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2019 se anuncia conflictivo y mortífero para los migrantes

Inmigración en 2019: los muros de la UE, la extrema derecha y la desobediencia civil

Fuentes: Cuarto Poder

El desafío de la ciudadanía a las instituciones europeas que incumplen con los Derechos Humanos marcará este año que entra

2018 se ha cerrado como un capítulo de desastre en términos humanitarios. Al menos 2.242 personas han muerto en el Mar Mediterráneo, de las cuales 769 lo hicieron intentando llegar a las costas españolas, según el último recuento de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). A Europa llegan menos personas que en años anteriores, pero es más probable morir en el mar. Este drama humanitario, que marca nuestra era, solo puede ser afrontado con amplitud de miras, políticas diseñadas a largo plazo y grandes consensos que hasta la fecha han brillado por su ausencia. 2019, por lo tanto, se anuncia conflictivo y mortífero para los migrantes, que tropezarán con los muros de la UE.

Los acontecimientos se han sucedido en cadena y cada hecho es consecuencia del anterior: en plena crisis migratoria la UE desatendió a los países del sur, como Malta e Italia. Esa desatención cuando más migrantes llegaban a las costas de los países del sur, que vieron saturados sus centros y campos de refugiados, ha sido canalizada por el populismo de la extrema derecha de la Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas. Italia batió el récord de llegadas en 2015, cuando recibió a 160.000 inmigrantes. Aunque hoy en día Italia se encuentra muy lejos de esas cifras, el miedo ante la idea de «invasión» sigue siendo explotado cada día por el Gobierno italiano, quien ha cumplido sus promesas y ha bloqueado sus puertos para cualquier ONG que auxilie a las personas en el mar.

Europa: cada vez más muros

El ascenso de la extrema derecha no solo afecta a Italia, sino que está siendo decisiva en Europa. Ha irrumpido con fuerza en Parlamentos como los de Alemania, Polonia, Francia, Hungría o Suecia. Las ideas xenófobas y anti-inmigración de estas fuerzas hace endurecer sus posturas a gobiernos que hace tan solo tres años se había mostrado más favorables a la inmigración, como el alemán. Sin embargo, la UE nunca ha llegado a poner en práctica un modelo real de acogida e integración. No ha podido cumplir los escasos compromisos que asumió en 2015, cuando se comprometió a dar asilo a 182.504 refugiados a repartir entre los países miembro. Solo se llegó al 25% de la cifra.

Tres años después UE parece caminar en sentido contrario. Cada vez toma más fuerza la idea de utilizar los recursos económicos, no para brindar oportunidades a los migrantes en Europa, sino para fortalecer la resistencia contra ellos. La propuesta de la Comisión Europea de aumentar a 10.000 el número de agentes de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) no gusta al Gobierno español, que quiere mantener la soberanía en la gestión fronteriza, pero convence a otros estados-miembro como Austria.

Queda pendiente si se ampliará finalmente el número de efectivos, pero ya se ha realizado un refuerzo preliminar de la guardia fronteriza. Los países de la UE acordaron a principios de diciembre que estos agentes participarán en las devoluciones de inmigrantes irregulares y cooperarán con terceros países en la gestión migratoria.

En este sentido, se camina también hacia la consagración definitiva de la externalización de fronteras, la dinámica de alejar todo lo posible el drama migratorio. Otras propuestas que han quedado encima de la mesa, con el acuerdo de los 28, es «explorar» la creación de «plataformas de desembarco regional» en países terceros para distinguir a los migrantes económicos de los refugiados. La medida, aún en el terreno de las ideas, plantea serias dudas entre los defensores de los Derechos Humanos.

Por otro lado, continúa vigente el reglamento de Dublín, que establece que el país al que el inmigrante llega es el que debe hacerse cargo, ante la férrea oposición de los países del Este a la reubicación de los migrantes una vez que entran en la UE. Salvo grandes sorpresas, en 2019 seguirá en pie ese reglamento que ha dejado solos a los países del sur ante el reto migratorio y que ha propiciado el ascenso de los populismos.

El Mediterráneo: cada vez más muertes

Hoy cruzar el Mediterráneo es más peligroso que nunca, siendo la ruta del Mediterráneo Central, la que llega hasta Italia, la más preocupante. En ella, una de cada ocho personas que cruzaron en septiembre murió o desapareció, «un dato atribuible en gran medida a la reducción de la capacidad de búsqueda y rescate», denuncia ACNUR. Esté verano hubo momentos en los que no había ninguna ONG realizando rescates en el Mediterráneo debido a hostigamientos o la paralización de sus barcos. «Salvini ha ganado», relataban a este medio entonces.

Afortunadamente la ONG Mediterránea, Sea-Wath y la española Open Arms anunciaron a finales del pasado mes de noviembre que formarían una alianza humanitaria y el despliegue de sus tres barcos en el Mediterráneo central para seguir salvando vidas de inmigrantes y seguir concienciando para crear una «Europa Solidaria». Vuelven al mar con tremendas dificultades, porque los Gobiernos de Italia y Malta bloquean sistemáticamente su desembarco en los puertos italianos, y seguramente se estas tres embarcaciones se vean sumidas en situaciones de crisis cuando lleven refugiados a bordo.

En los últimos días, las autoridades de Roma han reiterado su negativa a que la embarcación de Sea Watch, con 33 inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central, atraquen en sus puertos. Italia también prohibió el desembarco de la ONG Proactiva Open Arms, que con más de 300 personas abordo, tuvo que cruzar el Mediterráneo hasta lograr alcanzar la semana pasada las costas españolas.

Las posiciones de Francia y España, los dos países de la Unión Europea más favorables a la inmigración regulada, son difíciles de sostener en solitario. Al bloquearse cada vez más la ruta del Mediterráneo Central, el flujo migratorio se está desplazando cada vez más hacia España, que en 2018 se ha convertido en la principal ruta de entrada por mar a Europa con más de 56.000 llegadas a sus costas. Sin embargo, nuestro país tampoco es «modelo» de acogida. Rechaza dos de cada tres solicitudes de asilo, realiza las ilegales devoluciones en caliente y mantiene los cuestionados CIE, recuerda CEAR.

Con una élite política en Europa con visión electoralista y cortoplacista, la solidaridad y la ayuda humanitaria en 2019 vendrá de nuevo de las ONG, que tratan de presionar a Europa con su presencia en el Mediterráneo y han llamado a crear «una sólida red humanitaria» de alcaldes y alcaldesas, ciudadanas y ciudadanos, sociedades, movimientos, organizaciones y personas que crean en que evitar la barbarie es posible.

Probablemente, los mayores esfuerzos humanitarios en 2019 provengan de estas organizaciones, de instituciones pequeñas y también de ciudadanos anónimos, como la tripulación del Pesquero de Santa Pola (Alicante), Nuestra Madre Loreto, que rescató a 11 migrantes a principios de diciembre y se negó en banda a llevarles de vuelta a las costas de Libia porque no era «un puerto seguro» para ellos, forzando la negociación de las autoridades españolas con las de Malta, donde finalmente se produjo el desembarco. El desafío de la ciudadanía a las instituciones europeas que incumplen con los Derechos Humanos marcará este año que entra.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/sociedad/2019/01/01/inmigracion-en-2019-los-muros-de-la-ue-la-extrema-derecha-y-las-ong-mediterraneo/