Lo contó él mismo en el juicio del «caso Bateragune». Aquella tarde del 13 de octubre de 2009 en que el Gobierno español quiso abortar el incipiente cambio de estrategia de la izquierda abertzale, en una sala de la sede de LAB ocupada por la Policía española Arnaldo Otegi pasó el testigo a Rufi Etxeberria: […]
Lo contó él mismo en el juicio del «caso Bateragune». Aquella tarde del 13 de octubre de 2009 en que el Gobierno español quiso abortar el incipiente cambio de estrategia de la izquierda abertzale, en una sala de la sede de LAB ocupada por la Policía española Arnaldo Otegi pasó el testigo a Rufi Etxeberria: «Me pidió expresamente que cogiera el timón del debate interno». Dos años después, Etxeberria ha comenzado la semana estrechando la mano de Kofi Annan en nombre de la izquierda abertzale y la acaba valorando para GARA un escenario absolutamente inédito; la lucha armada de ETA ya no existe.
¿Qué situación se abre ahora?
Se generan las condiciones para abordar procesos de negociación que deberán abordar la superación de las consecuencias y la resolución de las causas del conflicto político mediante un diálogo inclusivo. Y hay que hacer una reflexión previa: hay quien cree, y algunos lo hacen sinceramente, que una vez finalizada la actividad armada de ETA los estados serán receptivos a las demandas democráticas de la mayoría popular vasca. Debería, pero no podemos creer que vaya a ser así, no al menos por su propia voluntad. Sin organización, acumulación de fuerzas y lucha no llegaremos a conseguir ninguno de nuestros objetivos, ni el más pequeño. Eso está claro.
Para la izquierda abertzale también es un escenario muy nuevo. ¿Cómo será sin esa referencia histórica y política de ETA?
En doctrina revolucionaria, la importancia de los instrumentos queda determinada y condicionada por la justeza de los principios ideológicos y la corrección de la estrategia y línea política al servicio de la causa popular. La izquier- da abertzale parte de una honestidad y legitimidad histórica que en el presente y en el futuro sabrá acreditar para ganarse cada vez más confianza de este pueblo. Seguirá siendo un referente de lucha, de compromiso, de entrega militante, de garantía en la gestión de lo público, de capacidad de gestión institucional. Seguiremos la estela de cincuenta años de servicio a nuestro pueblo. Y lo haremos con la renovada estrategia, que tiene como eje el proceso democrático. Partiendo de una actuación sobre vías exclusivamente políticas y demo- cráticas, sitúa nuestra acción política e institucional en la búsqueda de la resolución del conflicto político.
Con esta línea de intervención la izquierda abertzale pretende caracterizar la nueva fase política como la de la revolución democrática nacional. Revolucionaria, porque con nuestros objetivos estratégicos pretendemos cambiar de raíz la presente realidad nacional y de clase; democrática, porque los objetivos de la independencia, el socialismo y la Euskal Herria euskaldun son democráticos y se alcanzarán sobre la voluntad democrática mayoritaria de la ciudadanía vasca; y nacional, porque nuestra intervención política abarca al conjunto del país.
Ilegalizados, sin ingresos oficiales, sin sedes. ¿Cómo se ha podido hacer ese camino?
Ha sido difícil, sin duda. Y también por eso merece más la pena echar la vista atrás y preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí: fortaleza electoral, credibilidad recuperada, creciente nerviosismo en un unionismo sin oferta política, fortaleza en la movilización de masas, mejora en la acumulación y en la relación de fuerzas, y creciente y ya público apoyo de la comunidad internacional a una solución política dialogada del conflicto… Nada de lo que ha sucedido se puede entender si no somos conscientes de la trascendencia histórica que tuvo haber decidido que la estrategia de liberación nacional y social necesitaba un cambio radical y que tenían que debatirlo y decidirlo nuestras bases militantes.
En segundo lugar, ha sido el carácter unilateral de esta decisión la que nos ha permitido avanzar hasta ahora y la que nos tiene que seguir permitiendo avanzar en el futuro cualquiera que sea la actitud que adopte el gobierno del Estado y sus estamentos con respecto al proceso democrático.
