidades y hay recursos, pero los últimos van a parar en pocas manos. No tenemos que pensar ir a Marte para encontraros. En este planeta hay para todos. Tampoco podemos aceptar que la Democracia fracasó. Fracasó la Representativa, el brazo político del Capitalismo. Luchemos para instaurar el modelo de recursos/necesidades. El fundamento de la Democracia Absoluta y así poder vivir en mundo de hombres libres, iguales y solidarios. Es hora de definir objetivos. ¿Utopía? Concretar sueños es una tarea humana. De todos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.