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Ibiza: Destrucción, represión y resistencia

Fuentes: Corriente Alterna

Todavía llevo tierra de Ibiza adherida a los zapatos. Tierra húmeda de herida fresca, perfumada por raíz de sabina junípera, descuajada de pronto. Tierra agredida por máquinas apocalípticas, actuando impunemente bajo la protección policial enviada por un gobierno, supuestamente progresista, para proteger los negocios de destrucción de otro gobierno, de depredadores, caciques y negociantes. Tierra […]

Todavía llevo tierra de Ibiza adherida a los zapatos. Tierra húmeda de herida fresca, perfumada por raíz de sabina junípera, descuajada de pronto. Tierra agredida por máquinas apocalípticas, actuando impunemente bajo la protección policial enviada por un gobierno, supuestamente progresista, para proteger los negocios de destrucción de otro gobierno, de depredadores, caciques y negociantes. Tierra honrada, por la dignidad de los resistentes, por la fuerza de la razón, por la inmensa fortaleza atesorada en cuerpos aparentemente débiles, inexpertos e indefensos ante la brutalidad. Tierra que es nuestra tierra, pese a que un muro de silencio, mucho más alto que la distancia marina, intente evitar que el ejemplo ibicenco llegue a Mallorca.

En estos momentos, Ibiza es escenario de una orgía destructora, de presuntas ilegalidades y de imposiciones antidemocráticas. He visto con mis propios ojos la actividad enloquecida de la maquinaria pesada, dejando a su paso trozos de paisaje lunar, con métodos de demolición que recuerdan a Palestina, con la ciudadanía saturada de impotencia e indignación. La intención política es muy clara: por el momento, «marcar el terreno» para que, durante semanas, la moral de quienes ven todo esto, cada día, se mine ante los hechos consumados. Que se interiorice este proceso como irreversible, ante el cual no vale la pena resistir. Y que se interprete que, quienes lo hacen, actúan desde intereses espurios.

En Ibiza, la agresión al territorio, y la represión, son complementarias e inseparables. Por esto, la responsabilidad política es clara y compartida: mientras el PP, de los Matas y Matutes, mezcla política y negocios, y sepulta Mallorca e Ibiza bajo una mortaja de asfalto y cemento, el PSOE, de Zapatero y Socias, envía las fuerzas armadas para imponer antidemocráticamente este destrozo, de legalidad más que dudosa. PP y PSOE, una mano lava la otra, y todo esto (que nadie lo olvide) lo pagamos nosotros. Porque, además de que la astronómica factura de las autopistas dejarán las cuentas públicas colgadas durante casi medio siglo, el gasto de la represión también lo pagamos entre todos: cada vehículo, cada uniforme, cada pistola, cada fusil, cada porra, cada pelota de goma, cada escudo, cada casco, y todos los sueldos y las dietas de quienes utilizan todo esto contra la población, están pagados con nuestros impuestos.

Crónica de hoy, un día cualquiera. De buena mañana, han vuelto a haber detenidos. Esta vez, siete. A primera hora, la gente intentaba evitar una nueva agresión, oponiéndose a la apertura de un vial por la parte trasera de Ca’n Malalt. Este vial, tan innecesario como el resto de las faraónicas obras, tiene un objetivo muy específico: ahogar en medio del asfalto, como si fuera un dibujo de Quino, el negocio familiar de horticultura, ya invadido anteriormente, de Antoni Planells, Malalt, símbolo del movimiento cívico de resistencia, persona honrada y progresista, hombre de una pieza.

Pero la mala baba de los agresores no se ha parado ahí: hacia medio día, y una vez abierto por la fuerza este vial, alguien ha ordenado al operario de una máquina de excavación hacer un agujero de un metro y medio de profundidad por ocho de ancho, al extremo de la única salida que le quedaba a Toni y a sus vecinos, amontonando la tierra a modo de valla, y dejando a los represaliados sin poder salir de su casa. La respuesta ciudadana ha sido inmediata: un numeroso grupo de gente comprometida, unos con azadas, otro con una pala, y otros con las propias manos, han conseguido tapar el agujero, deshacer la valla y abrir el paso. En estas condiciones, cada pequeña victoria tiene un valor incalculable.

Es necesario, imprescindible, que los hermanos ibicencos no se queden solos. En Mallorca tenemos una alta responsabilidad en este conflicto, que ya dura más de dos años, y del cual no se tenían noticias hasta hace cuatro días. No sólo son necesarios actos de apoyo y solidaridad hacia la resistencia ibicenca (*). Además de esto, la mejor solidaridad que podemos dar a los compañeros pitïusos es, justamente, defender Mallorca, con la misma coherencia y decisión que en Ibiza ellos defienden su isla.

* Solidaridad mallorquina con Ibiza. Día 1 de Abril, 17,00 horas, Pl. España, Palma .

** Pep Juárez es Secretario general de CGT-BALEARES