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Algunas claves para entender el temor occidental hacia los terroristas árabes y musulmanes

Imaginario e imperio

Fuentes: Strategic Culture Foundation

Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.

La idea de que la mayoría de los ataques terroristas los cometen árabes o musulmanes no solo carece de perspectiva histórica sino que es insostenible empíricamente y está ligada al orientalismo moderno, que sigue vivo y coleando. El propio orientalismo está fuertemente vinculado con el relato estadounidense del excepcionalismo. Se trata de un ámbito de reflexión en el que las opiniones de los excepcionalistas y de los racistas coinciden totalmente. De hecho, una línea muy delgada separa los tres.

Siguiendo una manera de pensar anticuada, lineal y geo-etnocéntrica, cualquier sociedad que esté situada tanto al este como al sur de EE.UU., Canadá y Europa occidental -en particular Francia, Gran Bretaña y los países de habla alemana- es vista como una sociedad deficiente e inferior. En Europa esto significa que cualquiera al este de Alemania es retratado, tácita o abiertamente, como culturalmente atrasado, lo que incluye a los pueblos eslavos, los albaneses, los griegos, los turcos, los rumanos, los cristianos ortodoxos y los habitantes de los Balcanes y de las antiguas repúblicas soviéticas.

Para el orientalismo estadounidense, más abajo aún quedan los no europeos, es decir, los pueblos de África, Asia, América Latina y el Caribe.

Como ocurre con el excepcionalismo, las ideas orientalistas son importantes para sostener la política exterior de Washington y entender las guerras como una empresa noble. El orientalismo estadounidense ve al resto del mundo, desde México hasta Iraq y Rusia, como necesitado de la tutela y administración estadounidense. No es más que una reconstrucción de lo que se llamó la «carga del hombre blanco», que sirvió para justificar la colonización de quienes eran vistos como no blancos.

La relación entre terrorismo y árabes y musulmanes

Los árabes y los musulmanes son las víctimas del orientalismo estadounidense. Ya sea tácita o abiertamente, tanto los árabes como los musulmanes son retratados como sujetos incivilizados. En la mente de muchos ciudadanos estadounidenses el terrorismo está profundamente ligado a las imágenes de árabes y musulmanes, y por eso se piensa erróneamente que la mayoría de los terroristas son árabes o musulmanes.

En diverso grado, cada vez que individuos musulmanes o de etnia árabe cometen algún delito en las llamadas sociedades occidentales, como Canadá o EE.UU., las declaraciones que aparecen condenan, tácita o abiertamente, a los musulmanes o a los árabes en su conjunto. Los delitos cometidos por personas árabes o musulmanas no son presentados como delitos exclusivamente individuales, sino como un delito colectivo. Estas ideas ignoran el hecho de que los musulmanes son las mayores víctimas del terrorismo.

Siete de los diez países más afectados por ataques terroristas son en su mayoría musulmanes, según el Índice Global de Terrorismo 2014 (GTI, por sus siglas en inglés) del Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Australia. Este índice se elabora analizando la información de la Base de Datos del Terrorismo Global (GTD, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Maryland, y en él están clasificados todos los países entre un valor máximo de 10 y uno mínimo de 0. Aunque indudablemente la definición que se da de incidentes terroristas es discutible, se pueden sacar importantes conclusiones a partir de esos conjuntos de datos y del propio índice.

Si uno se fija en la naturaleza y la identidad de los autores de los que aparecen clasificados como actos terroristas en los países que ocupan los treinta primeros lugares del índice 2014, puede identificar varias características claves. La primera de ellas es que la violencia generada por los grupos terroristas se enmarca dentro de insurrecciones y guerras civiles que generalmente se equiparan con actos de terrorismo. Este sería el caso de países como Somalia, Filipinas, Tailandia, Colombia, Turquía, Malí, República Democrática del Congo y Nepal, que ocupan los puestos séptimo, noveno, décimo, décimo sexto, décimo séptimo, vigésimo segundo y vigésimo cuarto, respectivamente. Tras ser examinadas en profundidad, varias de esas insurgencias pueden asociarse a rivalidades internacionales y juegos de poder de EE.UU. y sus aliados. Esto se vuelve obvio cuando se multiplican las observaciones.

