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Han detenido a Tinito La Calma

Fuentes: Rebelión

Leo en El País que han detenido a un «supuesto camello de Lavapiés», apodado Tinito. Tras desnudarle y golpearle, los agentes entraron en un restaurante senegalés profiriendo todo tipo de insultos racistas, persiguiendo a los testigos. Sólo quería llamar la atención sobre la identidad del supuesto camello, a quien conozco muy bien. Es el autor […]

Leo en El País que han detenido a un «supuesto camello de Lavapiés», apodado Tinito. Tras desnudarle y golpearle, los agentes entraron en un restaurante senegalés profiriendo todo tipo de insultos racistas, persiguiendo a los testigos.

Sólo quería llamar la atención sobre la identidad del supuesto camello, a quien conozco muy bien. Es el autor del libro Vida Poética y Profundidad al aire libre. Se trata de un libro de poesía excepcional. Pero Tinito no sólo es un poeta. Yo diría que es un genio, uno de los pocos que he conocido personalmente en mi vida. Tinito es también un filósofo, un filósofo que, como Sócrates, está siempre en el mercado, en la plaza, en la calle, interpelando a los ciudadanos con alguna pregunta interesante. Me había acostumbrado a escuchar de pronto su voz, gritando, «¡ciudadanos del mundo! ¡ciudadanos de Lavapiés!», siempre para comenzar a recitar o a cantar algo imprescindible. Recuerdo, por ejemplo, una noche que estuvo gritando toda la noche, con un ritmo cíclico ininterrumpido, de modo que su voz resonaba como una conciencia en toda la plaza:

«¿Que me calle yo? ¿Que me calle yo? ¡Que se callen las bombas americanas, que matan cada segundo a miles de niños inocentes!».

Durante toda la noche se oyó ese grito en Lavapiés, monótono y angustiante. Algunos dirían que fue una obra de arte. Pero el arte está demasiado podrido y demasiado comercializado actualmente para mezclar a Tinito con eso.

Como suele decir él mismo, Tinito no sólo es un artista y un poeta, es también un delincuente, pero en el mismo sentido que lo fue Sócrates, condenado por la asamblea de los atenienses, Galileo, condenado por la Inquisición, Miguel Servet o Tomás Moro.

Espero que no esté mucho tiempo detenido y que pronto lo tengamos con nosotros. Como dijo De Gaulle cuando detuvieron al filósofo Jean Paul Sartre, «¡no es cosa de detener a Voltaire!».