Wert presenta la séptima reforma educativa de la democracia. Una vez más se hace una reforma educativa sin ser consensuada ni a nivel político ni con el sector educativo, ni con los agentes sociales. Esta reforma todavía es más grave pues se ha ignorado a la comunidad educativa y lo que es peor, se ignora […]
Wert presenta la séptima reforma educativa de la democracia. Una vez más se hace una reforma educativa sin ser consensuada ni a nivel político ni con el sector educativo, ni con los agentes sociales. Esta reforma todavía es más grave pues se ha ignorado a la comunidad educativa y lo que es peor, se ignora por completo todo el saber científico, que sobre educación existe en la comunidad internacional.
La mejor forma de saber, lo que significa esta reforma y que esconde en ella, es leer lo contrario de lo que dice el ministro Wert (cualquier persona ya puede ser ministro). Entonces entenderemos lo que realmente es. Es decir, como el PP nunca dice la verdad, leamos al contrario de lo que dice.
Después de treinta y seis años como docente, y haber pasado por todos los niveles educativos de la misma, he leído el proyecto presentado y con mi experiencia, he sacado la conclusión de que esta reforma es la peor de las siete que he vivido y que nos retrotrae a los años de 1960. Es imposible mayor barbaridad educativa. Veamos algunos aspectos.
Uno de los problemas más graves de todas las reformas educativas es que se diseñan proyectos y luego estos no van acompañados del correspondiente presupuesto. En el caso de la reforma Wert no es que lleve presupuesto, sino que hasta 2015, se habrán recortado en educación unos 10.000 millones de euros.
El tener presupuesto es una condición necesaria e imprescindible para el éxito, siempre que se haga de forma eficiente. Lo que no es verdad, y lo demuestran todos los demás sistemas educativos es que es imposible que mejoren los resultados con menor inversión. Es una más de las muchas falacias, que vierte el tertuliano-ministro, que nunca ha pisado un aula de primaria o secundaria.
El premio Nóbel de Economía, James Heckman, demuestra que, por cada euro invertido por niño, el rendimiento que se logra es de un 7-10% anual a lo largo de la vida. Todo lo que se invierte en prevención se ahorra posteriormente en reinserción. La inversión en educación crea sociedades más cohesionadas y con una mayor calidad democrática.
Otro aspecto muy llamativo yendo en contra del saber educativo, es su clara voluntad segregadora. Los países que segregan a edades tempranas tienen resultados menos igualatorios, es decir, hay una mayor relación entre el status socio-económico de la familia y los resultados escolares, lo que significa una reproducción automática de las clases sociales.
Si analizamos los resultados de las pruebas PISA, se ve claramente un incremento de las desigualdades en los países que segregan. El proyecto PISA valora que, uno de los puntos fuertes de la educación española es la equidad del sistema y esto es lo que pretende desmontar el ministro Wert y el PP. Podemos leer el informe, que la OCDE publicó a comienzos del año 2012 sobre la equidad de los sistemas educativos y verán como todo él, es un varapalo completo a la propuesta del PP y de Wert.
Es un escándalo que el anteproyecto del PP condene al fracaso escolar, la no obtención del título de la ESO a quienes cursen Formación Profesional Básica.
Tanto Wert como el PP no entienden que significa la palabra educación y ello se nota cuando la consejera de educación de la Comunidad de Madrid, Figar, llegó a proponer cambiar el nombre de educación por el de instrucción. Los que trabajamos en el sistema educativos entendemos como algo fundamental que se desarrollen una serie de valores, humanos, sociales, democráticos en la persona, mientras que en la instrucción sólo se preocupan exclusivamente del conocimiento abstracto. Los educadores queremos formar personas para la sociedad. El PP trabajadores dóciles y sin criterio crítico alguno.
Reducir el número de asignaturas como propone la reforma, centrándose en unos contenidos mínimos, es regresar a lo que el franquismo denominaba «volver a lo básico». Esto supone, reducir asignaturas que desarrollan la creatividad y el espíritu crítico. Esto ya se desarrolla en el mundo universitario con el llamado plan Bolonia donde campa a sus anchas la mercantilización de la educación y que ha provocado la reducción de forma muy significativa de aquellas enseñanzas de humanidades y artísticas, por considerarlas poco rentables para el mundo de la empresa y el mercado.
Esta es una demostración más del clasicismo de la propuesta actual del PP, cuya única finalidad es lograr mano de obra barata y flexible, dotando de unos conocimientos básicos que permitan acceder a un mercado laboral degradado y sin el menor espíritu crítico. Buscan una masa laboral, acrítica, dócil y sumisa.
Todo su proyecto refuerza el proceso de privatización con el desmantelamiento de la escuela pública, rompiendo el status quo pública-privada. Esto significa volver a la escuela franquista, es decir, el retorno a la escuela para pobres y la universidad sólo para ricos, en el más puro estilo franquista de mitades del siglo XX.
Otro aspecto reseñable es su apuesta por dos aspectos que son loables, en primer lugar seguir introduciendo las nuevas tecnologías en la aulas, pero para esto es necesario tener medios tecnológicos y profesores preparados, esto se hace mediante inversión a medio y largo plazo y como vemos no hay dinero, sino que cada vez habrá menos.
El segundo aspecto llamativo es el desarrollo del aprendizaje del inglés con lo que estoy de acuerdo. Pero no deja de ser un simple brindis al sol cuando no se ponen medios.
La experiencia del inglés en España que se ha ido desarrollando, nos debería llevar a una larga y profunda reflexión sobre la forma que se lleva a cabo, pues desde mi punto de vista está siendo errada, en el sentido que conseguimos que se mejore el inglés, a cambio de un profundo empobrecimiento cultural general de estos alumnos. Hay otros métodos, que desde mi punto de vista serían más eficaces, pero claro, supone más inversión y cambiar mucha de la filosofía ministerial.
Mención especial para la llamada «educación diferenciada», proyecto educativo propio de principios del siglo XX, basada en la pura discriminación sexual, siguiendo la misoginia, que históricamente sufre la Iglesia católica respecto a todo lo sexual. No son centros educativos sino centros de ideología basada en el fundamentalismo cristiano más retrogrado como lo es el OPUS DEI que lo promueve y patrocina.
La recentralización que plantea en todos los órdenes el PP está reflejada también en esta reforma, quitando competencias y currículos a las comunidades autónomas, saltándose principios constitucionales básicos y siendo una muestra más de la ideologización de dicha reforma educativa.
Deben saber, que roto el status quo pública-privada, significa que cuando desaparezca el PP tendremos el mismo derecho los defensores de lo público, de luchar por acabar con la elitista educación privada pagada por el Estado. La existencia actual de la educación privada concertada se la deben al socialista Felipe González que no tuvo el valor de acabar con estos privilegios.
Opongámonos a la destructiva reforma educativa, que el PP propone para nuestro país y que refleja el franquismo más rancio que anida en dicho partido.
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