En La Habana, Cuba, pudimos entrevistar hace muy pocos días al jefe de las negociaciones de paz y comandante del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), Pablo Beltrán. El encuentro se dio en un momento muy especial del continente latinoamericano, cuando el golpe de Estado en Bolivia ya estaba a punto de concretarse y […]
En La Habana, Cuba, pudimos entrevistar hace muy pocos días al jefe de las negociaciones de paz y comandante del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), Pablo Beltrán. El encuentro se dio en un momento muy especial del continente latinoamericano, cuando el golpe de Estado en Bolivia ya estaba a punto de concretarse y en las calles de Chile miles de jóvenes y no tan jóvenes se enfrentaban a la violenta represión de los «pacos» (carabineros) exigiendo que se vaya Linera y todos los politiqueros que le hacen coro.
Pablo Beltrán es un buen entrevistado ya que las veces que hablamos con él nunca puso límites a las preguntas. Esta vez, dialogamos sobre las posibilidades de paz, la lucha guerrillera, el imperialismo y los devenires de América Latina. Aquí está el resultado:
-Hace diez meses prácticamente que las posibles conversaciones de paz con el gobierno de Colombia se han suspendido. ¿Ha habido algún detalle o posibilidad de que esto pueda ser iniciado a la brevedad?
-En ese marco, el propio Iván Duque planteó enfáticamente que el gobierno de Cuba conceda el pedido de extradición para todos ustedes que están aquí.
-Si, yo coloco un simil. Una vez fue Trump a Vietnam a hablar con los de Corea del Norte, y salió furioso porque no obtuvo lo que quería y abandonó la reunión y se fue. Qué tal que Trump le hubiera dicho a los vietnamitas que le hagan el favor y detengan a la delegación coreana que no se sometió a sus pretensiones, que los extraditen y los manden presos para Estados Unidos. Eso no se le ocurre sino a Uribe. O sea, no se lo ocurrió a Trump, pero a Uribe si se le ocurre.
-¿Cómo está la situación del ELN en el territorio? Tenemos versiones encontradas. Por algún lado, nos llega de que están imposibilitados de moverse, desplazarse; por otro lado, que han perdido efectivos y que están en maniobras defensivas y no ofensivas.
-Esto es una situación de guerra. Hay 500 mil tropas del régimen que consideran que nosotros somos el enemigo a eliminar. Entonces, en especial ellos quieren descabezar la Dirección del ELN, hasta ahora no lo han podido, y lo siguen buscando.
Sí, hay alta saturación de tropas en todos los territorios. Ejemplo, en el Pacífico colombiano, en el frente occidental nuestro, hay más tropas que gente en este momento, es una zona de indígenas y negros, pero se da una proliferación de tropas como nunca antes. Si vamos a la frontera nordeste con Venezuela, en el Catatumbo que hay en el sur del Lago Maracaibo, hay 17 mil soldados.
Entonces, ellos están haciendo lo más que tienen a la mano para atacarnos. Nosotros, por supuesto que hacemos labores defensivas, que buscamos que ese gran operativo contrainsurgente caiga en el vacío, que no nos acaben los mandos, hay combates y bajas por supuesto. Como en toda guerra, no es solamente el asunto bélico el que juega, sino también hay una campaña de guerra de información, guerra mediática, muy fuerte. Lo más grave es que hay un accionar de guerra sucia paramilitar que se concentra en matar los líderes de las comunidades más organizadas.
Entonces, son flancos de lucha muy perversos. El abiertamente de guerra es contra nosotros, el de desprestigio y arrinconamiento político, que es guerra mediática, y la criminalización de la gente que más está organizada. Esto es una guerra en esas tres dimensiones. En la primera, que es la guerra propiamente irregular conocida, que es la que maneja el ELN, se puede decir que es donde menos se sufre.
-Sin embargo, el ex ministro de Defensa, Luis Fernando Navarro, señaló que aparentemente los campamentos están en Venezuela y que el 44% de los efectivos del ELN están en territorio venezolano. ¿Qué respuesta tiene usted para eso?
-Ese ministro acaba de caer. El miércoles 6 de noviembre fue destituido, lo destituyó la presión de la ciudadanía, porque es un ministro cómplice. O sea, lo que hacen los militares él lo justifica, lo minimiza, lo oculta, y por eso cayó.
