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IU y sus alienígenas

Fuentes: Rebelión

Es un tipo de comportamiento procíclico similar al de las agencias de calificación; cada vez que crecen las expectativas electorales de Izquierda Unida, cada vez que su discurso logra alcanzar su objetivo, o sea, ser escuchado, algo ocurre en su interior que entorpece y lastra esas posibilidades de crecimiento. Es decir, el crecimiento de IU, […]

Es un tipo de comportamiento procíclico similar al de las agencias de calificación; cada vez que crecen las expectativas electorales de Izquierda Unida, cada vez que su discurso logra alcanzar su objetivo, o sea, ser escuchado, algo ocurre en su interior que entorpece y lastra esas posibilidades de crecimiento. Es decir, el crecimiento de IU, siempre lleva aparejado el inmediato despertar de su inevitable y autodestructivo alien, esa criatura que emerge de forma viscosa, y muchas veces también incomprensible, para expandir el caos y la parálisis.

No viene a cuento hacer aquí una enumeración histórica de episodios de sabotaje, por lo demás siempre discutibles de debatir (y ya sabemos de lo que en la izquierda somos capaces cuando nos ponemos a debatir de sabotajes), no obstante, y sin remontarnos a las épocas de «Papá, cuéntame otra vez»…, podríamos ubicar el conflicto de Nueva Izquierda como un antecedente claro de qué tipo de fenómenos acontecen cuando el viento hincha las velas de IU.

Para quienes padecemos un cierto síndrome de persecución, la primera pregunta que viene a nuestras cabezas de chorlito es, ¿andará el PSOE detrás de esto? Si conseguimos superar ese pánico escénico, reflexionando y haciendo recuento acerca de la cantidad de ocasiones que, pensando mal, finalmente no hemos acertado…, podríamos continuar haciéndonos preguntas, ¿y qué puñetas ocurre ahora? ¿Será que algunos miembros/as, de la anterior dirección de IU, no consiguen estabilizarse en un escenario nuevo, allende los «oropeles»?

En lo personal, y después de reconocerme incapaz de encontrar otro tipo de causas, me voy inclinando por la inadaptación al nuevo escenario como la razón de mayor enjundia. Y me cuesta dejar el asunto ahí, quizá por aquello de que nunca he estado en niveles de responsabilidad política y, por tanto, me creo bastante incapacitado para comprender las secuelas añadidas que se derivan de un proceso de descompresión; fase obligada que sobreviene a un largo periodo de inmersión en las tibias aguas del poder.

Hoy, cuando IU y sus circunstancias se disponen a celebrar la Asamblea de Refundación, según mandato de la IX Asamblea federal, surge una suerte de batallita con migas de pan (no podría tratarse de otra cosa en medio de la hecatombe social y económica a la que estamos siendo abocados), se oyen voces pretendidamente iconoclastas que van configurando un peculiar coro de enfants terribles, sobrevenidos de aquí y de allá, montando su muy particular guerra, no a base de cockteles Molotov, ¡por favor!, y sí con un buen surtido de pompas fragmentarias. Hagámonos la pregunta de Agatha Christie, «¿a quién beneficia el crimen?», es decir, ¿a quién beneficia esta fragmentación?

El momento quizá esperado por estos «jóvenes airados» para su rutilante eclosión, será la dichosa Asamblea de la Refundación de IU, pues será el contexto adecuado para concentrar efectivos y elevar una buena ensalada de agravios y citas. Lo cierto es que, puestos a tocar las narices, lo tienen fácil, pues la Refundación, depende de los apriorismos con los que se afronte, puede servir para lo divino o para lo humano, para un roto o un descosido, para un tinto con sifón o un whisky de malta con agua de Vichy…

Aflorarán también los dobles discursos, ¡faltaría más que a esta especie de broma infantil y pepona le faltara su oportuna literatura! No obstante, hoy como ayer, la pregunta que no obtendrá respuesta es, ¿por qué lo llaman proyecto, cuando quieren decir chiringuito?, el suyo, por supuesto, y el de su gran hermano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.