El documental ‘Inside Job’, ganador del Oscar en esa categoría, es la más conocida entre las películas que se han propuesto explicar la crisis. La respuesta de Hollywood a la depresión económica ha abordado el problema desde un punto de vista un tanto ingenuo.
No nos engañemos: la cosecha de material cinematográfico que aborda la salvaje crisis que padecemos no sobresale ni por sus análisis rigurosos ni por sus propuestas audaces, por lo menos la recogida en salas comerciales. Tampoco por su abundancia. Únicamente cuatro cintas han destacado, todas ellas documentales, pues ha sido este género el que más atención ha despertado, sobre todo a raíz del Oscar que recibiera Trabajo Confidencial (Inside Job, Charles Ferguson) hace unos meses. ¿Pero realmente se puede esperar una crítica de calado hacia un fenómeno económico típicamente capitalista de una expresión artística claramente subordinada al capitalismo?, ¿puede esperarse un honesto compromiso con la verdad, por ejemplo, de Inside job, sabiendo que ha sido producida por una multinacional, la japonesa Sony? Al contrario, no nos extraña que Ferguson haya tenido buen cuidado en circunscribir sus ataques a Wall Street y Washington para, por otro lado, envainarnos al especulador y enfant terrible Georges Soros como un filántropo repleto de buenas intenciones y sabios consejos y ataviar a los ministros de finanzas europeos con el disfraz del capitalista amable.
Los dos sistemas El resto de los documentales estrenados no se aparta demasiado de esta tesis de los dos sistemas. Tanto La doctrina del shock (Michael Winterbottom y Mat Whitecross), Vamos a hacer dinero (Erwin Wagenhofer) como Capitalismo, una historia de amor (Michael Moore) localizan la causa de los desajustes en la desregulación económica teorizada por los neoliberales. Especialmente meticulosa es La doctrina del shock que, siguiendo las ideas de Naomi Klein, tiene a bien descubrirnos el Mediterráneo de que algunos gobiernos, instigados por las multinacionales occidentales, aprovechan cualquier conmoción social, provocada o fortuita, para aplicar el programa neoliberal e impulsar así una distribución regresiva de la riqueza. Evidenciado el mal, los cineastas identifican a los culpables.
Klein, Winterbotton y Whitecross se ensañan con Milton Friedman y sus Chicago Boys; Wagenhofer elige como diana al liberal Friedrich Hayek, sin olvidarse de ciertos avariciosos empresarios; Ferguson la toma con Alan Greenspan (director de la Reserva Federal) y los directivos de unas cuantas empresas financieras, y Michael Moore, además, azota a los políticos yanquis. Cercados los criminales, inmediatamente surge la interpelación indignada: ¿por qué estas personas se comportaron así?, ¿cómo pudieron hacernos esto a nosotros? Las respuestas abarcan un amplio espectro pero acaban enfangadas en el chapapote de la ética o de la psicología individual. Así, Moore nos sorprende anatematizando el capitalismo como anticristiano, Wagenhofer afeando la avaricia de los banqueros y señalando la ignorancia de los gobernantes y Ferguson indagando en la degeneración moral de Wall Street. Si el mal es el neoliberalismo y la desregulación, si los culpables son los pillos que dirigen el sistema financiero y político, las soluciones no son tan difíciles de seguir: basta con cambiar de normas y de equipo. Moore y Klein apuestan por un nuevo Roosevelt y un recuperado New Deal: Barack Obama y sus promesas keynesianas. Ferguson, en cambio, prefiere las falsas proclamas reguladoras de Georges Soros y los ministros europeos.
Deudocracia Atónitos ante tanta candidez nos zambullimos en internet para toparnos con una cinta griega realizada con apenas 8.000 euros obtenidos por aportaciones ciudadanas, ajena a los circuitos de producción, distribución y exhibición capitalistas y, por tanto, emancipada de las ataduras de la «libertad de expresión burguesa». Deudocracia (Katerina Kitidi y Aris Hatzistefanu) ancla la actual crisis en otra de mayor calado, que no es otra que la iniciada en 1973, para acabar centrándose sólo en un aspecto de la misma, la deuda internacional griega, presentándola como una dimensión de la lucha de clases internacional y, por tanto, repleta de un fuerte componente político. ¿Su propuesta? La simple suspensión de una deuda considerada ilegítima, la ruptura pura y dura, la resistencia. ¿Qué, si no, nos queda?
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Hollywood-busca-y-encuentra-al.html