Ahora que algunos sesos privilegiados se preguntan cómo encauzar políticamente a las hordas de indignados que hemos tomado las calles, la máxima dirigencia de Izquierda Unida pone los puntos sobre las íes: nosotros somos también parte sustancial de este tinglado al que llaman democracia y no lo es. IU fue otrora la esperanza de la […]
Ahora que algunos sesos privilegiados se preguntan cómo encauzar políticamente a las hordas de indignados que hemos tomado las calles, la máxima dirigencia de Izquierda Unida pone los puntos sobre las íes: nosotros somos también parte sustancial de este tinglado al que llaman democracia y no lo es. IU fue otrora la esperanza de la izquierda transformadora en este país. Era la heredera principal de las luchas contra la OTAN y del sacrificio de generaciones enteras de militantes del PCE y otros grupos significativos de la izquierda antifranquista. Ahora está gobernada, calculadora en mano, por un conglomerado de oportunistas que viven de la política, que jamás exhibirán la decencia del que fue coordinador general de IU de Extremadura, Manuel Cañada, que abandonó la poltrona para irse primero al paro y después al telemárquetin.
¿Cómo es posible que los máximos dirigentes de IU hayan sido comparsas tan lamentables del huracán mediático contra la muy sensata decisión de las bases de la organización extremeña de no apoyar a ninguna de las dos patas del partido único bicefálico? El PSOE ha perdido más de un millón y medio de votos, de los cuales menos de un tercio han ido al PP y una parte pequeña a IU. Al tiempo, decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas indignados no votan, votan nulo, se manifiestan y dicen una y otra vez que el monstruo de dos cabezas, el montaje del poli bueno y el poli malo, el puñetero PPOE no los representa. Me consta que muchos de los indignados de Extremadura tienen o han tenido una relación sustancial con IU. Y muchos de los votantes de IU en la región están hasta el moño del chiringuito corrupto y prepotente del PSOE del neoliberal y chulesco Fernández Vara.
¿Y ahora nos vienen con vainas de no dejar que gobierne la derecha? ¿Ahora que el PSOE ha sacado adelante la reforma (¿o más bien destrucción definitiva?) de la negociación colectiva con el apoyo de las derechas regionalistas? ¿Qué pasa, que el voto de IU contra esta reforma, que coincide con el del PP, es otro episodio de la pinza?
Ya en los años noventa había un fuerte debate interno en Izquierda Unida acerca de si el PSOE era o no la izquierda. Han sido legión los infiltrados de la casa común que han dinamitado desde dentro la principal organización de la izquierda de este país, la única potencialmente peligrosa porque, en un momento dado, podía estar preparada para acumular fuerzas de verdad y convertirse en un problema para la gran maquinaria de robar. Así que, al tiempo que se demonizaba a los dirigentes que decían la verdad sobre el supuesto izquierdismo del PSOE, unos cuantos profesionales apoyados por los medios de comunicación pugnaban por naturalizar permanentemente el rollo ese de «cerrar el paso a la derecha», un maloliente «no pasarán» que luego se premia con ascensos meteóricos a ministra y desvergüenzas por el estilo.
La ciudadanía más despierta percibe esto. Y ahora, los jefes federales de IU demuestran que su oposición al atraco neoliberal y corrupto que está perpetrando el partido del gobierno es sólo de boquilla, porque quieren garantizar que la organización nacida de la fuerza del histórico PCE sea por siempre la muleta patética del PSOE, es decir, la tercera marca en plan rebelde light del sistema. ¿Qué alternativa se va a construir así? ¿Cómo puede Cayo Lara dar la razón de manera tan evidente a los que lo increpaban cuando se sumó a una manifestación contra un desahucio?
Menos mal que todavía queda la sensatez de las bases en una parte importante de la organización. Ojalá se produzca esa famosa refundación de Izquierda Unida que, a lo que se ve, en sus altas esferas de pacotilla se ha quedado en nada. Ojalá la aguerrida militancia extremeña, que ha dado dirigentes de la talla intelectual y moral de Cañada o Víctor Casco, y la de muchas de las otras organizaciones de la federación rompan de una vez el lamentable poder de brazo de madera y calculadora en mano que eterniza como dirigentes a una impresentable caterva de mediocres enganchados a la poltronilla y que, antes o después, recibirán de la caverna del PSOE el pago a los servicios prestados.
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