Hoy estaba en una asamblea con el colectivo que comparto luchas, ilusiones y utopías, La Guerrilla Comunicacional. Estábamos construyendo lo que serán nuestros proyectos para este 2019 que justo acaba de comenzar.. Llueve y hace frío. Y de repente la dolorosa noticia: ¡Lolo Rico nos ha dejado! Si os digo que ha sido un suplicio […]
Hoy estaba en una asamblea con el colectivo que comparto luchas, ilusiones y utopías, La Guerrilla Comunicacional. Estábamos construyendo lo que serán nuestros proyectos para este 2019 que justo acaba de comenzar.. Llueve y hace frío. Y de repente la dolorosa noticia: ¡Lolo Rico nos ha dejado! Si os digo que ha sido un suplicio para mi acabar este encuentro, me quedo corto. Como se suele decir, la procesión la he llevado por dentro.
Vuelvo a casa y no dejo de pensar en Lolo. Me duele, mucho. Noto un dolor intenso. Algo parece desprenderse de mi. Y si, es mi infancia que está muriendo.
Querida Lolo, cuando era niño, entre pegarle palos a una rueda o jugar al churro, mediamanga, mangotero, los sábados por la mañana me los guardaba para ponerme delante del televisor. Viajaba a Tetrodia de la mano de aquellos electroduendes que despertaban en mi cerebro destellos en forma de interrogante. Disfrutaba de La Bola de Cristal, el mejor programa infantil y juvenil que se ha mostrado por televisión. Inyección de libertad en vena, rayos y centellas, marxismo puro y, por fin, un programa que no me trataba como un idiota, sino como un ser pensante.
Ese programa lo pariste tu, Lolo. Y con él mi infancia, mis primeros años juveniles:
…Zum zum faradio faradio,
zum zum y me importa un vatio.
¿Qué tiene la bola que a todo el mundo le mola?
Te sientas enfrente y es como el cine
todo lo controla, es un alucine.
Es como un ordenador personal.
¡ES LA BOLA DE CRISTAL!
Y crecí.
Años más tarde, muchos más, el destino quiso que nos encontrásemos. Te abracé. Te besé. Te di las gracias por ayudarme a crecer. Compartí contigo momentos increíbles. ¡Qué sabiduría la tuya! Y me regalaste la oportunidad de hacerte un documental: Lolo Rico: la mirada no inventada.
Contra vientos y mareas sacamos la película adelante. Nadie nos lo puso fácil, ni TVE que nos mangoneó. Pero lo conseguimos. Y recuerdo que me lo agradeciste. Te dije: «Tú me diste la infancia, yo te correspondo con este humilde trabajo sobre tu memoria, tu historia y tu lucha por la libertad».
Eras madre, escritora, realizadora, comunista, feminista y ecologista…, eras imprescindible. Fuiste libre y te has ido libre. Por todo ello eras molesta, te tenían apartada. Te cerraron La Bola de Cristal, te engañaron con Los Pepones (que después acabaron siendo Los Guiñoles en Canal+), te censuraron los documentales, pero tu nunca agachaste la cabeza. Mirada alta, dignidad de roble y libertad a mansalva. No te achantaste nunca.
Y anoche te fuiste, de madrugada, en silencio para no despertar a nadie. Libre, con los pies descalzos y caminando por la Playa de la Concha. Hoy muere esa parte de mi infancia en la que me enseñaste a crecer, a pensar. Pero vivirás dentro de nosotras hasta que logremos una revolución, que tanta falta nos hace y que tu tantas veces reivindicaste.
Julio Suárez. Cineasta
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