. La reciente reacción contra las viñetas danesas ofensivas contra el Profeta Muhammad, podrían reforzar la idea de que los árabes y los musulmanes son gente austera y muy seria. Sin embargo, un reciente informe de la agencia AFP sugiere que esta imagen está lejos de la realidad cotidiana. En realidad, los árabes se encuentran […]
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La reciente reacción contra las viñetas danesas ofensivas contra el Profeta Muhammad, podrían reforzar la idea de que los árabes y los musulmanes son gente austera y muy seria. Sin embargo, un reciente informe de la agencia AFP sugiere que esta imagen está lejos de la realidad cotidiana. En realidad, los árabes se encuentran entre los mejores caricaturistas del mundo. Los periódicos árabes están llenos de viñetas irónicas, que a menudo comunican ideas o sentimientos que no pueden ser expresados abiertamente, especialmente en algunos países. En El Cairo, Bagdad o Túnez el humor se ha convertido en una forma de venganza en contra de los políticos dictatoriales y burócratas corruptos. «El humor es humano y pretender que los musulmanes no ríen equivale a decir que no son humanos,» manifestó el dramaturgo argelino Slimane Benaissa. Como señala AFP, «lo que Occidente a menudo ignora es que este humor tiene sus raíces en una larga tradición que se remonta al propio fundador del Islam, que pidió a los fieles: «Alegrar vuestros corazones de vez en cuando, ya que cuando los corazones se entristecen, se convierten en ciegos.» «Al Profeta Muhammad le gustaban las bromas sanas,» señala el antropólogo Malik Chebel, que ha escrito algunos libros sobre el Islam y el humor. «El Islam no excluye el humor,» indica Chebel, «incluso aunque establezca algunos límites en este campo… ya que no puedes gastar bromas acerca de los profetas o de Dios.» En Egipto, el Canal Uno de la televisión nacional egipcia muestra a menudo filmes en blanco y negro de los años cincuenta y sesenta. En estas comedias, el principal personaje es siempre un hombre pobre, desafortunado, poco inteligente y completamente indefenso. En su trato con príncipes, ladrones, hombres de negocios, policías, danzarinas del vientre, suegras y bellísimas vecinas, todos los cuales son infinitamente más poderosos que él, la visión del protagonista ridiculiza todas las relaciones de poder en la sociedad egipcia. Nayib al Rihani, el principal cómico egipcio de aquella época, logró sus mayores éxitos con personajes de este tipo. En los años setenta y ochenta, Adel Imam se convirtió en el comediante más importante de Egipto y el mundo árabe, representando una vez más el papel de un hombre sin suerte y no muy brillante que continúa intentando alcanzar sus metas y fracasando en el intento, hasta que finalmente se salva porque se produce un milagroso final feliz. En sus películas y obras de teatro de mayor éxito, el gobierno no es un amigo en absoluto. Está ausente o es corrupto. En Irán, existe una figura cómica que ha estado presente desde la Edad Media hasta nuestros días: Mullah Nasruddin. «Un relato narra cómo Mullah Nasruddin se sentaba en la calle en los días de mercado. Los residentes locales llegaban y le ofrecían una moneda de mucho valor y otra de menos valor con el fin de divertirse viéndole siempre escoger la de poco valor. Cuando un hombre amable le aconsejó que cogiera la moneda de mayor valor, él respondió: «Pero si hago eso, la gente dejará de ofrecerme dinero para divertirse demostrando que soy más estúpido que ellos»,» señala AFP. Los árabes son maestros en la sátira política. Muchos periódicos árabes publican caricaturas irónicas sobre la actitud cobarde de los gobiernos árabes hacia las políticas imperialistas de EEUU e Israel, y el sufrimiento de la población palestina. Las viñetas son, de este modo, un medio indirecto, pero efectivo, de comunicar mensajes políticos y expresar la frustración social. Algunas películas árabes han sido duramente criticadas por algunos círculos occidentales debido a sus ataques contra los líderes israelíes, que son correctamente presentados como criminales sedientos de sangre. Una serie de televisión denominada «Cuentos de Terror» mostraba al primer ministro Ariel Sharon como un terrorista que bebía la sangre de niños árabes y mataba a prisioneros indefensos. El personaje de Sharon estaba representado por el actor kuwaití Daud Hussein. El entonces ministro de Exteriores israelí Simón Peres amenazó con quejarse a la ONU acerca de esta serie y el primer ministro belga Guy Verhofstadt la denunció como «un escándalo». La compañía gigante estadounidense Procter & Gamble y el fabricante de chocolates italiano Ferrero retiraron sus anuncios del programa como protesta. Sin embargo, a pesar de las presiones políticas y comerciales, tanto Kuwait como los Emiratos Árabes Unidos continuaron transmitiendo la serie, que alcanzó un gran éxito en el mundo árabe. El director de la Televisión de Abu Dhabi, Ismail Abdullah, rechazó las críticas señalando que Peres había perdido su sentido del humor. «En lugar de enfadarse con los medios de comunicación, Israel debería revisar sus propias políticas y dejar de matar a los palestinos,» manifestó Abdullah a la agencia de noticias de los Emiratos Árabes Unidos. Cabe señalar que muchos líderes occidentales que afirmaron apoyar la «libertad de expresión» en el caso de las viñetas ofensivas contra el Profeta Muhammad olvidan rápidamente sus principios cuando una película o serie critican a Israel.
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