En las últimas fechas surgen como hongos nuevas plataformas e iniciativas que se reclaman de la izquierda, dispuestas a ofrecer alternativas al status quo político existente en Euskal Herria. Resulta obligado darles la bienvenida y esperar de ellas un esfuerzo para superar la fragmentación que vive todo el sector social partidario de cambiar la sociedad, […]
En las últimas fechas surgen como hongos nuevas plataformas e iniciativas que se reclaman de la izquierda, dispuestas a ofrecer alternativas al status quo político existente en Euskal Herria. Resulta obligado darles la bienvenida y esperar de ellas un esfuerzo para superar la fragmentación que vive todo el sector social partidario de cambiar la sociedad, de meter la tijera contra los excesos del capitalismo ramplón que padecemos y de, en un futuro, construir un nuevo modelo económico y social, basado en la solidaridad, la justicia y los valores éticos, en vez de en la rapiña, la avaricia, el despilfarro, el consumismo y la acumulación fácil de dinero en manos de unos pocos bolsillos.
Ahora bien, una cosa es el discurso público que se centra en la pretensión de configurarse como alternativa al modelo actual, y otra poner las bases necesarias para lograr ese fin. La querencia hacia el poder es una característica muy común en cierta izquierda, que cuando se le presenta una encrucijada, suele optar por arrimarse a las instituciones en vez de hacerles frente desde la calle, las fábricas, en definitiva, desde la sociedad real.
Alternatiba Eraikitzen o Ezkerra Bizi-Bizi son propuestas respetables que deben demostrar con los hechos sus verdaderas intenciones de construir un espacio de izquierda en Euskal Herria. No basta con salir a la palestra a dar cuenta de la elaboración de un documento teórico más o menos brillante. Ni tampoco con agrupar distintas sensibilidades en torno a algunas caras conocidas. El trabajo de la izquierda debe basarse en su participación institucional, por supuesto, pero sobre todo en la activación de dinámicas de base en los barrios, en los centros de trabajo, y en el seno de los sindicatos, asociaciones y movimientos sociales. En definitiva, en apostar por los valores alternativos del pensamiento socialista, entendiendo el término sin contaminaciones interesadas y en su primitiva y radical acepción.
Las trayectorias de tantas izquierdas que han acabado de muletillas de apoyo al PNV o al PSOE como se ha visto en el Gobierno Vasco, la Diputación de Araba o el Ayuntamiento de Donostia, nos debe hacer reflexionar sobre su capacidad de generar nuevas propuestas. No se trata de descalificar a todo aquel que haya realizado un pacto de gobierno con la derecha (y para el caso tan derechas son PNV como PSOE), sino de separar el trigo de la paja y comenzar a construir desde bases sólidas y no imitando operaciones de marketing que tan sólo pueden conducir al desencanto y la frustración. El ejemplo de Javier Madrazo ofreciendo su apoyo personal y político a Miren Azkarate, responsable de tantos despropósitos en los últimos meses, es una buena muestra de lo que quiero señalar. Es necesario romper con esas inercias, heredadas de tantos años de compadreo en el seno del poder institucional, tanto en Gasteiz como en Iruñea.
La configuración de Alternatiba Eraikitzen, con un discurso crítico hacia el poder y que toma como marco de referencia de actuación Euskal Herria, supone una apreciable novedad en las turbias aguas de Ezker Batua y aledaños. El primer paso hay que considerarlo positivo, pero habrá que ver como se desenvuelven sus promotores en el medio plazo. Qué posición adoptan ante asuntos tan espinosos como el derecho a la independencia nacional, la cuestión territorial, la persistencia de la lucha armada, los 761 presos políticos vascos o su propia política de alianzas.
Muchos somos los que coincidimos en señalar que nos encontramos en el final de un ciclo político de 30 años, basado en la Constitución, el Estatuto y el Amejoramiento, aderezado con altas cotas de represión, con buenas dosis de corrupción y en el que ha prevalecido la prepotencia de los partidos hegemónicos, llámense PNV, PSOE, UPN o UMP.. Un ciclo agotado y amortizado que debe acabar para dar paso a uno nuevo en el que todas las opciones políticas dispongan de los mismos derechos y oportunidades de desarrollarse y en el que se pueda llevar a la práctica el derecho a la autodeterminación, sin mayores cortapisas por parte de los Estados. Un ciclo que supere la actual confrontación violenta y dé paso a un escenario de paz verdadera, sin vencedores ni vencidos. Un nuevo ciclo que, en definitiva, abra la puerta a la configuración de una Euskal Herria más justa y más libre.
Aunar fuerzas en ese empeño debe ser una prioridad para todos aquellos que se mueven en el espacio de la izquierda nacional vasca. La configuración de un bloque popular independentista, que de solución desde la izquierda a los grandes problemas que sufre nuestro país, puede ser una de las llaves que desatasquen el bloqueo que padecemos desde hace ya demasiado tiempo. Sin embargo, para que ese empeño no sea baldío, habrá que dejar a un lado la permanente tentación que una parte de la izquierda ha mostrado por acomodarse en las cercanías del Poder. Adecuarse a la situación no es la mejor manera de superar la misma, sino más bien de mantenerla en el tiempo.
Otra cosa es que si en un futuro hay capacidad de construir esa alternativa de izquierda y se atrae hacia ella a una mayoría social del país, lo cual debe ser factible a medio plazo, se pueda aspirar a entrar desde esa posición mayoritaria en los distintos gobiernos e instituciones, pero no como meros apéndices del sistema, como ha ocurrido en la mator parte de las ocasiones anteriores, sino como impulsores reales de un nuevo modo de dirigir Euskal Herria desde criterios verdaderamente nacionales y de izquierda.