Pero, dentro de toda esa guerra mediática se les daba por decir que nosotros tenemos presencia en 10 o 15 estados de Venezuela, que somos el Hezbolá que protege el gobierno bolivariano, y cosas así. Entonces, nosotros hemos dicho que, Venezuela y Colombia tienen una frontera de 2200 kilómetros, y en esa frontera estamos, es cierto, pero hay una realidad, todas esas comunidades son binacionales, toda la vida han estado ahí. Entonces, así es el ELN, en esa frontera está, y como puede estar en un lado puede estar en el otro porque eso ha sido históricamente así siempre. Pero, que estemos allá en la desembocadura del Orinoco, eso no se lo ocurre sino a Uribe.
-Vamos un poquito a la coyuntura última de Colombia donde hubo elecciones. ¿Cuál es el papel que ustedes jugaron allí, han apoyado alguno de los candidatos? ¿Qué balance hacen de los resultados electorales?
-El gobierno de Duque en este momento está llegando a un 70% de desaprobación. O sea, es un mal gobierno porque, al estilo neoliberal, le quita impuestos a los ricos y los traslada a los pobres, gasta más de lo que recauda y entonces tiene que vender las empresas estatales más rentables, hace las reformas tributarias que prácticamente espolian fundamentalmente a la clase media, está dedicado a cuidar las grandes inversiones de las multinacionales extractivistas. Entonces, no es un gobierno que le sirva a la mayoría de Colombia, sino un gobierno del 1%.
Entonces, el voto castigo a ese gobierno fue la derrota electoral del 27 de octubre en las elecciones regionales. El ELN lo que hace es denunciar eso, apoyar que hay coaliciones de izquierda y de centro que le muestren una alternativa a ese proyecto de extrema derecha. En ese sentido, así nosotros no participamos en las elecciones, sí empujamos para que haya unidad, coaliciones, y programas alternativos al de ese mal gobierno. Ese es el trabajo nuestro.
-En Colombia hay dos poderes electorales enfrentados, están por encima de la izquierda y centroderecha, lo que se llama maquinarias electorales y el voto de opinión. Las maquinarias electorales mandan en la ciudades intermedias y pequeñas, y el voto de opinión crece más en las grandes ciudades, Colombia tiene varias ciudades de más de un millón de habitantes. Entonces, en estas elecciones se cumplió esa tendencia, las grandes ciudades tienden más a hacer un voto de opinión y la gente vota por un programa. De ahí para allá, es la compra de votos, los paramilitares presionando los votos, el fraude descarado. Entonces, se puede medir mejor en las grandes ciudades. Pero, lo otro es la maquinaria, que nunca pierde.
-El paramilitarismo sigue en pie y a los excombatientes de las FARC esto le ha costado realmente muchos muertos, más todos los líderes y lideresas sociales. O sea, que el sistema, el establishment, sigue utilizando por un lado al Ejército, militarizando, y por otro lado, también el paramilitarismo.
-Dos ejemplos. Le preguntaron a un fiscal general, Gómez Méndez, hace unos diez años, cómo explicaba el fenómeno del paramilitarismo y dijo que llegó un momento en que los sectores de la élite consideraron que era viable usar el paramilitarismo para combatir la guerrilla.
O sea, fue una decisión política, que la mantienen. Entonces, se hacen dos tipos de operaciones paramilitares. Las que producen las propias tropas estatales quitándose el uniforme y haciendo lo que en Colombia se llama sicariato. Por esa forma han matado aproximadamente a 800 líderes sociales, en estos tres años después de que las FARC firmó el acuerdo, y a unos 150 excombatientes y unos 50 familiares suyos. O sea, que si se hace una suma, en tres años de Proceso de Paz con las FARC, ya van 1000 muertos civiles entre líderes y excombatientes. Ese es el principal volumen de muertos del tal posconflicto. Conclusión, firmaron con las FARC, acabaron con ella, y se dedicaron a descabezar a las fuerzas alternativas y a las comunidades más organizadas. Eso lo hacen fundamentalmente con operaciones de sicariato, de militares y policías más alianzas con bandas. Colombia es un país que tiene 200 mil hectáreas de coca sembradas, es el principal exportador de cocaína del mundo, hay grandes carteles, cada uno tiene sus escuadrones paramilitares que tienen alianzas con soldados y policías. Entonces, corrompen a las Fuerzas Armadas, pero estas cuando necesitan hacer operaciones de guerra sucia se las encargan a los escuadrones de la mafia. Entonces, hay una simbiosis. Ese es el fenómeno de guerra que ha producido esos mil muertos civiles, en un exterminio selectivo, en tres años que llevamos de firmado el Acuerdo de Paz con las FARC.
– ¿Cómo está la situación de los presos y presas colombianas?
