Recomiendo:
0

Improvisando paliativos

Fuentes: Diagonal

La interrupción del ‘diálogo social’ a comienzos de este verano por parte de la patronal, más allá de la escenificación teatral de este tipo de conversaciones, pone de manifiesto las limitaciones a la hora de articular medidas paliativas a la situación de crisis económica y social en la península

La actividad económica española de estas últimas décadas descansa en una buena medida sobre el turismo -primera ‘industria’ nacional-, la construcción -y el papel que juega la especulación inmobiliaria en la financiación de Ayuntamientos y partidos políticos-, los fondos de cohesión venidos de Europa, y el endeudamiento privado y público. Todos estos factores, excepto los fondos europeos, para los que el Gobierno español obtuvo una prórroga hasta 2013, se han visto fuertemente afectados por la crisis. Para la patronal, como para los sindicatos, la situación afecta directamente a sus intereses. Crisis de acumulación para las empresas y dificultades para la obtención de créditos -los fondos transferidos por el Estado a la banca no se traducen en la apertura de líneas de crédito a las empresas, lo que ha levantado las protestas de la patronal ‘productiva’-, y creciente pérdida de representación y función de los sindicatos -nivel de afiliación sindical en torno al 17%- entre una fuerza de trabajo. Es así como desde los sindicatos mayoritarios -CC OO y UGT- se hacen llamamientos para una renovación del pacto social, mientras la patronal intenta aprovechar la situación para obtener nuevos avances en el proceso de reforma laboral que se viene desarrollando desde años atrás. La ofensiva se centra ahora en torno a facilitar el despido y reducir las indemnizaciones de los trabajadores de vieja contratación que, por otra parte, son los que forman la base de la afiliación sindical -automóvil, industria química, alimentaria, de componentes, sanidad, educación, servicios públicos, etc.-. El goteo de cierres empresariales y de expedientes de regulación de jornada laboral es constante y se resuelven sin mayores contratiempos: con la mediación sindical y el pago de indemnizaciones. Esto es parte del telón de fondo en las relaciones capital-trabajo que aparecen mediáticamente como relaciones y contradicciones entre capital -patronal- y sindicatos. En este sentido, la ruptura de las conversaciones entre patronal y sindicatos es fruto de las contradicciones coyunturales entre ambas instituciones del sistema de representación capitalista, pero que remiten a un trasfondo estructural, que tiene que ver directamente con las necesidades de acumulación de capital de las empresas representadas por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Con un tejido empresarial y un nivel de competitividad como el que hay, es fácil comprender las dificultades de la acumulación de capital. De ahí que hayan puesto sus ojos en los fondos de la Seguridad Social. Esta propuesta de la patronal hay que entenderla dentro de la gran operación de transferencia de recursos del trabajo al capital que representa al ajuste general de la economía en las actuales circunstancias. Estamos en un proceso generalizado de erosión de los recursos de la población asalariada favorecido por la función que tiene la estructura familiar en la sociedad española. El patrimonio familiar acumulado en forma de pisos, ahorros, etc., contribuye a paliar el deterioro de la situación material de la nueva generación trabajadora. Es práctica habitual que los padres ayuden a sus hijos o nietos. Son formas indirectas de transferencia de recursos del trabajo al capital que contribuyen a explicar la relativa pasividad ante la caída real de los salarios o la especulación. Enfrentamos, así, una situación en la que se avanza en el empobrecimiento paulatino, pero real e inexorable, del conjunto de la población asalariada, mediante la erosión del patrimonio individual -familiar- acumulado, al mismo tiempo que desde el capital se opera una ofensiva contra el patrimonio colectivo de los trabajadores: la Seguridad Social. Las resistencias que tienen lugar en el ámbito del trabajo -despidos masivos en el sector de automoción e industrias auxiliares, por ejemplo- se limitan a conseguir la máxima indemnización posible por despido y a la obtención de condiciones ventajosas de prejubilación, lo que explica la relativa calma social que rodea a la reestructuración actual. Lo que predomina es la búsqueda de una salida personal a la situación, aunque esta posibilidad es cada vez más problemática y en la mayor parte de los casos depende precisamente del patrimonio familiar. A finales de agosto Nissan anunció la regulación de empleo hasta diciembre para 2.025 trabajadores de su planta de Barcelona, después del despido, un mes antes, de 700 trabajadores. El foco de la conflictividad, sin embargo, se centró en el criterio selectivo de los despidos, que afectan a los afiliados a los sindicatos más beligerantes, como ya ocurriera en SEAT. De este modo, lo que sería una oportunidad para abordar la cuestión del trabajo en la crisis y la ausencia de alternativas capitalistas de empleo, se desvía hacia la querella sindical. Desde el Gobierno se improvisan decisiones sobre la marcha. Las medidas de corte keynesiano, las subidas de impuestos recientemente anunciadas, etc., tienen efectos limitados y no consiguen relanzar el conjunto de la economía. Por supuesto, la ‘imaginación del poder’ no deja de parir ideas. Es así como Zapatero, maestro del brindis al sol, propone, por ejemplo, pagar a las mujeres que tienen a su cargo familiares dependientes que cuidan en su propia casa un subsidio de 400 euros. Es fácil comprender el ahorro presupuestario que supondría para el Estado tal medida, si comparamos con el coste de la asistencia dispensada en un geriátrico, y el caudal de votos de tantas familias ‘agradecidas’ que reportaría al PSOE. Por lo demás, no hay signos aparentes de movilización social ni por parte de los trabajadores -aumentan desde el año 2005 el número de huelgas, aunque el número de trabajadores va a la baja, mientras que las horas perdidas describen un comportamiento errático, en pico de sierra desde 2004-, ni por la de los desempleados. La degradación de las condiciones materiales de vida no ha alcanzado un nivel alarmante para la mayor parte de la clase trabajadora, excepto en los casos más desprotegidos y sin un soporte social y familiar sólidos -inmigrantes-.

Contención social

Por lo demás, existe un conjunto de dispositivos de contención social que limitan los efectos devastadores del desempleo y de la reducción de los ingresos de los trabajadores. La alternativa propugnada insistentemente por los liberales y por el Banco Central Europeo -profundizar la reforma laboral y abaratar la fuerza de trabajo- suena demasiado a vieja receta. De lo que se trataría es de eliminar el salario mínimo, de presionar a la baja el precio de la fuerza de trabajo y flexibilizar totalmente el sistema de contratación. De ese modo aumentaría el número de contratos, ya que se repartiría el trabajo disponible entre diversos contratos a lo largo del año en cada empresa, dependiendo de la estacionalidad de la actividad -aumento de la temporalidad-, pero se trataría de una forma de encubrimiento del desempleo, como lo ha demostrado la práctica de las décadas pasadas. Ha habido un aumento del número de contratos, pero de trabajadores temporales a precio de ganga -de hecho, el ‘mileurista’ ya es un estrato ‘privilegiado’ de la clase trabajadora: en el comercio al detalle, en Barcelona, el salario mínimo bruto no supera los 900 mensuales-. A la luz de la propaganda mediática -la proliferación de análisis y recetas de ‘los expertos’-, como de las medidas prácticas adoptadas por el Gobierno, se tiene la impresión de que estamos en medio del total desconcierto y de que se van dando palos de ciego e improvisando soluciones circunstanciales. De hecho, las fórmulas de la economía política revelan una eficacia limitada a la hora de restablecer una cuota de acumulación de capital suficiente para el relanzamiento económico sin que comporte una desestabilización social de consecuencias imprevisibles.

Corsino Vela es especialista en sistemas de transporte de mercancías

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Improvisando-paliativos.html