Parece que su sola mención por parte del nuevo coordinador general de Izquierda Unida le ha puesto los pelos de punta al establishment, empezando por su periódico -que le dedica un jugoso editorial- y terminando por algunos líderes sindicales que, según su titular de la noticia, «descartan la huelga general». Particularmente en su editorial, viene […]
Parece que su sola mención por parte del nuevo coordinador general de Izquierda Unida le ha puesto los pelos de punta al establishment, empezando por su periódico -que le dedica un jugoso editorial- y terminando por algunos líderes sindicales que, según su titular de la noticia, «descartan la huelga general».
Particularmente en su editorial, viene a relacionarlo con un «repliegue hacia el pasado» de IU, hacia la «identidad originaria, la comunista», reflexionando sobre el «lastre que hoy supone la identificación con esa ideología…», e incluso advierte de un posible choque con Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores, cuyos actuales dirigentes han hecho suya, como «seña de identidad», alternativa a la huelga, la «concertación social por el empleo».
Las alusiones de su editorial al «repliegue» y al «lastre» que supone una determinada ideología, aparte del tufillo casposo y propagandístico que desprenden, resultan cuanto menos patéticas, a la luz de las noticias que podemos ver todos los días en su propio diario respecto a un sistema que hace agua por todas partes, arrastrando al drama del paro, el desahucio y la más negra de las incertidumbres a millones de personas.
En cuanto a los sindicatos, decir tan tajantemente que descartan una huelga general en un país donde en cuestión de meses se han perdido un millón de empleos, donde la precariedad es el cáncer que corroe a nuestra juventud, donde sistemas de protección tan básicos como la salud, la educación o la atención a los mayores están en almoneda, o donde los salarios han perdido peso en el PIB en épocas de espectacular crecimiento de los beneficios empresariales, es algo que les retrata.
Ellos verán; el problema no es de IU, que refleja el sentir palpable de una buena parte de la sociedad que no entiende por qué tienen que pagar los de siempre, haga sol o diluvie. Y, por favor, no pretendan confundir la huelga con el hombre del saco, como en los viejos tiempos. Menos mal que ustedes son los modernos.