En homenaje póstumo a Olga Lucía Castillo [1972-2023], ejemplo de lucha y dignidad.
No sé cuándo fue la primera vez que escuché su nombre. Seguramente cuando en el 2008 empezaron a circular algunas informaciones fragmentarias sobre la violación de una niña de doce años perpetrada por dos militares de los Estados Unidos en Melgar. Sin embargo, aunque sabia de ese hecho y lo podía contar, el nombre de Olga Lucía Castillo no se me quedó grabado en ese momento.
En 2014, como miembro de la Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas, en el ensayo sobre la Injerencia de los Estados Unidos escribí un breve parágrafo consagrado al tema del Imperialismo sexual. Allí me encontré con el nombre de Olga Lucía Castillo e incluí su dramática experiencia como una prueba fehaciente e indiscutible de las violaciones, abusos y vejaciones de índole sexual cometidas por militares y contratistas de los Estados Unidos, con plena impunidad
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