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Hay crímenes, y crímenes y crímenes

Fuentes: Rebelión

Francisco Granados, consejero de Presidencia, Justicia e Interior del Gobierno regional de Madrid, ha manifestado estar en contra de prohibir las becerradas por considerar que éstos festejos están «enraizados en la cultura y costumbres de todos los españoles«, para posteriormente apostillar que «los novilleros que participan en las becerradas cuentan con un carné profesional expedido […]

Francisco Granados, consejero de Presidencia, Justicia e Interior del Gobierno regional de Madrid, ha manifestado estar en contra de prohibir las becerradas por considerar que éstos festejos están «enraizados en la cultura y costumbres de todos los españoles«, para posteriormente apostillar que «los novilleros que participan en las becerradas cuentan con un carné profesional expedido por el Ministerio de Interior«. Habría que pedir a éste consejero que nos explique qué quiere decir con su argumento de que «todos los españoles» tenemos por costumbre disfrutar con la tortura y asesinato de un becerrito inocente. Aun más, habría que pedirle explicaciones por su afirmación de que todos «los novilleros que participan en las becerradas cuentan con un carné profesional expedido por el Ministerio de Interior«. ¿El señor Granados está seguro de que los que asesinan a cuchilladas a un becerro tienen el «carnet» expedido por su Ministerio? ¿Podría demostrar que los protagonistas de la becerrada celebrada en El Escorial, el pasado día 1 de agosto, contaban con una licencia para torturar y matar?

«Hay crímenes y crímenes y crímenes/ en los diarios hay fotos de sangre/ quién nos habrá enseñado a destruirnos/ y entregarnos inermes a la muerte«. Estos hermosos versos de Benedetti reflejan lo que ocurre en éste país, la tortura y matanza cobarde por parte de individuos con «carnet» y amparados por la legalidad que les otorgan las leyes y las autoridades, para arrebatar la vida a una inocente criatura de menos de dos años de edad. En el recinto donde tuvo lugar la becerrada de El Escorial, se encontraban tres defensores de los derechos de los animales, con el propósito de obtener pruebas fotográficas y filmadas del sadismo al que fueron sometidos los becerros linchados en la «fiesta» organizada por el colectivo «Mozos, viudos y casados» del citado pueblo madrileño. Pero a diferencia de lo mencionado en los versos de Benedetti, éstos crímenes no se enseñan en los diarios, ni en la prensa, ya que pretenden ocultar la barbarie cotidiana de los festejos populares. El secretismo de éstos linchamientos es tal que los activistas defensores de los animales tienen que filmar lo que ocurre sin ser advertidos por los festejantes, ya que, si fuesen descubiertos, correrían el riesgo de ser agradidos por el populacho.

«Los asesinos nacen diariamente/ aunque ignoren aún sus vocaciones/ después se especializan en la inquina/ en la abominación y en la venganza» . En España hay ciudadanos con carnet para linchar a un incente becerro. Pueden acuchillarle sin pasión, mientras el animal emite gemidos de dolor, aterrado ante la chusma sedienta de sangre, y a la vista de niños a los que se les dan clases prácticas de cómo convertirse en el futuro en un criminal por vocación, disfrutando de la agonía, celebrando el asesinato de la inocencia. «Hay crímenes y crímenes y crímenes/ dejemos que transcurra su hemorragia/ y apoyemos la sien en la almohada/ para soñar que nadie mata a nadie». Luchar porque éstos festejos dejen de ser legales, impedir que los niños aprendan que torturar a un animal es divertido, en definitiva…no sentirnos como ahora, avergonzados de haber nacido en un país donde el sadismo forma parte de las costumbres populares, donde los políticos afirman orgullosos, sin el menor reparo, que éstas matanzas están » enraizadas en la cultura y costumbres de todos los españoles«.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.