La IX Asamblea Federal de IU -dijimos, al abandonar definitivamente esta formación hace apenas unas semanas, desde Espacio Alternativo- estaba condenada de antemano al fracaso. Pocas veces acertar en un pronóstico nos habrá dejado tan mal sabor de boca como en esta ocasión. Para millares de hombres y mujeres que resisten desde los más diversos […]
La IX Asamblea Federal de IU -dijimos, al abandonar definitivamente esta formación hace apenas unas semanas, desde Espacio Alternativo- estaba condenada de antemano al fracaso. Pocas veces acertar en un pronóstico nos habrá dejado tan mal sabor de boca como en esta ocasión. Para millares de hombres y mujeres que resisten desde los más diversos ámbitos a las políticas neoliberales -y que buscan referentes a la izquierda de un PSOE cada vez más escorado hacia ellas-, el panorama que deja tras de sí el cónclave de Rivas es sencillamente desolador, certificando el agotamiento del proyecto transformador que en su día latió bajo las siglas de IU.
IU llegó a esa cita dividida, desvitalizada, desangrada en votos y activistas, con su identidad perdida después de años de adaptación al social-liberalismo, de participación y corresponsabilidad en gobiernos de gestión del capitalismo y de alejamiento de los movimientos sociales. No se produjo allí la anunciada «refundación» de un proyecto alternativo: no ha habido en esta Asamblea una reconsideración crítica consecuente de la subalternidad hacia el gobierno de Zapatero; tampoco se tomaron distancias por lo que respecta a la participación en gabinetes claramente inclinados hacia las políticas privatizadoras y la conciliación con los grandes intereses patronales como el tripartito catalán, el ejecutivo vasco o el consistorio de Sevilla… Ni mucho menos hubo la prometida «renovación» de las instancias dirigentes de la organización: vuelven a estar ahí casi todos los responsables de los fracasos de estos años, repitiendo una foto de «familias» muy próxima a la de la anterior asamblea federal. Todo el mundo, eso sí, más viejo, mas cínico y resabiado.
No hemos asistido al «giro hacia la izquierda» del que hizo amago el PCE. «República» y «anticapitalismo» han sido blandidos para una postrera congregación de partidarios, descontentos con la línea seguida por el equipo de Gaspar Llamazares y quienes han colaborado con él, con el único objetivo de llegar a un entendimiento sin principios con las demás fracciones, en condiciones más ventajosas. Para unos y otros no hay más horizonte que la supervivencia; ni mayor ambición que la preservación de algunos cargos, gestionando el menguante espacio electoral de IU. Así, se ha cerrado una Asamblea sin elegir coordinador/a, con los distintos candidatos conviviendo a cara de perro: unos mirando hacia el PSOE o aferrándose a las instituciones y dispuestos a lo que sea para seguir medrando en ellas; alguna «personalidad» deshaciéndose en elogios hacia la Casa Real y gruñendo contra el «irredentismo» vasco o catalán; otros, en fin, escondiendo su impotencia tras la evocación nostálgica del pasado comunista… Todos, presas de vértigo ante los acontecimientos que se avecinan.
El valor de una organización de izquierdas se mide por su papel en la lucha de clases. Cuando el capitalismo entra en su mayor crisis desde 1929, cuando se abre un período convulso que sacudirá el statu quo mundial, nada es tan significativo como esa incapacidad de mirar hacia el pueblo trabajador y la juventud, de volcarse en debates e iniciativas audaces de lucha. De esta Asamblea, la Historia retendrá sin duda una cierta sensación de absurdo e irrealidad: sumidas en la disputa de unos pobres despojos, ajenas a la gravedad del momento, las facciones dirigentes de IU nos traen a la memoria aquella célebre orquesta del Titanic atacando briosamente un vals en medio del naufragio.
Es hora de mirar la realidad de frente. IU puede sobrevivir como marca electoral, pero ha muerto como referente y vertebrador de las luchas, movimientos y resistencias que, desde las fábricas a los barrios y universidades, empiezan a surgir con los primeros compases de la crisis. Y, ante ello, es justamente hora también de sacar conclusiones. Urge ponerse a trabajar en la construcción de un nuevo sujeto político, de una nueva fuerza de izquierdas combativa y fiel, que genere ilusión, independiente del social-liberalismo, netamente anticapitalista, feminista y ecologista, decidida a afrontar los retos de esta nueva etapa. No será fácil después del fracaso de una experiencia como la de IU. Pero no hay tarea más importante que ésa.
Desde Espacio Alternativo llamamos a quienes así lo entiendan -aún en las filas de IU o definitivamente alejados de ella- a la unidad de acción y al debate fraternal. Decididas a contribuir a la construcción de esa izquierda anticapitalista, las delegadas y delegados de las organizaciones confederadas de Espacio Alternativo se reunirán este próximo sábado, día 22 de Noviembre, en Madrid, para analizar la situación y definir las tareas comunes del momento. Allí está previsto debatir si se adopta un nuevo nombre de nuestra organización más acorde con ese propósito y concluir un intenso debate, desarrollado durante los últimos meses, acerca de la presentación de una candidatura propia a las próximas elecciones europeas, acompañando el esfuerzo de los partidos agrupados en la Conferencia de la Izquierda Anticapitalista Europea y, muy especialmente, el lanzamiento del Nuevo Partido Anticapitalista en Francia. El balance de un referente político agotado sólo puede ser un nuevo referente. Ciertamente, pertrechado con las lecciones del pasado; pero mirando con audacia hacia el futuro. Muchas fuerzas deberán converger; lo mejor de varias generaciones militantes tendrá que fundirse a lo largo de los próximos años para forjar ese nuevo sujeto político, al compás de grandes luchas sociales y de acontecimientos decisivos. Desde Espacio Alternativo no escatimaremos ningún esfuerzo para que así sea.
20 de Noviembre de 2008