«Me odian, luego me temen». De oficiis, I, 28. Cicerón. Trump parece que vanaliza el entendimiento que proporciona la ley acordada internacionalmente, su actuación parece un asunto privado, él siempre ha actuado así, mintiendo, rebajando al resto, estafando hasta con la misma aplicación de las leyes, él mismo lo ha declarado, es su […]
Trump parece que vanaliza el entendimiento que proporciona la ley acordada internacionalmente, su actuación parece un asunto privado, él siempre ha actuado así, mintiendo, rebajando al resto, estafando hasta con la misma aplicación de las leyes, él mismo lo ha declarado, es su manera de andar por su casa. Pero no nos engañemos, ahora los negocios no son sólo los suyos, es la cúpula estadounidense la que le ha elegido, para el tiempo en el que estamos, entre los más útiles a sus intereses. Precisamente porque le precede su fama de mafioso, quieren que haga ese papel en política, y, en la vida cotidiana como en el terreno político, a esos personajes se les denomina déspotas, dictadores, y fascistas. ¿Entonces, cuáles son los intereses hoy de ese grupo de tanta influencia, que hace que el mundo entero entre en su bobina de cobre conectada a una corriente para hacerle dar vueltas y sacarle todas las energías? Recuperar el terreno perdido por la caída de sus dictaduras, las competencias que se le han presentado en la globalización, los fracasos en sus guerras, el desvalor creciente del dólar… y, con el intento de recuperación empleando los bloqueos, sanciones, amenazas, injerencias, y próximas guerras en preparación, quién sabe si de dimensiones mundiales, incrementar su fortaleza para asegurar su futuro de potencia imperialista.
Como dice el refrán: «No hay mal que cien años dure». El imperialismo estadounidense impulsado después de la Segunda Guerra Europea, con las partes contendientes desgastadas, ha tropezado y se le ve inclinarse, decae, sus bancos empiezan a encontrar obstáculos para el control del comercio en el mundo, el dólar, la moneda «de reserva» mundial ha empezado a ser sustituida por otras monedas para los intercambios, moneda china, rusa, iraní, indú, y el oro ha vuelto a jugar un papel principal en las reservas de cada país duplicándose y triplicándose los depósitos en el último año.
Los intereses de la gran burguesía estadounidense encuentra resistencias, que si las vencieron al principio a base de bombas y ejércitos interpuestos, (Libia, Irak, …) más la guerra política y económica que desataba sobre otros, ahora realiza su maniobra, ya se ha advertido, con mayor agresividad, y es que además de sus pérdidas encuentra frente a frente potencias que no puede eliminar como ha hecho con esos otros países.
Los actos y el lenguaje de Trump, Abrams, Pompeo, Narco Rubio, Pence, …y la cúpula supermillonaria, resultan propios de un mafioso histérico, desafían a los organismos internacionales, también en decadencia, y se entrometen en la vida de todos los países … y es que el sector dominante de la gran burguesía imperial, no la localicemos sólo como estadounidense, se identifica absolutamente con lo que maneja con naturalidad por su tradición como clase: la dictadura, lo muestra su crispación y el odio que alberga hacia quienes no se le rinden, y del mismo modo también muestra su miedo a ese o esos que le niegan la mayor. El imperio, por emplear una definición que engloba a esa clase con sede en Wall Street y en el complejo militar-industrial, quiere que los avances conseguidos por los pueblos que se independizan retrocedan; cualquiera percibe que con Trump y los suyos con su agresividad, la ultraderecha en el mundo ha recibido la ayuda que necesitaba para ascender. El imperio precisa, para su supervivencia como tal, subordinar a su poder a todos mediante la fuerza, hacerles agachar la cabeza, que entren o no se atrevan a salir de su espiral. Donde florece la vida, el imperialismo, allí, quiere la muerte. Es su historia de creación. Hacer eso como norma de conducta por considerarse superior, vivir odiando a los otros, haciendo de la agresividad un estado crónico, del odio un estado crónico, expresa su temor: ve el peligro de perder su posición porque se desentienden de él.
Recuerdo aquí aquellas palabras de Napoleón: «La política de los Estados se halla condicionada por su geografía». Con las palabras de Napoleón, en el caso al que me voy a referir no hay nada mejor que mirar el mapa: Cuba se encuentra a pocos centímetros de la orilla estadounidense. En la orilla estadounidense hay frustración, hay violencia, hay impulsos agresivos, hay odio al pueblo cubano, a la Revolución cubana, a la rebelión, porque esa conciencia popular afianzada sobre la independencia, la soberanía y el socialismo, ha sido el freno que le impide asaltarla ni siquiera con su poderosísima industria militar-industrial, ¡teniendo la isla tan cerca!
Para construir un imperio hay que odiar a los dominados o a quienes se quiere dominar, pero si además el imperio pierde en su intento, el imperio frustrado sólo dejará salir el peor, el más enfermo y rabioso de los odios, y es que todos lo vemos, la causa es que perdiendo una y otra vez, y en tantos países y competencias internacionales como pierde, vemos que impone bloqueos, sanciones -que es un eufemismo del bloqueo- sube aranceles, persigue, amenaza, desafía con tropas, con misiles, mata de hambre y sed, y así camina hacia su propio aislamiento y con un conflicto interior por su desbarajuste social que puede conducirle más deprisa hacia su abismo. La dirección hacia ese abismo y la velocidad que ha alcanzado se nos hacía impensable hasta hace bien poco.