La segunda característica es que la mayoría de los casos de terrorismo en los países clasificados, sobre todo cuanto más aumenta su puntuación, están relacionados con la intromisión directa o indirecta de Washington en sus asuntos. Este sería el caso de Iraq, Afganistán, Pakistán, Siria, Somalia, Yemen, Rusia, el Líbano, Libia, República Democrática del Congo, Sudán, Sudán del Sur, China e Irán, que ocupan los puestos primero, segundo, tercero, quinto, séptimo, octavo, décimo primero, décimo cuarto, décimo quinto, décimo octavo, décimo noveno, vigésimo, vigésimo quinto y vigésimo octavo, respectivamente. Las guerras dirigidas por Washington, las intervenciones del Pentágono, los golpes de Estado respaldados por EE.UU., o el apoyo del Gobierno estadounidense a los llamados grupos de la «oposición» o regímenes sustitutos, están en la base de la tragedia que supone el terrorismo en estos países. De los países citados arriba, según el Índice de Terrorismo Global, el 82% de todas las muertes debidas a actos de terrorismo ocurren en Afganistán, Iraq, Pakistán, Siria y Nigeria. Los vínculos con la política exterior estadounidense deberían estar claros.

No todos los árabes/musulmanes son terroristas, ¿pero son la mayoría de los terroristas árabes/musulmanes?

Se ha afirmado que aunque todos los terroristas no son árabes o musulmanes, la mayoría sí lo son. ¿Es cierto o se trata de otro mito? Una mirada empírica a los datos recogidos en EE.UU. y Europa ayudará a responder esta pregunta.

En EE.UU., que ocupa el puesto trigésimo en el Índice de Terrorismo Global 2014, la mayoría de los terroristas son no musulmanes, según datos del FBI. Dentro de EE.UU., un 6% de los actos de terrorismo entre 1980 y 2005 fueron cometidos por terroristas musulmanes [1]. El otro 94%, es decir la gran mayoría, no guardaban relación alguna ni con árabes ni con musulmanes ni con el Islam [2].

Aunque la metodología del FBI sobre lo que es y no es un ataque terrorista es cuestionable, aquí se acepta en aras de la discusión. Según el informe del FBI, entre 1980 y 2005 el número de ataques terroristas en suelo estadounidense realizados por judíos fue mayor que el de los perpetrados por musulmanes. Los mismos datos que maneja el FBI fueron compilados por la página loonwatch.com, vinculada a la Universidad de Princeton, en un cuadro que presenta así el desglose de los casos de ataques terroristas en suelo estadounidense en ese periodo: 42% terrorismo hispano; 24% terrorismo de grupos de extrema izquierda; 16% otros tipos de terrorismo que no encajan en ninguna de las principales categorías; 7% terroristas judíos; 6% terroristas musulmanes; y 5% terroristas comunistas [3].

Se observa entonces que entre los terroristas que cometieron ataques en EE.UU. en el periodo 1980-2005 el 6% eran musulmanes, el 7% judíos y el 42% hispanos. Sin embargo, no se ha desatado una campaña de pánico hacia los judíos o los hispanos. Ni los medios ni el gobierno hablan de estos grupos como lo hacen de los musulmanes o las personas de etnia árabe.

El mismo patrón se repite en la Unión Europea. Loonwatch.com también ha compilado información sobre el terrorismo en la UE en los años 2007, 2008 y 2009 a partir de los informes anuales que publica Europool (TE-SAT, por sus siglas en inglés) [4]. Los datos distancian aún más a los musulmanes de los actos terroristas: el 99,6% de los ataques terroristas que se produjeron en la UE fueron cometidos por no musulmanes [5]. Los ataques terroristas fallidos, frustrados o culminados perpetrados por musulmanes en la UE entre 2007 y 2009 fueron cinco, mientras que el número de atentados de grupos separatistas ascendió a 1.352, lo que equivale aproximadamente al 85% de todos los incidentes terroristas que tuvieron lugar en la UE [6].

