Izquierda Unida afronta el próximo mes de diciembre una asamblea decisiva para su continuidad como proyecto político. Los que participamos en su desarrollo e impulso durante muchos años, vemos con profunda tristeza como se ha dilapidado, poco a poco, su tremendo capital político y la posibilidad de ocupar un espacio político propio a la izquierda […]
Izquierda Unida afronta el próximo mes de diciembre una asamblea decisiva para su continuidad como proyecto político.
Los que participamos en su desarrollo e impulso durante muchos años, vemos con profunda tristeza como se ha dilapidado, poco a poco, su tremendo capital político y la posibilidad de ocupar un espacio político propio a la izquierda del PSOE en torno al 10- 15% del electorado.
IU nació al calor del referéndum sobre la OTAN, tratando de ofrecer una alternativa a la crisis del PCE tras la derrota de 1982 ante el voto útil al PSOE.
Los primeros resultados electorales se consideraron insuficientes y le costó la cabeza a Gerardo Iglesias, otra víctima del cainismo de IU, recurriendo entonces a un Julio Anguita figura emergente como Alcalde de Córdoba y promotor de Convocatoria por Andalucía.
La etapa de Julio Anguita, no fue fácil y está llena de luces y sombras, pero nadie puede negar que haya sido el momento en que IU consigue sus mejores resultados electorales.
IU mantiene con Julio Anguita un discurso discutible para una parte de la izquierda, pero ético y coherente, identificable por el electorado, manteniendo el «hilo rojo» de la tradición comunista, acompañada del verde ecosocialista, y el morado de la igualdad de sexos.
Se plantea como objetivo convertirse en el crisol donde confluyan los distintos movimientos a la izquierda del PSOE, desde el respeto a la pluralidad de sus componentes, tratando de dirigirse mediante una dirección colectiva y bajo el principio del consenso.
Algunos analistas, hoy, al analizar la crisis de IU ocultan la realidad de los resultados electorales de esta época de Julio Anguita: 13,44% en las Europeas del 94 con 2,4 millones de votos; 11,68 en las Municipales del 95 con 2,5 millones de votos y 10,54 en las Generales del 96 con 2,6 millones de votos.
IU, tras la victoria del PP, no sabe adaptar su política a la nueva situación y mantiene un discurso en el que continúa situando en la misma orilla al PSOE y al PP, que se percibe así con el apoyo mediático y también por los gestos de confraternización entre Julio Anguita y Aznar.
IU, empujada por Anguita, cae en el error de provocar la expulsión de Nueva Izquierda y la anterior dirección colectiva pasa a ser poco a poco un partido clásico con un liderazgo único.
En el 2000 se recurre a Paco Frutos como cartel electoral ante el segundo infarto de Anguita y coincidiendo con la crisis del PSOE se realiza un pacto con Almunia que permite frenar solo en parte el desplome electoral anunciado en las encuestas.
Gaspar Llamazares surge como alternativa, apoyado por Anguita, molesto con el pacto Frutos-Almunia, pero Llamazares obtiene una victoria pírrrica en la Asamblea a costa de dinamitar el PCE y de pactar con corrientes y «sensibilidades» totalmente contrapuestas, desde Alonso Puerta hasta Javier Madrazo y las corrientes más nacionalistas de IU.
El modelo de dirección se convirtió, todavía en más personalista ante la necesidad de dar a conocer al nuevo «líder» y también por un cierto complejo de inferioridad de su equipo, muy celoso de aquellos dirigentes que pudieran tapar mediáticamente al Coordinador.
Todos estos procesos de desgaste internos han debilitado a la organización en querellas inacabables con la aparición en todos los ámbitos de grupos de presión, de familias, más preocupadas de mantener el control sobre su territorio de actuación, municipal o regional, que de hacer política de estado, la Ejecutiva de I.U. dejó de ser un referente para la organización, sustituyéndose por las declaraciones en los medios del Coordinador General.
En estos cuatro años el PSOE resurge con el liderazgo de Zapatero, mientras que IU no reacciona, continuando al tran- tran de un discurso previsible y obvio, no acompañado con la reconstrucción de su tejido organizativo ya muy debilitado tras la última etapa de Anguita.
Ante un PP cada vez más radicalizado en su apoyo a la guerra preventiva, el PSOE de Zapatero amplía su espacio electoral por la izquierda, su capacidad de influencia en los medios de comunicación convierte en invisible a IU.
El 14 M se confirma el vuelco electoral, desgraciadamente empujado por la barbarie terrorista del 11 M; IU se dio de bruces con su realidad electoral, confirmada posteriormente en las elecciones Europeas, pero el equipo dirigente actual continúa enrocado en una actitud incomprensible y suicida para cualquier formación política.
Esta Asamblea es posiblemente la última oportunidad de IU para rehacer su capacidad de ilusionar de nuevo a esos 2,6 millones de electores que en algún momento votaron a IU.
Es unánime en toda la organización la demanda de una dirección colectiva, donde el coordinador general sea un coordinador que comparta el protagonismo con otros miembros de la dirección, donde se recuperen las Áreas sectoriales, con sus portavoces de medio ambiente, de mujer, de juventud, economía, política social.
En IU no sobra nadie, pero falta capacidad de dialogo y tolerancia hacia las posturas diferentes, falta capacidad de ceder protagonismo al que discrepa, y sobre todo falta recuperar democracia interna, constantemente vulnerada por las direcciones de IU, pero también por las corriente minoritarias que no respetan más que su verdad.
IU tiene que mantener su propia identidad y ser capaz de pactar con el PSOE puntualmente para desarrollar políticas sociales más progresistas y cerrar el paso a un nuevo gobierno del PP, pero evitando ser fagocitada por el PSOE.
La posible desaparición o marginalidad de IU sería una mala noticia para la izquierda de este país, que dejaría además al PSOE, ya definitivamente, cautivo de los partidos nacionalistas.
Se trata quizás de pedir un imposible, que todas las familias y corrientes piensen en IU y la necesidad de renunciar parcialmente a sus banderías para reconstruir un proyecto de punto de encuentro y convivencia para los partidos y movimientos que se sitúan a la izquierda del PSOE.