Y en tercer lugar, el acierto de emprender la política de alianzas buscando la acumulación de fuerzas y la complicidad de la comunidad internacional nos ha permitido desarrollar nuestra estrategia fuera del alcance de las provocaciones y los retos del Estado.
¿Ha sido la Conferencia de Donostia una «percha» para la izquierda abertzale?
Siempre hemos tenido presente que cualquier escenario que fuera a suponer un punto de inflexión en la situación política de Euskal Herria debía contar con la colaboración y monitorización de la comunidad internacional. Los esfuerzos de agentes y personalidades del concierto internacional son sinceros, no lo dudamos, y la Conferencia responde a la búsqueda de un marco de interpelaciones a todas las partes que permita consolidar el nuevo tiempo abierto en Euskal Herria, y afianzar un escenario de bases suficientes para impulsar la resolución del conflicto, tanto en lo referente a las consecuencias como a las causas.
La dimensión internacional de la Conferencia y el alcance de sus resoluciones, la decisión histórica de ETA, el deseo mayoritario de la ciudadanía vasca por una solución definitiva al contencioso y su reflejo en la postura también mayoritariamente favorable de agentes políticos, sindicales y sociales nos lleva a decir que hemos llegado al escenario y al momento de iniciar los diálogos que deben traer los acuerdos para la resolución del conflicto político.
¿Qué siente una persona que ha dedicado toda su vida a la militancia política, lo que le ha llevado también a la cárcel, estrechando la mano del ex secretario general de la ONU Kofi Annan y compartiendo reflexiones con los líderes internacionales?
En lo personal, para mí, y estoy seguro que también para Anita [Lopepe], fue un gran honor representar a la izquierda abertzale en semejante evento, poder estrechar la mano a personalidades tan relevantes y trasladarles nuestras principales reflexiones y compromisos. Pero más allá de lo personal, lo verdaderamente trascendente es que representábamos al conjunto de la izquierda abertzale, su compromiso histórico con nuestro pueblo, a toda la militancia que con tanto ahínco está luchando contra todas las adversidades y que con su empuje y determinación política ha generado las condiciones también para esta Conferencia.
¿Cómo valora la respuesta del Gobierno español a la Declaración de Aiete? Se puede calificar de prudente, y es de esperar que con la histórica decisión de ETA adopte una política constructiva y responda positivamente a la interpelación de la Conferencia Internacional. La andadura de Zapatero se inició con una decisión valiente, la retirada de las tropas españolas de suelo iraquí. Ahora que arriba a su final, esperamos, y entendemos que es un deseo social mayoritariamente compartido, que acabe su mandato con otra decisión valiente y pase a la historia como el presidente español que dio inicio a un proceso de soluciones a un conflicto político centenario.
¿Y la del PP?
El PP debe abandonar de una vez ese discurso y esa actitud caducos, no acordes con los nuevos tiempos que vive Euskal Herria. Debe dejar de circular en dirección contraria al de la gran mayoría social vasca, y también de buena parte de su base electoral. Debe iniciar una nueva andadura en la búsqueda de soluciones compartidas, porque su intervención es necesaria.
Pues todo indica que va a ser quien gobierne el Estado español, ¿qué efectos puede tener?
El conflicto político es un problema de Estado y no del PP o del PSOE. Por tanto, es en esa dimensión donde habría que buscar soluciones estables y democráticas. Así se entendió en el Reino Unido y se encauzó el conflicto irlandés. Nosotros hemos señalado que el PP es necesario para alcanzar un proceso de soluciones integrales, de paz y nuevos consensos políticos. Hasta ahora el PP se ha enfrentado a todo lo proveniente de la izquierda abertzale. El transcurso de los hechos ha ido dejando en evidencia sus discursos pero sigue estancado en posiciones y exigencias cada día más inconsis- tentes. ¿Qué pasa si sigue así? Puede demorar el curso del proceso de soluciones, pero no detenerlo. El anhelo y deseo de la mayoría social se impondrán a base de trabajo, paciencia y perseverancia.
