La izquierda vasca constituye una realidad política bien asentada y madura. Recoge sensibilidades y prácticas diferenciadas que coinciden en su apuesta clara por la independencia y el socialismo. Algunas de estas corrientes tienen casi ochenta años de vida (Acción Nacionalista Vasca, nacida en 1930). Las demás son más recientes y se van configurando como movimiento […]
La izquierda vasca constituye una realidad política bien asentada y madura. Recoge sensibilidades y prácticas diferenciadas que coinciden en su apuesta clara por la independencia y el socialismo. Algunas de estas corrientes tienen casi ochenta años de vida (Acción Nacionalista Vasca, nacida en 1930). Las demás son más recientes y se van configurando como movimiento de izquierda en la segunda mitad del S. XX. Uno de los factores que favorecen su consolidación es la pretendida Transición, operación estratégica diseñada por el franquismo para garantizar su continuidad reconvertido en una «Monarquía representativa».
Perspectiva histórica
La expresión más clara de este nuevo modelo de Estado es la imposición en 1978 de la actual Constitución española que fue rechazada en Euskal Herria. Se presentó como el resultado de un solemne Pacto de Estado entre las diversas fuerzas políticas que se adhirieron a él. Fueron pocos los sectores que rechazaron esta falsa transición. El más referencial, y también el más combatido, fue el que se conoció desde entonces como izquierda vasca; reclama la soberanía de nuestro pueblo frente a un modelo de Estado que no admite más soberanía que la del pueblo español: reafirma el derecho a decidir de los vascos frente a una Constitución que nos niega el derecho la libre determinación; aboga por un modelo republicano frente a un Estado que concede a la Monarquía el rango de Jefatura de Estado; apuesta por un sociedad socialista, igualitaria, garante y gestora de los recursos naturales frente a un modelo económico capitalista, burgués y, ahora, globalizado.
Semejante alternativa al modelo social, económico y político heredero del franquismo se convirtió en una seria amenaza a la estrategia del régimen. No se trata de una fuerza que aspire a derrotar al Estado pero sí a desenmascararlo y a exigirle un cambio de marco. Quienes diseñaron la falsa transición y quienes se adhirieron a ella no podían permitir la existencia de una izquierda asentada y organizada que se opusiera a la Reforma franquista. La izquierda vasca era un pésimo referente que, con armas y con razones, desenmascaraba a los impostores. Estos creyeron que lo tenían muy fácil ya que la izquierda vasca estaba muy localizada y, aunque tenía, una amplia base social, no era un movimiento mayoritario. Creyeron que una acción combinada contra aquel reducto de rebeldes doblegaría pronto su oposición. Por suerte, se equivocaron. La izquierda ha demostrado una gran capacidad de organización, firmeza en sus convicciones, coherencia con sus principios, supervivencia al acoso, fortaleza frente a la represión, creatividad para ir aportando alternativas a los problemas fundamentales
Cada día que pasa sin conseguir acabar con la izquierda vasca es una victoria de ésta y una derrota de sus perseguidores.
Coyuntura actual
Otro de los rasgos de la izquierda vasca ha sido y sigue siendo su voluntad negociadora. Es consciente de que hay que llegar a un punto de entendimiento con el Estado que siente las bases para un marco verdaderamente democrático. Esta voluntad se ha expresado de muchas formas. La izquierda vasca ha hecho continuas invitaciones al Estado para que deponga su opción represiva y apueste por la negociación. Consecuente con este principio, ha aceptado todos los espacios de diálogo que se han abierto: en Argel con Felipe González, en Suiza con Aznar… En este contexto negociador hay que situar las actuales y fracasadas conversaciones con el Gobierno de Zapatero.
Todos los intentos negociadores han finalizado sin acuerdo. Han supuesto un avance en el sentido de que han permitido abrir espacios de negociación política, pero, al mismo tiempo, han supuesto un grave costo para la izquierda vasca. Cada vez que el Gobierno español fracasa en su intento de ahogar la discrepancia frente a su modelo de Estado, reacciona incrementando la represión contra sus ex interlocutores. Ocurrió tras la ruptura de Argel, tras el fracaso de Suiza y está ocurriendo ahora tras el reciente fracaso. En ese contexto hay que situar el furor represivo que ha desatado el Gobierno de Madrid contra la izquierda vasca contando con la inestimable colaboración del de París.
Todas las medidas de castigo que están activando tratan de conseguir varios objetivos: desmoronar la fortaleza y coherencia de la izquierda, crear fisuras internas en sus bases sociales, aislarla socialmente y conseguir que todas sus energías se centren en hacer frente al ciclo represivo. Los aliados incondicionales del Gobierno español -el PNV- inciden en estos objetivos intensificando la persecución y reiterando el mensaje de que la izquierda ha desperdiciado una oportunidad de oro.
Un nuevo ciclo político con perspectivas alentadoras y de futuro.
En estas circunstancias, la izquierda se ha puesto en marcha para recorrer un nuevo ciclo político. Ante cientos de seguidores que se reunieron el día 8 de septiembre, sus dirigentes anunciaron los que van a ser sus ejes de actuación durante esta nueva etapa:
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Hacer frente a la oleada represiva y responder desde la calle a cada una de las agresiones de que está siendo objeto. Pero no quiere quemar sus energías en un mero ejercicio defensivo y antirrepresivo.
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Reafirmarse en los compromisos adquiridos y mantenidos desde su nacimiento «No van a conseguir movernos un milímetro de los compromisos adquiridos con la libertad de este pueblo».
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Desenmascarar el nuevo fraude político que prepara el Gobierno español con la colaboración del PNV y Nafarroa Bai: un lavado de cara del actual marco estatutario; cambiar algo para que no cambie nada; repetir la misma trampa de hace treinta años que todavía nos tiene enfrentados.
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Pasar de la denuncia al anuncio positivo: Trabajar incondicionalmente en la creación de un marco democrático en el que puedan resolver las diferencias mediante la negociación y el respeto a la voluntad popular.
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Construir y extender día a día el proyecto político de izquierda para acumular sectores que se sientan identificados con él.
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Trasladar a la sociedad la esperanza y el optimismo que impregna a la izquierda vasca.