Mientras cae la imagen de la monarquía, acosada por los escándalos de corrupción que salpican a la casa real, se reabre el debate de la República
El 22 de julio de 2010, el juez José Castro decidió incluir los convenios firmados entre el gobierno de las Islas Baleares y el Instituto Nóos en los sumarios del Caso Palma Arena, uno de los muchos asuntos turbios que salpican la política española. En 2005, el Ejecutivo autonómico contrató con esta entidad sin ánimo de lucro la celebración de un foro de discusión sobre turismo y deporte. Nóos cobró 1,2 millones de euros y los resultados fueron discretos. El responsable de Nóos es Iñaki Urdangarín, esposo de Cristina de Borbón, hija de Juan Carlos I.
En los meses siguientes el país asistió a un goteo constante de datos, cifras y evidencias que ponen a Urdangarín en mal lugar. Nóos ha facturado unos 5,8 millones a instituciones públicas por eventos y documentos que, en algunos casos, ni existieron. Fue el principio de un sumario de malas noticias para la familia real que incluye la célebre cacería de elefantes, presuntas amantes que ocasionan gastos millonarios o herencias depositadas en cuentas suizas.
El debate por el modelo de Estado siempre ha estado presente en España. Lo inédito es que haya pasado a la calle. Ha salido de las facultades, las tertulias de sobremesa y las charlas de amigos. Hablar del tema se ha convertido en algo cotidiano. La monarquía, según el último barómetro publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas, obtiene un 3,68 sobre 10 de nota por parte de los ciudadanos y sólo supera a la Iglesia Católica, la Justicia, el gobierno y el Parlamento. Hace apenas unos años, era una de las instituciones mejor valoradas.
El descontento ha salpicado a una institución que, en las últimas décadas, se había mantenido al margen de las críticas. «Esto se percibe en la calle. Hay manifestaciones casi todos los días en repulsa de las reformas neoliberales y en todas están presentes las banderas republicanas», señala Carlos Enrique Bayo, director del diario Público. «Es evidente que el prestigio de la monarquía se ha reducido de tal forma que ya el debate no es si hay que continuar con la institución o no, sino el modelo de república que se necesita», sentencia el periodista a Debate.
3,68 es la nota que los españoles dan a la casa real. El rey reprueba.
5,8 millones de euros facturó el Instituto Nóos a instituciones públicas.
50,4% cree necesaria una consulta sobre el modelo de Estado.
57,8% de los jóvenes entre 18 y 29 años se declaran republicanos
Desde los dos grandes partidos no se ha tardado en acudir en auxilio del monarca. El portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, considera esta crisis como «coyuntural e injusta». Según declaró a medios españoles, la monarquía es una «institución básica para la democracia que ha demostrado sus servicios a lo largo de la Historia». Según el dirigente del PP, «después de la tempestad vendrá la calma y lucirá el sol».
Desde el PSOE se reconoce que «se han cometido errores», pero la cúpula socialista sostiene, en palabras de su vicesecretaria general, que la institución «ha hecho un trabajo espectacular desde la Transición». Elena Valenciano añade que pese a que el PSOE hunde sus raíces en la «tradición republicana» hay que centrar los esfuerzos en impulsar las «reformas» que conviertan a la casa real en la «Monarquía del siglo XXI» y pueda ejercer «su responsabilidad con la mayor ejemplaridad».
Pero hay fisuras. Hace apenas unas semanas, el primer secretario del Partido Socialista Catalán (grupo regional del PSOE), Pere Navarro, incidió en la necesidad de una abdicación para que el príncipe Felipe liderara una «segunda Transición» que permitiera afrontar «con mejores garantías los cambios que requiere el Estado». La organización juvenil socialista en Valencia va más allá y pide la apertura de un proceso constituyente. «El PSOE tiene miedo de asumir abiertamente estas tesis, pero ahí está nuestro papel como juventudes: el de apretar al partido para que se postule sin ambigüedades», declara a Debate José Enrique Muñoz, secretario general de Juventudes Socialistas de Valencia.
