Al cumplirse un nuevo aniversario de la proclamación de la Segunda República, el colectivo militar Anemoi quiere reiterar su expresión de respeto a la legitimidad democrática que ello supuso en la historia de la nación, en un contexto en el que el juego institucional de la Monarquía de la Restauración parecía haber agotado todos sus […]
Al cumplirse un nuevo aniversario de la proclamación de la Segunda República, el colectivo militar Anemoi quiere reiterar su expresión de respeto a la legitimidad democrática que ello supuso en la historia de la nación, en un contexto en el que el juego institucional de la Monarquía de la Restauración parecía haber agotado todos sus recursos para seguir manteniendo el control del Estado en beneficio exclusivo de sus clases dirigentes.
Esta legitimidad democrática fue radicalmente violentada por la asonada fascista de 1936 y sustituida, tras una sangrienta guerra de exterminio, por un régimen de excepción, únicamente homologable a aquellos que fueron derrotados en la segunda guerra mundial por el conjunto de las potencias occidentales. Solo la convicción de las clases dominantes de las democracias europeas de que el régimen franquista era el mejor dique de contención contra las aspiraciones de las clases populares, permitió su perpetuación hasta la muerte del dictador.
Estas circunstancias explican el origen ilegítimo del consenso constitucional de 1978, fundamentado en la figura de un rey impuesto por Franco, con autoridad directa sobre unas fuerzas armadas que habían sido el sostén de su régimen y que mantuvieron un permanente chantaje sobre los nuevos actores políticos en su negociación con los herederos del franquismo para alcanzar un nuevo pacto de estado.
El posterior acomodo de los partidos que se postulaban como representantes de las clases populares a las exigencias formales de la democracia representativa, en la que se negocian intereses pero no se cuestiona el auténtico origen de las desigualdades y la explotación, ha devenido en un auténtico «Régimen», hoy solo atento a satisfacer los insaciables deseos de poder y riqueza de los que más tienen.
La actual situación de crisis económica y la manera de afrontarla por los partidos de uno u otro signo instalados en el juego institucional revelan hasta el paroxismo la rigidez de un Régimen absolutamente incapaz de dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Como sucedió hoy hace 83 años, la única salida que se atisba es la instauración de una Tercera República, federal, popular y laica, que restituya la legitimidad democrática trágicamente sofocada por el fascismo.
El camino no es fácil, dada la sistemática estrategia de desmovilización y de alienación en la que se han venido empeñando durante años los principales actores de esta representación política. Sin embargo, la creciente movilización popular en defensa de unas condiciones de vida que, pese a la triunfalista propaganda del Gobierno, no van a hacer otra cosa que empeorar para la gran mayoría, evidencia que va a seguir aumentando la presión por un verdadero cambio.
En este largo tránsito de acumulación de fuerzas, los poderes reales van a hacer uso de todos los recursos posibles para impedir una ruptura democrática. Entre ellos, desde luego, la estrategia represiva.
Desde el colectivo Anemoi, hacemos un llamamiento a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, pertenecientes al mismo pueblo que sufre, para no dejarse instrumentalizar por los políticos en su papel de reprimir la protesta pacífica, evitando las provocaciones y calibrando el rigor de sus actuaciones en los casos de intervención necesaria, como garantes que son de todos los derechos de los ciudadanos.
También hacemos un llamamiento a los compañeros de las Fuerzas Armadas para que hagan un esfuerzo de interpretación de la realidad y del papel que el sistema de dominación asigna a las FAS como último bastión y fuerza de reserva en la defensa de la estructura del estado, que es decir de los intereses que lo sustentan.
Por último, queremos rendir un sentido homenaje a todos los luchadores que sufrieron persecución, exilio o muerte en defensa de una República que sentían como propia y cuyo honor y memoria este régimen indigno ha sido incapaz de reconocer como víctimas de un golpe de estado, una guerra de exterminio y un régimen tiránico.
¡Viva la Tercera República!
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