El Estado Islámico ha reivindicado los atentados del 17 de agosto en Las Ramblas de Barcelona y el municipio de Cambrils (Tarragona), que se saldaron con 14 muertos y centenares de heridos. Ayer permanecían hospitalizadas 46 personas, siete de ellas en estado crítico. En respuesta a los ataques terroristas, la comunidad musulmana de Catalunya manifestó […]
El Estado Islámico ha reivindicado los atentados del 17 de agosto en Las Ramblas de Barcelona y el municipio de Cambrils (Tarragona), que se saldaron con 14 muertos y centenares de heridos. Ayer permanecían hospitalizadas 46 personas, siete de ellas en estado crítico. En respuesta a los ataques terroristas, la comunidad musulmana de Catalunya manifestó su repulsa a la acción violenta en una concentración convocada en Barcelona, el 21 de agosto, con el apoyo de más de 150 asociaciones. Durante la concentración en la Plaça Catalunya y en la manifestación posterior, se repitieron consignas como «No al terrorismo», «Somos catalanes, somos musulmanes», «Paz, amor, eso es Islam» y «Somos musulmanes, no terroristas», entre otras. Europa Press informó de la presencia de dirigentes políticos catalanes en el acto. Además, las entidades organizadoras señalaron que estarán presentes en la manifestación que el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat han convocado para el 26 de agosto en la capital catalana.
Fuente: HispanTV
Pese a la respuesta rotunda, las acciones islamófobas se han sucedido tras el atentado. El periódico Levante-EMV informó que el 18 de agosto un adolescente de 14 años, de origen marroquí, fue objeto de una patada en el muslo y otra en la rodilla en Puerto de Sagunto (Valencia), al tiempo que el agresor le espetó «moro de mierda» tras bajar de su automóvil. El mismo día la fachada de la mezquita de Montblanc (Tarragona) amaneció con las siguientes pintadas: «Vais a morir» y «putos moros, moriréis». Amenazas similares («Stop Islam» y «Asesinos lo vais a pagar») aparecieron en la sede de la Fundación Mezquita de Sevilla, en el centro de la capital hispalense.
En una mezquita de Logroño también se denunciaron agresiones islamófobas. Además, una docena de jóvenes ultraderechistas atacaron el 19 de agosto con bengalas la Mezquita Mayor de Granada; y en la puerta del templo, difundieron proclamas islamófobas. Uno de los episodios más difundidos en las redes sociales fue el boicot vecinal y de grupos antifascistas a la concentración islamófoba del día siguiente a los atentados en Barcelona, convocada en La Rambla por diferentes organizaciones fascistas; «una veintena de militantes y simpatizantes de Falange, Democracia Nacional, Somatemps y Generación Identitaria se han visto acorralados y abucheados frente al mercado de La Boquería», informó el diario Público. Finalmente los ultraderechistas fueron expulsados de su propia concentración.
El informe de 2016 (el último presentado) de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia da cuenta de 573 «incidentes» relacionados con el odio al islam durante el pasado año. La cifra supone un aumento del 106,12% respecto a 2015. Según el documento, Andalucía, Cataluña y Madrid son las autonomías con mayor número de casos. Se citan ejemplos como el del partido ultraderechista Alianza Nacional, que en el mes de octubre repartió en Murcia octavillas en las que se alertaba ante un supuesto avance del «peligro islámico». El informe también incluye unas declaraciones, a comienzos de 2016, a la Agencia Efe del catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz, Rafael Sánchez Saus. La agencia reproduce las siguientes palabras del historiador: «Los musulmanes que sometieron a la Hispania visigótica, Al-Andalus, implantaron un ‘régimen perverso’ para la ‘humillación continua’ de judíos y, particularmente, cristianos».
Asimismo en enero, en una portada de la revista El País Semanal (suplemento del periódico El País) se apreciaba a una mujer, con yihab, saliendo del metro con el carro del bebé y el siguiente titular adjunto a la fotografía: «Molenbeek. Un barrio de Bruselas esconde el yihadismo europeo». Otra mujer en primer plano caminando por la calle con yihab, a punto de cruzarse con un militar, dio pie al siguiente titular en la portada de ABC: «Máxima seguridad para recibir 2016». En diciembre, la vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, Andrea Levy, dijo -en la Cadena Ser- al calor del atentado cometido en Berlín por el Estado Islámico: «Hay otra civilización al otro lado del Mediterráneo que está poniendo en duda esta manera de actuar (la Europea), y lo que quiere es imponer su escala de valores mediante el terror y la fuerza».