¿Cuál será la estrategia de la izquierda abertzale ante un posible gobierno del PP muy reforzado o incluso con mayoría absoluta?
El PP se encuentra ya con una posición y llamamiento claro de ETA para cerrar el ciclo de la confrontación armada. Además, tiene ante sí una opinión mayoritaria de la ciudadanía vasca favorable al reconocimiento del derecho a decidir. Y tiene también a un independentismo como posición política emergente, que con otros sectores políticos y sociales le emplazará a reconocer a Euskal Herria y respetar el derecho a decidir. El PP no podrá eludir el problema político de fondo. Un problema que está más a la vista que nunca. De seguir como hasta ahora, sin desprenderse de los sectores ultras que condicionan su política de suficiencia democrática, el PP puede ser una máquina de hacer independentistas.
¿Confía en que la comunidad internacional mantendrá su apuesta por una paz «justa y duradera»? ¿Existe algún compromiso?
Tengo motivos suficientes para confiar en el amparo internacional hacia lo que denominamos proceso democrático como única y real garantía para superar lo que en el concierto internacional se conoce como «el último conflicto armado de Europa». En cuanto al compromiso de los promotores internacionales, al menos hay una disposición positiva nacida de la Conferencia Internacional, que en su quinto punto recoge la creación de un comité de seguimiento de las recomendaciones acordadas, No tenemos duda de que la comunidad internacional se ha constituido ya en sujeto activo a favor de la resolución del conflicto.
Las propuestas de los líderes internacionales incluyen al Gobierno francés. ¿Cree que éste cambiará su posición tradicional y se implicará? ¿Las próximas elecciones son relevantes?
El Estado francés es parte del problema y por tanto deberá ser también parte de la solución, tanto en las consecuencias como en las causas. La propia Conferencia Internacional ha sido un claro exponente de la importancia que el arco político de formaciones de carácter estatal francés han dado al momento político actual con su asistencia. La articulación de una estrategia política con un acuerdo de mínimos lo más transversal posible y la activación social en Ipar Euskal Herria determinará el curso de los acontecimientos, mucho más que las próximas elecciones presidenciales. De París deseamos una implicación responsable, como la que tuvo en su momento histórico para dirimir el contencioso argelino y asumir en la mesa de negociación la independencia de Argelia.
La Declaración de Aiete pide una negociación entre los gobiernos y ETA sobre las consecuencias del conflicto, pero ¿se puede ir avanzando incluso antes en la política penitenciaria?
Un escenario como el que hemos vivido en este último año, con la declaración efectuada en setiembre del año pasado por ETA anunciando el cese de su actividad armada, que en enero se formalizó como un alto el fuego general y verificable, tenía que haber servido para que los gobiernos español y francés hubieran dado pasos en la humanización del conflicto. Pero ambos gobiernos han hecho oídos sordos…
¿Ha habido un cambio de posición de la izquierda abertzale sobre cómo y cuándo afrontar la situación de los presos?
La izquierda abertzale mantiene sus postulados de siempre, en el sentido de que una de las partes del conflicto, la relativa a las consecuencias, tiene en la vuelta a casa de todos y todas las presas políticas y exiliados y exiliadas una de sus piedras angulares. Su vuelta a casa obedecerá inequívocamente a un acuerdo en bloque que la organización ETA deberá alcanzar con los gobiernos español y francés. Si nos atenemos a otros procesos como el sudafricano o el norirlandés, apreciaremos que hubo acuerdos colectivos entre las partes que dieron lugar a salidas individualizadas. Es una cuestión legal, de formalidad legal que con toda probabilidad se utilizará en el caso de los presos y presas políticas vascas y exiliados y exiliadas.
¿Y qué entienden por amnistía?
Lo que la izquierda abertzale ha entendido históricamente. La amnistía como el escenario político resultante de la superación del conflicto y, por tanto, de las razones que daban lugar a una realidad de múltiples violencias y a la existencia de personas presas y exiliadas por motivaciones políticas.
En Aiete mencionaron a Arnaldo Otegi. El Estado lo ha convertido en símbolo. ¿Qué van a hacer con ese capital político?