«Thomas Jeferson dijo que las constituciones se deben someter a votación cada treinta años para evitar que la ley de los muertos rija la vida de los vivos. Tenemos una Constitución que ha sido muy buena. Ha logrado cerrar heridas y dar estabilidad. Pero ahora necesitamos un nuevo pacto y replantear el modelo de Estado», indica Muñoz. «Hay un problema de legitimidad que afecta a la monarquía y han pasado más de tres décadas desde la aprobación de la Constitución. Es necesario renovar el pacto social para que los jóvenes se sientan parte del sistema», concluye.
Así, parece innegable que la casa real está atravesando una clara crisis de «cariño ciudadano» que está teniendo su reflejo más notorio en la resonancia social y mediática de las tesis republicanas. Siempre hubo partidarios de la República. Y muchos. Pero ahora se oyen más. Son una alternativa real. Ya no son una simple nota de color en las manifestaciones de la izquierda. O nostálgicos de un fracaso lejano en el tiempo.
Los números no mienten
En junio de 2012, un estudio realizado por Simple Lógica puso de manifiesto que el 50,4 por ciento de los españoles está conforme con la celebración de un referéndum sobre el modelo de Estado. El porcentaje de ciudadanos a favor de la consulta se dispara entre los jóvenes. El 73,1 por ciento de los encuestados entre 18 y 24 años se consideraba a favor de elevar la pregunta a las urnas frente al 35 por ciento de los mayores de 65. En diciembre de 2012, una encuesta publicada por el periódico El Mundo constataba que el 57,8 por ciento de los consultados entre 18 y 29 años se declara abiertamente republicano. Es cuestión de tiempo.
La crisis no ha hecho más que acentuar esta tendencia. «Se ha generalizado un rechazo al papel de la monarquía más allá del folclore, las cacerías de elefantes, la corrupción, las cuentas en Suiza o las relaciones dudosas del rey con ciertos empresarios», señala a Debate Carlos Rubiales, dirigente de Juventudes de Izquierda Unida. «Con el actual contexto de crisis generalizada se han roto todos los consensos que surgieron tras la dictadura. Y la casa real es el símbolo por antonomasia de ese modelo de país. Ahora, como máxima institución del Estado, está dentro de ese proceso de deslegitimación y cae junto al gobierno, las autonomías o la Justicia».
Eje del modelo. Ésa es la clave. La Constitución española declara, en su artículo 1.3 que «la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria». La Carta Magna enfatiza el papel del rey como «jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia» y le atribuye funciones de arbitraje y moderación de la acción institucional. Ninguna tiene valor político más allá de lo simbólico o testimonial. Y aun así, hay una parte importante de los españoles y españolas que considera que el crédito de la institución está agotado. ¿Qué ha pasado? «No es la primera vez que aparecen escándalos de presunta corrupción en los aledaños de la casa real», explica el dirigente del partido Izquierda Republicana Isabelo Herreros. Pero ahora la situación es distinta. «Tenemos más de seis millones de parados, y tres millones de españoles han caído bajo el umbral de la pobreza. En este contexto ha quedado al descubierto el funcionamiento corrupto del sistema político; y la gente ve que en la cúspide de ese entramado está la casa real», comenta Herreros.
Esta coyuntura no pasa inadvertida para la propia institución. Pero Juan Carlos I no contempla la posibilidad de abdicar. Algunos analistas insinúan que detrás de los ataques de algunos medios de comunicación de la derecha a la figura del rey no hay más que un intento desesperado por precipitar una sucesión que garantice la continuidad de la institución y frene una marea republicana que podría tener graves consecuencias para la elite económica del país.
«El rey tiene 75 años y está mal de salud. En estos momentos, algunos sectores están pidiendo la abdicación a favor de su hijo Felipe, pero el descrédito de la monarquía es tan amplio que en el caso de que en las próximas elecciones hubiera una mayoría proclive a la restauración de la República podría iniciarse el proceso», añade Enrique Bayo.
