Sí, hay que seguir recordando el 18 de julio de 1936, cuando se cumplen 78 años de aquel intento de golpe militar relámpago de clara intencionalidad fascista y con importantes apoyos entre las élites y la casta político-empresarial de aquellos años. Entre centenares de razones por las siguientes: 1. Por la resistencia obrera y popular. […]
Sí, hay que seguir recordando el 18 de julio de 1936, cuando se cumplen 78 años de aquel intento de golpe militar relámpago de clara intencionalidad fascista y con importantes apoyos entre las élites y la casta político-empresarial de aquellos años.
Entre centenares de razones por las siguientes:
1. Por la resistencia obrera y popular. Por su heroísmo, por su dignidad.
2. Por nuestros muertos no reconocidos.
3. Por nuestros asesinados en cunetas esparcidas por todo nuestro país de países
4. Por Antonio Machado, muerto de tristeza.
5. Por Federico García Lorca, el poeta asesinado.
6. Por la unidad obrera y popular.
7. Por la CNT, por la UGT.
8. Por la II República que renuncio a la guerra como medio de política exterior.
9. Por los científicos, por los artistas, por la intelectualidad que tomó partido por la legalidad republicana y por la justicia y equidad. Por Eduardo Farré que fue médico en el campo de concentración de Argelès.
10. Por el recuerdo de la infamia abisal del fascismo español e internacional
11. Por el recuerdo de los apoyos sociales de élite que recibieron. Francesc Cambó entre ellos, con su estatua y su avenida en la ciudad de los prodigios.
12. Por los soldados de 19, 20 años, muchos de ellos muertos en la Batalla del Ebro.
13. Por la infamia de la traición de Casado y sus apoyos. Para que no habite el olvido en la irracionalidad y en la abyección.
14. Por uno de los grandes poemas sobre nuestra guerra civil: «1936», Luis Cernuda.
15. Por los brigadistas, una de las páginas más hermosas de la historia de la Humanidad.
16. Por la «España en el corazón».
17. Por César Vallejo.
18. Por los centenares de miles exiliados y exiliadas.
19. Por las mujeres que fueron maltratadas, violadas, asesinadas, perseguidas. Por los niños robados..
20. Por los andaluces de Jaén y de tantos otros lugares.
21. Por los crímenes en plazas de toros.
22. Por la prolongación de la guerra durante años y años con otros medios y con parecidos medios.
23. Por la resistencia antifascista en condiciones imposibles. Por el PCE y otras fuerzas de la lucha antifranquista
24. Porque tampoco debe habitar el olvido en nuestros errores, sectarismos, dogmatismos y en nuestras actos de barbarie.
25. Por Walter Benjamin que intentaba refugiarse.
26. Por Pablo Neruda y la solidaridad del pueblo chileno.
27. Por la permanente solidaridad internacional.
28. Por el presidente democrático asesinado en Montjuïch.
29. Por la ayuda, en condiciones imposibles, de la Unión Soviética.
30. Por la ayuda del presidente y el pueblo de México.
31. Por el heroísmo de nuestros luchadores republicanos en la II Guerra Mundial, una de las fuerzas que liberó París.
32. Por nuestros muertos apátridas en campos de exterminio.
33. Por Montserrat Roig que nos habló de todo ello.
34. Por los caídos durante la larga noche fascista de la dictadura. Por Enrique Ruano, por Salvador Puig Antich, por Txiki, por Otaegui, por Grimau, por tantos otros. Por sus familiares, víctimas que no son víctimas.
35. Por mis padres y la clase obrera que ellos tan bien representan: emigrantes, explotados, en viviendas de apenas 40 metros cuadrados, manteniéndose erguidos y con dignidad. Por Alejo, por Paco Téllez, por la clase obrera que ni claudicó, ni claudica, ni van a conseguir que lo haga en el futuro. Por Marcelino Camacho, por Josefina.
36. Y por Miguel Hernández («18 de julio de 1936-18 de julio de 1938», Poema de El hombre acecha (1937-1939); también por su Josefina).
Es sangre, no granizo, lo que azota mis sienes.
Son dos años de sangre: son dos inundaciones.
Sangre de acción solar, devoradora vienes,
hasta dejar sin nadie y ahogados los balcones.
Sangre que es el mejor de los mejores bienes.
Sangre que atesoraba para el amor sus dones.
Vedla enturbiando mares, sobrecogiendo trenes,
desalentando toros donde alentó leones.
El tiempo es sangre. El tiempo circula por mis venas.
Y ante el reloj y el alba me siento más que herido,
y oigo un chocar de sangres de todos los tamaños.
Sangre donde se puede bañar la muerte apenas:
fulgor emocionante que no ha palidecido,
porque lo recogieron mis ojos de mil años.
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