Según la Europool, el número de ataques terroristas fallidos, frustrados o culminados de los llamados grupos de izquierda fue 104, mientras que otros 52 atentados fueron clasificados como ataques no específicos [7]. En el mismo periodo, dos ataques fueron atribuidos por la Europool a los llamados grupos de derecha [8].

Existe una enorme disparidad entre quien causa y comete actos de terrorismo y a quien se convierte en víctima y culpa de ello. A pesar de los datos abrumadores, cada vez que árabes o musulmanes cometen delitos y actos de terrorismo, es en ellos en quienes se pone el foco mientras se ignora a los no árabes y los no musulmanes.

Aun reconociendo que los musulmanes son las mayores víctimas del terrorismo, el orientalismo todavía dirige parte de la culpa hacia estas víctimas presentándolas tácitamente como miembros de una comunidad o sociedad salvaje y, por eso mismo, más propensas a que su vida tenga un final violento, como les ocurre a los animales de la selva.

Imaginario e imperio

Las ilusiones intervienen en el mundo. La verdad se ha invertido, y se presenta a las víctimas como los autores de los ataques.

Tanto si se declara abiertamente, se insinúa o no se menciona, la idea de los árabes y los musulmanes como salvajes y terroristas es funcional al imaginario según el cual el llamado mundo occidental encarna los ideales de igualdad, libertad, elección, civilización, tolerancia, progreso y modernidad, mientras que lo que aparece bajo la superficie del llamado mundo árabe-musulmán son la desigualdad, las restricciones, la tiranía, la falta de opciones, la barbarie, la intolerancia, el atraso y el primitivismo.

Este imaginario sirve para despolitizar la naturaleza política de las tensiones y suavizar las acciones del imperio, desde la diplomacia coercitiva empleada con Irán y el apoyo al cambio de régimen en Siria hasta las invasiones de Afganistán e Iraq y la intervención militar de EE.UU. en Somalia, Yemen y Libia. Como se mencionó más arriba, este imaginario se extiende en diverso grado a otros lugares que son considerados por los orientalistas estadounidenses como lugares o entidades no occidentales, como por ejemplo Rusia y China.

Originalmente, este imaginario forma parte del discurso que sostiene un sistema de poder que permite que éste sea ejercido por un imperio sobre «los de fuera» y en contra de sus propios ciudadanos. Debido a la política exterior y los intereses económicos de EE.UU., y sin ninguna base empírica, se presenta a los árabes y los musulmanes como terroristas, mientras se ignoran los datos reales que muestran el terrorismo generado por las intervenciones estadounidenses. De ahí la fijación con el ataque al Parlamento de Canadá (en el área conocida como Parliament Hill ) , el secuestro en una cafetería del centro financiero de Sidney ( el Lindt Chocolate Café de Martin Place) y el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo en París, al tiempo que se pasa por alto el apoyo de los gobiernos de EE.UU., Canadá, Australia y Francia al terrorismo que ha costado decenas de miles de vidas en Siria. 
 

Notas

[1] Federal Bureau of Investigation, Terrorism 2002-2005, (US Department of Justice, 2006): pp. 57-66.

[2] Ibid.

[3] «All Terrorists are Muslims…Except the 94% that Aren’t», loonwatch.com, 20 de enero, 2010.

[4] «Europol Report: All Terrorists are Muslims…Except the 99.6% that Aren’t», loonwatch.com, 28 de enero, 2010.

[5-8] European Police Office, EU Terrorism Situation and Trend Report 2007 (La Haya, Países Bajos: Europol, marzo 2007); European Police Office, EU Terrorism Situation and Trend Report 2008 (La Haya, Países Bajos: Europol, 2008); European Police Office, EU Terrorism Situation and Trend Report 2009 (La Haya, Países Bajos: Europol, 2009). 

 

Mahdi Darius Nazemroaya es sociólogo, analista geopolítico y un reconocido autor.

Fuente: http://www.strategic-culture.org/news/2015/04/06/imagery-empire-understanding-western-fear-arab-and-muslim-terrorists.html