El próximo 29 de marzo iré a la huelga; por razones individuales y colectivas; por mí y por los demás. Iré a la huelga porque sería vergonzoso no secundar la protesta cuando nos jugamos tanto, en presente y en futuro. Iré a la huelga porque en sólo dos años me han sableado de la nómina […]
El próximo 29 de marzo iré a la huelga; por razones individuales y colectivas; por mí y por los demás. Iré a la huelga porque sería vergonzoso no secundar la protesta cuando nos jugamos tanto, en presente y en futuro. Iré a la huelga porque en sólo dos años me han sableado de la nómina más de doscientos euros, mientras se sigue regalando dinero a los bancos para que jueguen con la deuda soberana, dinero que no fluye a la economía real. Iré a la huelga porque aquellos que no provocamos esta crisis, ni tiramos la casa por la ventana, ni hemos pisado en la vida un casino, la estamos pagando; mientras crece un abismo entre ricos y pobres.
Iré a la huelga porque en Grecia la eliminación de los convenios colectivos y su sustitución por acuerdos individuales entre trabajador y empresario ha provocado ya la reducción en un veinte por ciento de los salarios, y otro tanto sucederá en España con la reforma laboral, al amparar el descuelgue de los convenios colectivos para rebajar sueldos o cambiar condiciones de trabajo. Lo tomas o lo dejas. Iré a la huelga porque la reforma laboral cambiará empleo estable por precario, y permitirá despedir todavía más barato, hasta gratis en los nuevos contratos, y sin autorización administrativa. Haré huelga porque ningún gobierno se había atrevido a tanto.
Iré a la huelga porque no creo en políticas de recorte, ni en sacrificios hueros, ni en la macabra obsesión por el déficit, porque sólo perjudica a los más desfavorecidos, hunde el consumo y la economía, y su verdadero objetivo es desmantelar los servicios públicos para dar entrada a la empresa privada en sectores tradicionalmente fuera de su alcance. Iré a la huelga porque estos defensores a ultranza de la austeridad no predican con el ejemplo ni en su vida cotidiana ni allá donde gobiernan. Iré a la huelga porque no quiero morirme sin disfrutar de una jubilación digna y descansada, y me niego a incrementar mi productividad currando de sol a sol como una china.
Iré a la huelga porque no quiero empleos basura ni sueldos miserables para mis descendientes, y tampoco para los hijos de otros. Iré a la huelga porque estoy harta de que llamen reformas a los recortes, de que flexibilizar equivalga a retroceder en derechos, y de que nunca se reforme la fiscalidad para recaudar más entre los que más tienen. Iré a la huelga porque la ideología amparadora de la explotación laboral, que algunos peligrosamente adoran, es mucho más trasnochada que los sindicatos o sentirse de izquierdas.
Iré a la huelga porque ellos tienen el poder de la fuerza y del engaño, pero nosotros somos más. Iré a la huelga porque el miedo es nuestro peor enemigo, y la docilidad resignada su excusa más clásica. Haré huelga aunque me cueste caro el ejercicio de mi derecho. Iré a la huelga porque me sentiría inerme si no lo hiciera. Iré a la huelga porque quiero creer en un futuro mejor. Para hacerme oír y respetar. Porque no podemos permitir que se salgan con la suya.
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