Su cabeza está ahora en la República. El proceso constituyente escrito todavía «en una pizarra» pero que, en teoría, debería abocar a España a un cambio completo de régimen, y no sólo a la caída del rey Juan Carlos o de su hijo, el príncipe Felipe. Pero Julio Anguita (Málaga, 1941) no guarda su opinión […]
Su cabeza está ahora en la República. El proceso constituyente escrito todavía «en una pizarra» pero que, en teoría, debería abocar a España a un cambio completo de régimen, y no sólo a la caída del rey Juan Carlos o de su hijo, el príncipe Felipe. Pero Julio Anguita (Málaga, 1941) no guarda su opinión sobre la federación de la que fue coordinador durante 11 años, Izquierda Unida. Y tampoco del PCE. O de la situación de la izquierda en Europa. De todo ello reflexiona en esta segunda parte de la larga entrevista que Público le hizo en su ciudad, Córdoba , con motivo de la Conferencia Republicana que ayer celebró su partido, y de la que él ha sido el ponente.
¿Se siente cómodo con la actual dirección de IU y con la del PCE, dirigidos hoy por Cayo Lara y José Luis Centella, respectivamente?
Me siento cómodo en la situación en la que estoy. Estoy en segunda línea, con mucho trabajo, pero sigo combatiendo. No tengo las tensiones inherentes a la presencia en primera línea, en la que no quiero estar. La mía es una militancia cómoda. Quizá sea la época de participación política en la que mejor me siento.
Se lo preguntaré de otro modo, ¿IU y el PCE lo están haciendo bien?
[Se lo piensa] IU hace lo que puede dada su situación actual. Soy de los que valoro el trabajo y la personalidad de Cayo Lara. Pero para mí IU adolece de no tener un sentido de colectivo estatal. No ve el horizonte en la inmediatez de un ayuntamiento.
¿Pero por qué IU no crece más en las encuestas? El ‘Publiscopio’ de noviembre le atribuía un 6,5%, frente a un 3,77% de las generales de 2008.
Lo que estoy diciendo tiene mucho que ver. Ese discurso de Cayo, que yo comparto de la A a la Z, quisiera verlo repetido en la teoría y en la práctica , pero lo que no se puede hacer es pensar en apoyar una huelga general y después pensar en si en mi ayuntamiento voy a pactar con los socialistas. Es una incongruencia que no entiendo. Hay que acabar con eso.
De hecho, uno de los puntos más polémicos del informe del coordinador en el último Consejo Político Federal aludía a la necesidad de reflexionar sobre la reedición de los pactos de gobierno con el PSOE tras las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo de 2011. ¿Deberían romperse esos acuerdos?
Ya respondí a esta cuestión en el último número de Mundo Obrero . Partimos de una falacia: crer que en España existe el reparto entre dos fuerzas al modo y uso de Europa. Es mentira. La derecha española no es la derecha europea. Sus postulados, sus maneras son totalmente retrógrados. Pero el PSOE ni es socialista ni es socialdemócrata. Pues bien, no se puede votar en un ayuntamiento a un PSOE que en el Estado despliega una política social, porque en ese municipio también se refleja la política general. Si no hay un acuerdo sobre un programa, vote al alcalde del PSOE y pase usted inmediatamente a la oposición, y una vez allí, negocie punto a punto cada tema. La historia de las pinzas [con el PP] se guarda ya en un arca porque es la idea más suicida y perversa que podemos tener. Y si se firma un acuerdo programático transido de línea política general -no olvidemos que somos una fuerza de carácter nacional, estatal-, necesitaría una comisión de seguimiento que se tiene que reunir cada cierto tiempo y tomar decisiones.
¿Se cree la refundación de IU, tal y como está marchando?
El primer documento de refundación fue el que yo hice, en 2008. Tal texto fue aprobado por el PCE en su Conferencia Política de junio de ese año. Los militantes del partido tenían que haberlo defendido en la IX Asamblea Federal de IU, en pura lógica.
Pero lo que se debatió y votó fue el documento de tesis, elaborado por la cúpula del partido.
Como lo ignoro, no lo digo. En mi texto yo decía que las direcciones debían ir cambiando, que había que hacer un debate de abajo arriba, poner a cero los censos… Esa primera parte parece que no se ha cumplido, que hay reticencias. Yo constato que el documento que escribí y el que aprobó el partido no se parece mucho a lo que hay .
