NOTA: esta entrada fue redactada el 25 de septiembre de 2012 antes de ver la brutal represión policial a la que fueron sometidos los manifestantes en Madrid. La palabra «desproporción» ha cobrado hoy un nuevo sentido. Me pasan el artículo de opinión publicado en ABC y titulado No hay derecho que firma un tal Hermann […]
NOTA: esta entrada fue redactada el 25 de septiembre de 2012 antes de ver la brutal represión policial a la que fueron sometidos los manifestantes en Madrid. La palabra «desproporción» ha cobrado hoy un nuevo sentido.
Me pasan el artículo de opinión publicado en ABC y titulado No hay derecho que firma un tal Hermann Tertsch, y me quedo perplejo. Ya sé el tipo de publicación que es y su corriente ideológica, pero no puedo dejar de asombrarme, así que me decido a contestar casi a modo de terapia, por mi propia salud mental. Es lo bonito de la era en que vivimos, que cualquier ciudadano anónimo puede responder al artículo de un… ¿periodista?, ¿político?, ¿opinante profesional?. No sé cuál es la profesión de este señor, ni me interesa lo más mínimo visto lo visto y leído lo leído, así que el citado anonimato es mutuo.
El señor Tertsch acusa de «golpistas» a los manifestantes de hoy, 25 de septiembre de 2012. El señor Tertsch insinúa, cuando no afirma, que debería negárseles su derecho de manifestación, y sugiere, cuando no sentencia, que no todas las ideas son respetables, y que concretamente esas ideas de manifestarse frente al Congreso «no son respetables ni dignas de ser toleradas«. El principal argumento que esgrime para eliminar de un plumazo la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y el derecho de manifestación es que resulta que los madrileños se zampan al menos una protesta diaria y varias los fines de semana. Protestas que no considera legítimas y aprovecha para menoscabar en su artículo dando a entender que en el mejor de los casos se junta un centenar de personas.
No voy a caer en la obviedad de dar cifras de asistencia a esos actos de protesta ni a la acampada de Sol, ni de seguimiento de la huelga general. Es información a la que indudablemente este señor, escribiendo para un medio de tirada nacional, tiene que tener acceso. Como recomendación le diría que tratara de acceder a dicha información tal y como llegara al periódico por los canales oficiales, y no como fuera publicada tras la pertinente manipulación de la que seguro fue objeto. A saber: fotos en las que se borra gente con un fino trabajo de Photoshop, fotos en las que se presenta a los manifestantes prácticamente como miembros de Al-Qaeda o sencillamente «malos estudiantes» (en una de las portadas más bizarras que se han visto) o redondeo a la baja de las cifras del Ministerio de Interior. Cifras estas últimas que ya de por sí suelen ser bastante bajistas, se diría que no cuenta el mismo señor cuando viene el Papa que cuando vienen los indignados, pero ese es otro tema.
Decía que no voy a dar cifras de asistencia ni de seguimiento, porque entiendo que cualquier persona con un mínimo de inteligencia, independientemente de su nivel de afinidad para con las protestas, es capaz de darse cuenta de que este individuo está tratando de menospreciar conscientemente los movimientos sociales acaecidos en los últimos tiempos. Él sabrá por qué lo hace y a dónde pretende llegar.
Sin embargo, me parece realmente despreciable que achaque el seguimiento de estos movimientos sociales a la impunidad de la que según él gozan los manifestantes, que les lleva a reaccionar, dice, con «absoluta desproporción«, como si las protestas fueran una mera excusa para arrasar ciudades y destrozar mobiliario urbano. ¿Habla de impunidad y desproporción?. ¿En serio?. Muy señor mío, impunidad es que se permita a los miembros de los irónicamente llamados Cuerpos de Seguridad taparse el número de placa para poder abrirle la cabeza a un conciudadano sin tener que rendir cuentas después. Desproporción es disolver a hostia limpia una manifestación de estudiantes de instituto que pedían calefacción en las aulas y referirse a ellos como «el enemigo». Impunidad es que miembros de los Cuerpos de Seguridad se disfracen y se infiltren en una manifestación con el único objetivo de provocar disturbios violentos y justificar que sus compañeros de uniforme puedan disolver por la fuerza la protesta. Desproporción es que se nieguen apenas 9 millones de euros anuales para un centro de investigación en Valencia y se calcule una inversión pública de más de mil millones de euros sólo en infraestructuras para el puto Eurovegas. Impunidad es que una diputada diga «que se jodan» refiriéndose a los ciudadanos a los que se supone que representa en ese, cito textualmente, «sancta sanctorum de la Democracia y el Estado de Derecho«, y no sufra ninguna consecuencia. Desproporción es que la casta política apruebe en ese mismo «sancta sanctorum» que hay que pagar todos y cada uno de los desmanes de la Banca y sus acólitos recortando servicios sociales y derechos laborales y pidiendo sacrificio a la vez que se votan sus propias subidas de sueldo. Impunidad es incumplir, punto por punto, el programa electoral que votó un 30% del electorado tomando medidas brutales, y a pesar de que no ha servido para mejorar en absolutamente nada, ni dimitir, ni convocar elecciones, ni tener ningún tipo de consecuencia.
Este hombre habla de impunidad y desproporción porque le molestan los colapsos de tráfico en el centro. Cospedal compara las protestas con el intento de golpe de Estado del 23 F. Dan ustedes verdadero asco. Les deseo muchos colapsos hoy. De todo tipo.
Blog del autor: http://detourette.blogspot.com.es/
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