Mayoría republicana. Cualquier conocedor de la realidad política española de los últimos tiempos podría decir que eso es ciencia ficción. Uno de los grandes hándicaps del republicanismo en España es su fragmentación. Por eso han surgido organizaciones como la Junta Estatal Republicana, que pretenden «aglutinar a todo el movimiento social republicano para buscar una unidad de acción», aclara su presidenta Gloria Aguilar. «La República no viene, se trae, y sólo puede hacerse desde la movilización social y la creación de conciencia republicana. Por eso hay que lograr la unidad de acción de todos los grupos republicanos». El objetivo fundamental es «lograr la fuerza necesaria para impulsar el inicio de un proceso constituyente». Ya se ha integrado medio centenar de organizaciones que incluyen a partidos políticos, plataformas ciudadanas, asociaciones culturales o movimientos sociales.
Objetivo que ya no se percibe como algo lejano. «Si los acontecimientos siguen apuntando a un gran deterioro social e institucional no sería exagerado pensar en que de aquí a tres o cuatro años podríamos estar hablando de la Tercera República Española. Estamos ante una oportunidad histórica y tenemos que lograr que el viento sople a nuestro favor», apunta Herreros.
¿Cómo será la tercera?
«Cada uno tiene su modelo de República. Pero coincidimos en que ésta no consiste sólo en cambiar la figura del jefe de Estado; supone un modelo diferente que prima la democratización de la acción pública y la participación ciudadana», señala Gloria Aguilar, presidenta de la Junta Estatal Republicana.
El debate, en este punto, es amplio y rico. Para Carlos Enrique Bayo, director de Público, la discusión debe centrarse en «si se crea una república a la italiana o una a la francesa. Que el presidente tenga el poder máximo ejecutivo y tenga la capacidad de nombrar al gobierno o que sea un garante de la Constitución y del Estado de Derecho como ha hecho ahora Napolitano en Italia. Tal y como han venido las cosas dadas en Italia no parece eso una alternativa muy eficiente en el caso de que se fragmente la representación política en el Parlamento, que es a lo que apunta la realidad sociológica española».
Una república garantista, en todo caso. Aquí todos coinciden. «Es fundamental que la Constitución incluya derechos fundamentales como la Asistencia Sanitaria gratuita o la educación. Y que no sólo los regule, sino que se blinden desde el punto de vista constitucional», comenta José Enrique Muñoz, de las Juventudes Socialistas de Valencia. «Debe ser una república que supere el actual modelo social y económico», matiza Carlos Rubiales. El coordinador de Juventud de Izquierda Unida sostiene que el nuevo Estado debe controlar y regular el poder económico bajo «reglas democráticas». «Hay que superar la idea de República Liberal, porque lo verdaderamente importante es superar este sistema económico y político», afirma.
#Felipenoserásrey
Las redes sociales no son ajenas al clima de confrontación política que se vive, en estos momentos, en España. La crisis de legitimidad por la que atraviesa la institución monárquica no escapa a esta realidad que amplifica, de manera exponencial, las críticas de la ciudadanía. Uno de los puntos álgidos de este debate virtual fue la imputación de la infanta Cristina debido a que el juez José Castro consideró que había indicios de que la hija del rey había cooperado con su marido, Iñaki Urdangarin, en las actividades presuntamente delictivas del Instituto Nóos.
La reacción de la red, a través de Twitter, fue poner en duda el futuro de la casa real. El hashtag #Felipenoserásrey fue trending topic mundial durante cinco días.
En los últimos meses, se ha intentado blindar al príncipe Felipe, heredero al trono del reino de España. Los medios de comunicación de la derecha, amplia mayoría, han hecho un esfuerzo para aislarlo de la vorágine autodestructiva de la familia Borbón. Algún tertuliano ha llegado a decir, incluso, que el príncipe es socialdemócrata. El mensaje no ha calado. No hay más que hacer una búsqueda en los principales buscadores para darse cuenta de que esa estrategia ha fracasado.
A la hora del cierre de esta edición, saltaba la noticia de la retirada de la imputación a la infanta Cristina en relación con las actividades del Instituto Nóos. Una vez más, Twitter se convirtió en un volcán y el hashtag #infantacristina se colocó como uno de los trending topic de la jornada en España junto a #SiSepuede12m, una nueva llamada a la movilización con motivo del segundo aniversario del 15-M.