¿De qué reticencias habla? ¿Dónde y cuándo se pondrá el punto final a la refundación?
Para mí IU ha sido y es la construcción de una alternativa de sociedad, de modelo de Estado y de gobierno, que tiene que trabajar desde abajo. Eso exige un tipo de organicidad como la elaboración colectiva, que se ha abandonado, y también un tipo de oposición como he señalado, otra forma de hacer política y de funcionar en las instituciones. Llegar a las instituciones no debe ser nuestra meta . Es un paso interesante, pero es un paso. Debemos recobrar el sentido de colectivo, de proyecto estatal, desde los Pirineos a Canarias.
Le insisto: ¿tiene confianza en la refundación?
Si es como yo la pensé y aprobó el PCE… No sé, porque ahora primarán los temas electorales. Sobre la gente pesa mucho qué pasará en 2011, cómo llegaremos a los comicios. Pero las posiciones tacticistas han muerto, hay que rediseñar la estrategia, reformular la utopía .
Pero IU ya corre peligro. Su representación hoy en el Congreso es mínima: dos diputados, uno de ICV.
Hay dos maneras de perder: yendo al asalto descabellado, desligado de la gente, y otra, consumirse como un brasero.
¿Qué papel debe tener el PCE?
El PCE, tal y como lo concibo y lo expresé también en 2008, esuna entidad pensante y combatiente (teoría y acción), pero su mensaje, sus convicciones, expresadas directamente a la ciudadanía, no se entienden. Debe haber un aparato mediador con el que se está de acuerdo en torno a la práctica, en la elaboración de un programa. Así se concibió IU. Eso significa que el PCE tiene dos obligaciones : su funcionamiento regular y también su implicación en entidades colegiadas o colectivos, sea IU u otra cosa. No entiendo la reduplicación de estructuras. No estoy pidiendo un partido de académicos, de gente con título. Pablo Iglesias [el fundador del PSOE] era intelectual, y he conocido jornaleros de mi partido que eran intelectuales.
¿Sigue defendiendo la ‘teoría de las dos orillas’? ¿IU ha retomado su legado?
Nunca me he enfadado con lo que de nosotros hayan podido decir los otros, pero siempre me sacaba de quicio que el discurso aprobado por los órganos de IU fuera contestado por los mismos que lo aprobaron. Eso es una práctica deshonesta. Yo nunca dije que PSOE y PP eran lo mismo. El castellano diferencia entre el verbo ser y estar . Lo expreso con otro ejemplo: un alfil blanco y otro negro se diferencian por el color, pero en el tablero… son lo mismo. La política económica, social, internacional, cultura… de PSOE y PP son una manifestación de un pensamiento conservador. Yo no fui el dogmático que no quise saber nada del PSOE. Le ofrecí pactos a Felipe González y no firmé la moción de censura contra él, como quería José María Aznar. Por tanto, ¿con el PSOE a toda costa? Nunca. Tendría que reproducirse una situación extrema , que pudiera recordar al Frente Popular [de 1936]. ¿Que viene la derecha? Sí, pero la política de derechas también la hace [José Luis Rodríguez] Zapatero.
¿IU entonces tiene más perfil que en la etapa de Gaspar Llamazares, de 2000 a 2008?
Veo a mi coordinador bien, aunque las cosas no son iguales en todos sitios. Sentarnos en un sillón para poner nuestras posaderas, sin saber bien qué podemos hacer, no merece la pena.
¿Por qué hay dirigentes y militantes que se van de IU? Porque se sigue yendo gente…
Ha habido un goteo constante, sí, y todos tienen su historia…
¿El proyecto de IU puede resultar excluyente?
Voy por partes. Tenemos varias salidas en la época de Santiago Carrillo . Unos pensaban que el partido debía democratizarse… Ha habido un problema en IU que nunca resolvimos: las alianzas. En Francia, los dirigentes han vivido la unión de comunistas y socialistas. Pero aquí, en el franquismo, al no existir el PSOE, el concepto de alianza era otra cosa: capas sociales, movimiento, programa. Yo siempre abogué por la unidad, pero sobre un programa. Nunca se me dijo. Y ahí tienen ustedes a Nueva Izquierda, en el PSOE, aguantando unas disciplinas que en IU no fueron ni la décima parte. Por no hablar de ilustres secretarios de Estado [Diego López Garrido]. Luego IU no despega y la gente quiere tener su puesto al sol .