El 1 de Mayo, Trump, en representación del odio imperialista, se encargó de hacer público que entraban en funcionamiento en la vida política contra Cuba y a nivel internacional los títulos III y IV de la Ley Helms Burton. Su propósito es hacer el mayor daño posible al pueblo cubano, aumentando el bloqueo, arma de guerra, a la isla y a países y empresas que intercambien con Cuba para impedir que crezca en prosperidad, en entendimiento, y se pierda el respeto entre iguales.
A semejante manifestación de agresividad y frustración Trump añadía la llamada a aquella ultraderecha que salió de Cuba tras el triunfo popular en 1959, la que se reconcome en el odio de clase que se cree con el derecho natural a la vida de la nación ahora independiente, soberana y socialista. La llamada de Trump y el bloque de financieros y armamentistas que le impulsan llama a la ultraderecha afincada en Florida para que litigue en los tribunales estadounidenses haciendo constar lo qué quiere del país, imaginando que vuelve al tiempo de la colonia. En la parte escondida de semejante oferta busca una ocasión electoralista a favor de su batallón: con los títulos III y IV de la Helms Burton el sector dominante hoy de la cúpula imperial llama a que esa ultraderecha le apoye en el 2020.
Pero si su odio se extiende sobre la mayoría del planeta, también busca los votos de la población estadounidense que estando en las peores condiciones sociales culpa a los anteriores regidores de ineficacia, y espera que un gobernante capaz de apretar la garganta del mundo les saque de su decadencia.
«El que no esté con nosotros debe pasar por las más dolorosas privaciones, las más terribles inseguridades, las más penosas necesidades …» ha declarado el condenado como criminal de guerra y ahora encargado para Venezuela del gobierno imperial Elliot Abrams ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Puede leer sus declaraciones en www.aporrea.org bajo el título: «¡Horribles e insólitas confesiones de Elliot Abrams ante la cámara de Representantes! Prepárate Venezuela».
¿Cuántas manifestaciones de semejante estilo han hecho gobernantes imperiales en la historia de la humanidad? Las declaraciones como esa son la manifestación del mayor odio a los pueblos, a ti, a ti, y a mi. Recuerdo que el gran escritor estadounidense Mark Twain escribió en su artículo «La paz con honor»: …Unicamente una treta de político -una frase altisonante, una frase que revuelve la sangre y les ha hecho perder su poco crítica cabeza: ¡Nuestro país, tenga razón o no! Una frase vacía, una frase estúpida. Todos los periódicos la repitieron a gritos, se ha oído, como un trueno, desde los púlpitos, el supremo responsable de la instrucción pública la hizo grabar en cada una de las escuelas del país, el Departamento de la Guerra la inscribió en la bandera. Y quienes no la gritaban o permanecían silenciosos ante ella fueron proclamados traidores…, cuando sólo ellos eran los verdaderos patriotas.»
El artículo mencionado y otros, todos de gran interés, se encuentran en un libro titulado Las tres erres, y en el libro el autor dejó una dedicatoria que lo dice todo respecto al odio del imperio: A Anne, La Cristina de mis crisis, ahora y siempre. «El mal engendra negación».
Pero sigamos hablando del mal, del odio, de la ley Helms Burton contra Cuba en lo que se refiere al golpe que reciben las empresas españolas. Si la UE salió de inmediato al paso para defender sus intereses comerciales con Cuba y respondió con la denuncia contra EEUU ante la Organización Mundial de Comercio, por lo que respecta a las empresas españolas hay que tener en cuenta que aparecen en la primera fila que se ve atacada, para empezar la cadena Melia va a tener a sus directivos en la lista negra si deciden viajar a Cuba. Como respuesta la Asociación de Empresarios españoles ante semejante abuso, contando con más de 200 empresarios ha declarado, por medio de su representante Xulio Fontecha, que se va a defender. Para empezar la Asociación ha pedido apoyo al gobierno para los empresarios de turismo e innovación tecnológica, pues ya ha habido bancos que han retenido dinero y han suspendido sus operaciones de pagos e intercambios. La colaboración de los banqueros con el imperialismo estadounidense ha hecho que el dinero circulante haya disminuido, consiguiendo que algunos proyectos que se habían puesto en marcha en Cuba se ralenticen. Con la ley Helms Burton, una ley ilegal, extraterritorial, que el régimen estadounidense pretende imponer al resto del mundo, entre otras cosas busca impedir el turismo a Cuba, una isla del Caribe, un país pacífico, cumplidor del Derecho Internacional, se ve atracado por el gigante que desafía al mundo.
Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: «Gaza 51 días», «Palestina. Crónicas de vida y Resistencia», «Dietario de Crisis», «Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero», y «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE. Miembro de la Comisión Europea de Apoyo a los Prisioneros Palestinos. Miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista (FAI).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.