Sin embargo, el Índice de Terrorismo Global de 2016 elaborado -a partir de las bases de datos de la Universidad de Maryland- por la organización Institute for Economics and Peace permite rebatir muchas afirmaciones. El último informe (difundido en castellano por esglobal.org) refiere datos de 2015, año en el que se produjeron 29.376 muertes por actos de terrorismo en todo el mundo. El documento caracteriza el fenómeno como «forma de violencia altamente concentrada, fundamentalmente cometida en un número pequeño de países y por pocos grupos». De hecho, cinco países concentraron el 72% de todas las muertes por terrorismo en 2015: Irak, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria. Además, sólo cuatro grupos fueron los responsables del 74% de estas muertes: Daesh, Boko Haram, los talibanes y Al Qaeda. Por otra parte, según el informe, la tasa global de homicidios es 15 veces superior a la de fallecidos por el terrorismo.
El hecho de que el llamado terror yihadista golpee principalmente a la población musulmana no resta importancia a atentados como los de Barcelona, Niza (84 muertos, en julio de 2016), Berlín (doce muertos en un mercado navideño, en diciembre del pasado año), o los atentados «suicidas» de París de noviembre de 2015, reivindicados por el Estado Islámico y en los que perdieron la vida 137 personas. Pero cabe ir un punto más allá en las preguntas. En unas recientes declaraciones al canal Hispan TV, el analista y colaborador de El Viejo Topo, Higinio Polo, subrayó que el denominado terrorismo yihadista fue una creación de Estados Unidos; «Bin Laden trabajó para la CIA, Al Qaeda fue creada por Estados Unidos y Daesh se fortaleció gracias al plan norteamericano para derrocar al gobierno de Siria; además, Daesh ha recibido ayuda, financiación, información y armas de aliados estadounidenses como Arabia Saudí, Turquía e incluso Israel». El analista resalta que, con frecuencia, Estados Unidos ha promovido grupos terroristas «que a menudo cambian de nombre, aparecen y desaparecen, con el fin de conseguir sus objetivos políticos: acosar a gobiernos que les disgustan». En consecuencia, el terror yihadista «no es responsabilidad de la población musulmana de Oriente Medio y del mundo».
La exsecretaria de Estado y excandidata a la presidencia estadounidense, Hillary Clinton, reconoció la vinculación durante una entrevista en el canal Fox News. «Cuando la Unión Soviética decidió invadir Afganistán, tuvimos la idea de ir a Pakistán y crear una fuerza de muyahidines; les equipamos y les dimos misiles para que se enfrentaran a los soviéticos; y tuvimos éxito». En cuanto al avance del Estado Islámico, Hillary Clinton reconoció en una entrevista a The Atlantic, reproducida en agosto de 2014 por el canal ruso RT, el «fracaso» en la construcción de una «fuerza de combate creíble» con quienes protestaban contra el presidente sirio, Bashar al Assad; ello dejó un «gran vacío», que los grupos yihadistas «ahora han llenado». Por otra parte, hace un año el candidato Trump acusó en plena campaña electoral a Obama y a la candidata Clinton de ser «cofundadores» del Estado Islámico.
En marzo de 2016, dos atentados del Estado Islámico en Bruselas terminaron con 35 muertos. Sólo tres días después, el Gobierno de Bélgica anunció el envío de cazas F-16 para bombardear posiciones del ISIS, informó la Agencia Efe. El tipo de respuesta no es baladí. En un artículo publicado en el diario digital Público, la politóloga Nazanín Armanian recuerda que tras cada atentado que tiene lugar en Occidente, se decide el ataque con bombas contra un Estado estratégico, «que para más inri no había sido el país natal de los terroristas». Si la mayor parte de los terroristas del 11-S procedían de Arabia Saudí, la respuesta consistió en bombardear Afganistán. «La mayoría de los autores de los atentados de París eran franceses; no obstante, Hollande envío a sus cazabombarderos a matar sirios». Y Bélgica, sede tanto de la OTAN como de las instituciones europeas, procede del mismo modo. «Es como si Bashar al Assad bombardeara Bélgica, Francia, Arabia Saudí, Catar o Turquía, alegando que son sedes de las células yihadistas que atacan a su país», explica la analista, que concluye el artículo mencionando otro tipo de terror: «Al menos 60.000 personas mueren cada día de hambre por el terrorismo económico-político».
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