«Ser joven no implica que se sea mejor. El mito de la juventud me la trae al fresco»
Al estar todo el día moviéndonos en el vaivén, llega un momento de fijar posiciones. Discutamos sobre alianzas sin subterfugios. Al final, se impone por la vía de la práctica ser el báculo del PSOE. Yo creo que con el PSOE hay que llegar a acuerdos programáticos, pero los justos, los cabales, sin engañarnos y sin engañarnos nosotros mismos.
¿Pero la casa de IU es hoy acogedora? Hay gente que se sigue yendo, en pleno proceso de refundación.
Todavía en IU existe gente que es inquieta. No tenemos acciones de poder. Lo que pasa es que no hemos sabido canalizar esa rebeldía.
Un ejemplo que le han mencionado mucho es el de la actual ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, persona de su confianza y que usted consideraba amiga.
No quisiera hacer de esto una revista rosa. Mis hombres de confianza total y absoluta en IU eran Víctor Ríos, Paco Frutos o Salvador Jové. Rosa fue de mi confianza exclusivamente parlamentaria . Fue así, y no de otra manera. Otra cosa es que yo la conociera de Córdoba desde hacía mucho tiempo y que yo apoyara su candidatura como alcaldesa cuando fue designada por los compañeros de Córdoba yendo el último de la lista. Pasó el tiempo y no coincidimos, y nadie me oyó decir ni pío hasta abril de 2009 [cuando el presidente andaluz, José Antonio Griñán, la aupó a la Consejería de Obras Públicas]. Ahí dije que era un acto de transfuguismo. Ya está. No quiero hablar de esto mucho.
¿Por qué IU no ha promocionado a una generación de líderes jóvenes? A parte del electorado le puede resultar una fuerza con una clase dirigente poco renovada.
Ser joven no significa en absoluto que se sea mejor, o más de izquierdas. La dirección es cuestión de inteligencia y de juventud de pensamiento. El mito de la juventud me la trae al fresco. Lo que hace falta es remover las direcciones, como yo propuse. Pero yo no hablaba de que entrase gente con pocos años.
¿Qué ocurre para que en España y en Europa triunfen los partidos de derecha? ¿Qué culpa tienen la izquierda y los sindicatos?
La izquierda ha sido una aplicación herética de la derecha, ha participado del mismo modelo que ella. Cuando cayó el Muro de Berlín, la socialdemocracia se alzó como portavoz de la izquierda, y no dio la talla. Los sindicatos apoyaron el crecimiento sostenido, apoyaron el Tratado de Maastricht [de 1992] claro que tuvieron su responsabilidad en toda Europa. Se pusieron el dogal. Claro, se podía decir que entonces era muy difícil sustraerse a lo que decían los medios, a lo moderno. ¡Hicieron de la palabra modernidad la trampa para derechizarse! Bajo esta palabra la izquierda ha hecho sus peores disparates.
Ahora la izquierda está sin política, sin proyecto y sin ideas , cuando su modelo pasa por la contestación del mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido, la trinidad del capitalismo. A esa situación se ha conducido ella solita. ¿Qué veremos en las próximas elecciones?
La pelea de dos marcas distintas y de una sola política, con diferencias adjetivas, accesorias , pero no fundamentales, no estructurales.
¿Pero por qué los ciudadanos no confían en la izquierda alternativa?
Los ciudadanos también tienen su parte de responsabilidad, aunque están mediatizados, porque la prensa media desde sus intereses económicos y editoriales. Luego hace falta una imagen, pero no la que crean los laboratorios. Hace falta crearse la estirpe de dirigentes, no el flan y la compota de los líderes de hoy.
Pero la izquierda debe hablar de derechos y de deberes , al mismo nivel. Hace años, vi un cartel de Largo Caballero en la sede de UGT de Cartagena que decía: «A los trabajadores, hay que decirles la verdad, aunque no les guste». Es la verdad. Siempre me negué a decir que el partido defendía a los trabajadores. El PCE lucha con los trabajadores que quieren pelear, y si no que aguanten con lo que hay . El partido está contigo, en la vanguardia, pero no es tu redentor, tu abogado defensor. Si no, se hace un discurso aparentemente de izquierdas, pero muy reaccionario en el fondo: a la gente no la haces participar, la representas. Y eso va contra los principios de la izquierda.
–Julio Anguita, sobre la República como la solución a la crisis (1ª parte de la entrevista)