«La filosofía es devenir, no historia; es coexistencia de planos, no sucesión de sistemas.» Deleuze En pocas semanas la Farc desaparecieron como amenaza «castro-chavista» en Colombia. Su desconexión con la realidad política del país, el desconocimiento del nivel de rechazo entre la población, el «bulling» aplicado por el uribismo y la recaída del corazón de […]
En pocas semanas la Farc desaparecieron como amenaza «castro-chavista» en Colombia. Su desconexión con la realidad política del país, el desconocimiento del nivel de rechazo entre la población, el «bulling» aplicado por el uribismo y la recaída del corazón de Timochenko, la llevaron a esfumarse del escenario político-electoral.
Paralelamente Petro venía creciendo a expensas de las vacilaciones del candidato de la Coalición Colombia que se quedó limitado a las «formas» de la acción política y no avanzó con consistencia en los «contenidos» programáticos.
Entonces, hábilmente Uribe, y también Vargas Lleras, trataron de reemplazar en el imaginario colectivo a la supuesta amenaza de las Farc con el miedo a Petro.
Toda la avalancha de propaganda por identificar a Petro con Chávez y Maduro tiene ese objetivo, que han logrado parcialmente. No obstante, pueden estar ayudando a desencadenar fuerzas subterráneas e invisibles en la superficie institucional existente que podrían cambiar la actual correlación de fuerzas en forma sorprendente.
Los saltos cualitativos son impredecibles. El «acontecimiento» siempre es sorpresivo.
El problema fue que después del 11 de marzo la Coalición Colombia se dejó llevar por esa misma dinámica. Recordar el pasado guerrillero de Petro y sus «relaciones» con Chávez tiene la misma pretensión de todas las derechas. Así apareció el actual lema de Fajardo de que encarna la «esperanza frente al odio de Uribe y la venganza de Petro».
En la práctica, colaboran consciente o inconscientemente con la idea que crece en la mente y el corazón del pueblo de que Petro es el único agente del verdadero cambio. La «esperanza» no compite -ni de lejos- con la «voluntad» y las ganas de transformación.
No sabemos si ese movimiento y «oleada petrista» que está en desarrollo alcanzará para derrotar a las derechas pero, indudablemente, Petro ha tomado la iniciativa mientras la CoCo ha entrado en una etapa defensiva y defensista que la lleva a la parálisis.
Mea culpa si en algún momento ayudé a fortalecer ese espíritu francamente reaccionario. Ahora, hay que rectificar con humildad y sin mayores complejos ni pretensiones. Es la gente la que impondrá la dirección y el ritmo.
Petro debe ser conducido y protegido por el pueblo y la ciudadanía.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.