El carbón es una fuente energética de gran impacto ambiental que debe y puede suprimirse completamente en Aragón y en el estado español. La inviabilidad económica del carbón y una deficiente gestión de los fondos públicos destinados al desarrollo de las comarcas mineras las han llevado a una crisis permanente que solo puede resolverse satisfactoriamente […]
El carbón es una fuente energética de gran impacto ambiental que debe y puede suprimirse completamente en Aragón y en el estado español. La inviabilidad económica del carbón y una deficiente gestión de los fondos públicos destinados al desarrollo de las comarcas mineras las han llevado a una crisis permanente que solo puede resolverse satisfactoriamente con un plan de ayudas públicas a la reconversión laboral de los mineros y al desarrollo comarcal, pero nunca ayudando a las empresas mineras.
Una vez más, a causa de la interminable crisis que padece el sector de la minería del carbón en España, estamos asistiendo a una amplia e intensa movilización de las comarcas mineras a causa de los recortes en la asignación de dinero público que mantiene con vida al carbón. Las reivindicaciones de los mineros tienen un amplio apoyo social en las poblaciones que cuentan con minas de carbón y tanto los empresarios del carbón como prácticamente todos los partidos políticos tradicionales, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, aunque sea por motivaciones diferentes, defienden la continuación del uso del carbón, y la minería asociada, así como una reindustrialización de las comarcas mineras que nunca acaba de terminarse.
Ecologistas en Acción considera oportuno remarcar algunos aspectos del carbón que parecen ser olvidados de una manera sistemática y generalizada en la discusión política que hay al respecto, que son los siguientes:
1. El calentamiento global del clima es un problema muy grave, que se nos escapa de las manos y que no admite dilaciones en el intento de mitigación. El uso del carbón, una de las fuentes energéticas que más CO2 emite, es una auténtica temeridad ambiental y va en contra de todas las recomendaciones científicas que se hacen para controlar los gases de efecto invernadero.
2. El carbón tiene un gran impacto ambiental. A nivel internacional contribuye a los daños ocasionados por el cambio climático y a nivel más local daña el territorio a través de los procesos mineros. Así mismo la contaminación producida por la quema del carbón afecta gravemente la salud de las poblaciones vecinas.
3. Las energías renovables están para sustituir a las energías de origen fósil, principalmente al carbón, y para ganar independencia energética. El empecinamiento en el uso del carbón, por el simple hecho de tenerlo, limita el desarrollo de las energías renovables y frena la gran cantidad de empleos ligados a éstas.
4. El exceso de potencia eléctrica instalada en España permite suprimir ya del sistema eléctrico, sin ningún problema técnico, al carbón y a la energía nuclear. Sin embargo esto no se hace por cuestiones políticas. Los intereses económicos ligados a la nuclear y al carbón frenan los intereses globales en materia energética y ambiental.
5. El carbón aragonés, como el español, ni es ni será nunca competitivo a nivel económico, salvo que externalice su coste social (eludiendo gastos socio-laborales) y su impacto ambiental, que pagamos entre todos sufriendo el deterioro climático y la contaminación generada. El carbón aragonés solo sobrevive a costa de subvenciones públicas.
6. El uso del carbón en Aragón va ligado tanto al funcionamiento de la central térmica de Andorra, que emite alrededor de 7 millones de toneladas de CO2 al año (un tercio de las emisiones aragonesas), como a la futura construcción de la central térmica de Mequinenza (ya aprobada) y la térmica de Ariño (en proyecto), centrales que además, al quemar mezclada escombrera y carbón de mina, generarían mayor contaminación y CO2 por kilovatio-hora producido.
7. El carbón no es estratégico y determina negativamente el desarrollo social y tecnológico del futuro. La obcecación en el uso del carbón, un recurso fósil que además acabaría por agotarse, impide la busca de alternativas en el desarrollo de las economías locales implicadas y distrae recursos económicos e investigación para el desarrollo de las tecnologías renovables, tecnologías que se desarrollarán en otros países y que harán cada vez mayor su ventaja económico-ambiental sobre el carbón. Apostar por el carbón es apostar por el caballo equivocado.
8. La pretensión de justificar el futuro del carbón en el secuestro geológico del carbono tiene una base muy endeble. En el supuesto caso, por demostrar todavía, de que sea técnicamente viable el secuestro subterráneo en grandes cantidades del CO2 emitido por las centrales térmicas, ésta técnica tardaría no menos de 15-20 años en ser de aplicación a las centrales térmicas aragonesas y tendría el problema añadido de que haría todavía menos competitivo al carbón al destinar parte de la energía liberada al proceso de secuestro.
9. A pesar de las grandes sumas de dinero público dedicadas al efecto desde hace años, la reconversión industrial de las comarcas mineras se ha hecho mal, o eso se deduce cuando en las propias comarcas afectadas se dice que no tienen alternativa al carbón. Es necesario por tanto analizar qué se ha hecho mal, para no repetir los mismos errores, y depurar las correspondientes responsabilidades por este fracaso.
Aunque en Ecologistas en Acción de Aragón comprendemos la difícil situación de los trabajadores afectados en el sector del carbón y somos conscientes del difícil contexto económico y político en que nos encontramos, en pleno ataque neoliberal a los derechos sociales, consideramos que la única salida que aúne la defensa social de las comarcas mineras con la sostenibilidad ambiental pasa por los siguientes puntos:
Debe finalizar ya el uso del carbón, tanto el propio como el importado. Solo con priorizar en el sistema eléctrico las fuentes energéticas menos contaminantes y cesando en el uso de las subvenciones al uso del carbón éste caería por su propio peso.
Las comarcas mineras deben de ser ayudadas pero siempre tras un estudio serio que determine cuáles necesitan las ayudas y cuáles son las prioridades. Las ayudas deben de ir ligadas al cierre de las minas y de las térmicas de carbón, cierre que debe hacerse no solo por razones económicas sino sobre todo por los problemas ambientales generados.
Las ayudas deben dirigirse a los mineros, a los trabajadores afectados de modo indirecto por la industria del carbón, y a nuevas empresas, nunca a indemnizar a las empresas mineras, empresas que ya se han lucrado bastante a costa de mantener como rehenes sociales a sus trabajadores y a las personas en general que habitan los pueblos mineros.
En caso contrario las comarcas mineras alargarán su agonía y acabarán, de un modo u otro, cerrando de todos modos las minas.
Una sociedad consciente de los graves y urgentes problemas ambientales a los que nos enfrentamos no puede permitir que seamos todos prisioneros de un sector, el del carbón, que nos corta una de las pocas vías accesibles que tenemos ya para luchar contra el cambio climático, lucha que requiere imprescindiblemente reducir las emisiones globales de CO2.
Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article23597.html