-Primero, el régimen dice que no hay presos políticos, como también dice que no hay conflicto interno. Los presos políticos viven en una situación peor que la del conjunto de la población carcelaria colombiana. Colombia en estos momentos tiene unos 120 mil presos, aún hay presos de las FARC que nunca le resolvieron su situación jurídica, y los presos nuestros, que pasan del medio millar y un 20% son compañeras que están en las peores condiciones en las cárceles de extrema seguridad. Muchos de ellos van muriendo porque no tiene la atención médica básica. O sea, si bien la situación carcelaria ha sido calificada como de campos de concentración por un mismo ministro de Justicia, los presos políticos están aún peor.
-Que yo sepa, no. Nuestros frentes en las distintas regiones de Colombia sí tienen contacto con muchas organizaciones de izquierda, es muy posible que algunos grupos de ellos tengan contactos con grupos nuestros. Pero, de ahí a que haya una reunión de la Dirección del ELN con el grupo, que se llama Nueva Marquetalia, de Iván y Santrich, no ha ocurrido.
-El continente está bastante convulsionado por estos días, hay algunas cosas buenas y algunas malas. Entre las buenas, Lula libre y entre las malas lo que está sucediendo en Bolivia.
-Lo que derrotó la marea progresista en 2004 fue el Consenso de Washington, que era el paquete neoliberal crudo y salvaje. Vinieron esos gobiernos, crearon unos avances sociales, pero también crearon otros niveles de conciencia y de organización. Entonces, después vino la recolonización yanqui, el neoconservadurismo, el intento de volver a un patio trasero más cerrado.
Ahora, estamos asistiendo a un tercer momento en que esa recolonización se resquebraja, después que ese paquete neoliberal ha enriquecido a un 1% corrupto y ha empobrecido y excluido al resto. Entonces, la indignación está brotando, por el precio de la gasolina, del metro, por la corrupción, por el hambre. O sea, los pueblos tampoco son faltos de sensibilidad y de dignidad.
Este brote de dignidad que recorre el continente es contra esos resabios del Consenso de Washington, y también son un termómetro de algo que es muy importante, desde que nos liberamos de España hace 200 años, Estados Unidos ha peleado porque esto sea su área de influencia y que nadie se la toque. Hoy ya no es así. Entonces, si estos pueblos se rebelan contra el centro imperialista quiere decir que están aportando a la declinación del imperialismo norteamericano.
-Frente a estas rebeliones hay siempre algunas dudas, en el sentido de que son masivas, surgidas muchas de ellas de autoconvocatorias, me refiero al caso de Chile, cuestionadoras de los partidos políticos burgueses tradicionales. Pero, a la vez faltas de una organización o conducción política que pueda llevar eso a buen puerto. Entonces, muchas veces los partidos, que la gente repudia y pide que «se vayan», aparecen nuevamente con cambio de maquillaje y se apropian de ese explosión de rebeldía.
-Hay un debate interesante. Cuando fue toda la marea progresista, Chávez, Lula, Kirchner, Evo, se creó un debate de cuál es el papel de lo movimientos sociales, de los partidos y vanguardias políticas, y cómo es la simbiosis que debe haber en eso. Ese debate no se ha cerrado.
Tomemos el caso de Brasil, hay un movimiento social fuerte, hay unos partidos de izquierda, pero también estos años han llevado a colocar un interrogante por vicios que los partidos de izquierda aprendieron de los partidos de derecha. Entonces, es una crítica que es muy necesaria, que estas rebeliones también muevan cosas que van estando mal construidas. Si los partidos son suficientemente autocríticos van a escuchar y van a mejorar, y los que no lo hagan irán pasando a la historia, porque la historia es así, usted se coloca a la altura de los pueblos para estar o deja de estar como sujeto político.
-Vengo de Argentina donde en pocos días,se producirá un cambio de gobierno. Se va Macri, lo que no es poca cosa, ya que en cuatro años hizo todo lo que pudo para destruir el país. Me interesa una reflexión sobre cómo ven ustedes este nuevo tiempo argentino.
-Sí, por lo siguiente. Voy a colocar el ejemplo de mi país. En estos momentos hay una lucha muy fuerte para que no haya fracking como técnica de explotación petrolera en Colombia, pero la lucha por el fracking por fuera de una perspectiva socialista, de nueva sociedad, de transición energética, de otro modelo económico, se pierde. O sea, que cada paso que uno da debe tener un norte porque si no se queda en el reformismo, pero esas metas de largo plazo si no tienen metas intermedias tampoco se logran. Entonces, una meta en sí vale en la medida en que está anclada a una perspectiva estratégica, eso es la que no la deja ser reformista.