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Impuesto a los superricos, una reforma timorata e insuficiente de una oposición mal preparada por sus asesores económicos

Fuentes: Rebelión

Quedará para el mármol de Carrara la defensa interesada que el ministro Briones de Hacienda hace del bloque de los superricos cuando dice que obligarlos a tributar – ¡por una sola vez más encima!– para resolver la situación de hambre y carencias sanitarias del pueblo «no respeta el principio básico en tributación que es la no afectación: los tributos no pueden tener un destino específico por razones obvias, y este proyecto viola ese principio al plantear un impuesto a los superricos con un fin de financiamiento específico«.

Un neoliberal puro y duro este Briones: cumple bien su función de cancerbero de la oligarquía propietaria de fortunas inmobiliarias, joyas, autos de colección, pinturas, activos de empresas, acciones, yates, helicópteros, aviones privados, plata en dólares en paraísos fiscales y en los mercados financieros mundiales diciendo que los intereses particulares de los superricos, que son una minoría, y que en Chile no tributan según el principio de la justicia fiscal, están por encima del interés general de la población … y en plena situación de urgencia nacional.

Obvio, el objetivo del proyecto en tiempos de catástrofe social es obtener mayores recursos para hacer frente a los efectos socioeconómicos devastadores de la pandemia en un país desigual. Busca «estructurar un impuesto transitorio, equivalente al 2,5% del patrimonio de las personas más ricas del país, que detenten un patrimonio igual o superior a US$22 millones». Pero es de Perogrullo que debe ser anual, cosa que los parlamentarios no quieren ver.

No olvidemos que ya hay un consenso nacional en Chile acerca de dotarse de un sistema público de salud gratuito y universal de calidad para hacer frente a lo que viene. Y que para eso se necesita plata para invertirla en salud y en la supervivencia digna del pueblo trabajador. Y la casta, política de oposición, blindada en su vida cotidiana por privilegios y altas remuneraciones, intenta responder a este clamor popular.

El proyecto es presentado por los diputados Gabriel Ascencio (DC), Karol Cariola (PC), Giorgio Jackson (RD), Daniel Núñez (PC), Luis Rocafull (PS), Alejandra Sepúlveda (FRVS), Alexis Sepúlveda (PR), Raúl Soto (PPD), Camila Vallejo (PC) y Esteban Velásquez (FRVS).

Cabe subrayar que la función de la ideología neoliberal (explicitada por el ministro Briones) y las prácticas que ella propugna en lo que respecta a la política fiscal, es ocultar la importancia de un pilar fundamental del modelo, cual es un sistema de tributación, que en vez de ser eficiente y justo en un país desigual como Chile, es un sistema que favorece a las grandes fortunas … a los dueños del país.

Hay que reconocerlo. No hay una cultura de tributación democrática en Chile. El neoliberalismo es responsable de que no se perciba la importancia para una democracia de tener una máquina rodada de recaudación, con mecanismos y montos transparentes de dineros de quienes deben, por criterios de lo que significa el concepto de ciudadanía en una sociedad democrática, tributar para poder dotarse de bienes públicos necesarios. Así como un sistema de penas severas para los que evaden y eluden con los artificios de fiscalistas expertos y redes de banqueros especializadas en lo que se llama de manera eufemística la “optimización fiscal”. Falta en Chile además, un buen equipo de funcionarios diligentes, perseverantes y competentes en el Servicio de Impuestos Internos (SII).

En Chile no puede decirse que el sistema tributario sea un sistema antediluviano, sino todo lo contrario: corresponde a los designios de la ideología neoliberal que estipula que los ricos deben enriquecerse para invertir después. Está adaptado a las prácticas corruptas de la oligarquía donde no pagar impuestos es visto como un triunfo personal. El supuesto de la inversión es falso pues los dineros de los ricos se van a las bolsas nacionales o al sistema especulativo financiero mundial, o a paraísos fiscales.

Es evidente que hay maneras de hacerlo bien y gravar activos y patrimonios. Un impuesto a la fortuna anual de manera permanente debe hacerse en momentos oportunos como este donde la pandemia y la crisis económica son reveladores de la concentración de la riqueza y al mismo tiempo de la precariedad de los trabajadores, y de quienes prefieren llamarse clase media.

Como lo hace Briones, políticos neoliberales y empresarios, al referirse a los tributos que se deben pagar para que haya justicia fiscal, van a decir que es un problema “complejo”.

Pero lo peor es cuando los sectores de oposición que presentan un proyecto de aumento de la tributación ni siquiera tienen la película clara con respecto a un sistema justo, democrático y progresivo de tributación, faltando a su responsabilidad de legisladores que deberían velar por el interés general ciudadano en un tema que requiere saber responderle a la ideología del capital.

Pues hay un consenso nacional acerca de dotarse de un sistema público de salud gratuito y universal de calidad para hacer frente a un futuro incierto como telón de fondo de este proyecto tributario para los superricos.

La verdad es que el trabajo de los parlamentarios es un trabajo mal hecho. Es por el lado que se le mire insuficiente. Si la política es saber aprovechar el momento para intervenir de manera pragmática en pos del bienestar de las mayorías, es evidente que los diputados del PC, FA y DC progresista están desperdiciando la oportunidad de realizar una reforma mayor en estos momentos. Es difícil que se presente nuevamente con tanta claridad la necesidad de gravar de manera permanente a los superricos.

Llama la atención entonces la actitud timorata de los diputados comunistas y del Frente Amplio. Es como si sus asesores económicos no los informaran acerca de la importancia de un sistema tributario. Será que en tiempos electorales se dejan guiar por el reflejo de no querer enfrentar la propaganda de la oligarquía que se opondrá con sus conocidos argumentos de que esto perjudicará inversión: ya lo habíamos señalado, fue el mismo diputado Jackson quien había utilizado este argumento para justificar que sea por sólo una vez y no de manera permanente.

Es el momento al menos de hacer un debate de fondo acerca del sistema tributario chileno, otro pilar oculto del modelo neoliberal chileno.

Mientras que la mayoría del país espera reformas que vayan en el sentido de cambiar radicalmente el modelo en aras del bienestar de las mayorías, la actitud timorata de los diputados y diputadas así como la competencia de sus asesores económicos, da mucho que pensar.

Leopoldo Lavín Mujica, BA en Philosophie, MA en Communication publique de l’Université Laval.