En la Conferencia Internacional hicimos una referencia especial al compromiso que el Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPKK) ha adoptado con el Acuerdo de Gernika y, al mismo tiempo, recordamos la existencia de decenas de presos y presas militantes de diferentes organizaciones de la izquierda abertzale por la única razón de haber desarrollado actividades políticas. Y en esa realidad situamos las figuras de Arnaldo Otegi y de Rafa Díez. La estrategia represiva del Estado español ha situado a Arnaldo como un símbolo de la resistencia vasca, como en su día lo fueran para sus causas Mandela o Castro, o en la actualidad lo es Ocalan. La izquierda abertzale va a desarrollar una dinámica que se está preparando, que será personalizada en Arnaldo y sostenida en el tiempo, de denuncia y de exigencia de su puesta en libertad en el contexto de la exigencia de la vuelta a casa de todas y todos los presos políticos.
¿Cómo afrontan la cuestión de las víctimas?
Este tema está siendo utilizado y manipulado de forma inmoral contra la izquierda abertzale. Para algunos es el parapeto político para evitar otros temas y sobre todo para no asumir responsabilidades. El de las víctimas es un tema que está en nuestra agenda política. Es algo que también necesita de un tratamiento compartido, entendemos que todos tenemos que hacer una reflexión colectiva en torno a las víctimas y al sufrimiento de tantos años. El dolor, el sufrimiento ha sido y es múltiple y no se puede diferenciar en escalas o clasificar según los autores de la violencia. No aceptamos la presión que se nos hace para realizar lecturas unilaterales. ¿Qué lecciones nos van a dar los herederos políticos del franquismo que aún siguen manifestando que fue un periodo de placidez, que lección nos va a dar el PSOE del GAL, qué lección el PNV que en estos años ha tomado cierta distancia ante las consecuencias de la criminalización de la izquierda abertzale…?
La lucha política en este momento ¿es por la hegemonía política en el campo abertzale o por la centralidad del país?
Este momento histórico no puede ser de luchas partidarias. En el análisis que hacíamos junto a EA y Alternatiba cuando les propusimos a Aralar y al PNV encarar conjuntamente las elecciones del 20-N, decíamos claramente que la partida en este momento es entre Euskal Herria y los estados, y así lo mantenemos.
¿Cuáles son sus relaciones con el PNV? ¿Es cierto que ha actuado de correo a La Moncloa?
La relación es buena, es fluida y ambas partes coincidimos en que la prioridad del país a día de hoy es construir un escenario de paz y normalización política progresiva hasta llegar a la plena, que el PNV sitúa en el nuevo estatus con el derecho a decidir y la izquierda abertzale sitúa en el reconocimiento nacional de Euskal Herria y su derecho a la autodeterminación. Esa coincidencia posibilita ciertas dinámicas de forma absolutamente discreta, pero de ello en absoluto se puede derivar en que una parte marque a la otra directrices ni nadie sea correo de nadie.
¿Y con el PSE-PSN?
La izquierda abertzale tiene un canal de comunicación con el PSE, de menor escala con el PSN, pero no hay una relación oficial. Cuando Jesús Egiguren dice que los socialistas han perdido estos dos años y no han dado pasos en la tarea de buscar soluciones compartidas, no hace más que corroborar lo que es el pensamiento dominante en la opinión pública vasca.
Concluimos. Tras la decisión de ETA, ¿se acabó el tiempo de la unilateralidad?
Buena parte del éxito de la izquierda abertzale se sustenta en la unilateralidad, y debe sentirse orgullosa de haberla mantenido ante tanta obstrucción, represión, desdén y exigencia. Ahora hay que pasar de una vez por todas al tiempo de las bilateralidades por parte de los estados y al de las multilateralidades de formaciones políticas y sindicales. Les ha llegado la hora de actuar a todos los que llevan años en el patio de butacas. Pero la izquierda abertzale es consciente también de que no puede ni debe abandonar su política de decisiones y compromisos unilaterales; se ha evidenciado que son inversiones y hacen que la ciudadanía se involucre por la paz y un marco democrático.