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José Martí: Realidades de hoy ante ideas martianas de ayer y de siempre

Fuentes: Rebelión

“Peleamos en Cuba para asegurar, con la nuestra, la independencia hispanoamericana”

Con la cercanía de un nuevo aniversario del natalicio de José Martí, reconocido como Héroe Nacional, este 28 de enero suscita meditaciones y análisis sobre la vigencia de su pensamiento ante las realidades de hoy. Por sus proyecciones siempre serán útiles sus ideas como escudo de la nación y de nuestra América.

Desde hace más de sesenta años los gobiernos estadounidenses han ensayado todo lo protervo para destruir a la revolución sometiendo al pueblo cubano, en aras de afectar su firme lealtad y apoyo, mediante acciones y agresiones militares y terroristas, diplomáticas, políticas, ideológicas, económicas, financieras, propagandistas y reclutamientos de aliados, vendidos, desertores y traidores.

No nos asombremos, pues Martí definió la misma estrategia del enemigo español de entonces, que coincide con la del enemigo yanqui de hoy y, por supuesto, la estrategia cubana de ayer y hoy : “A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos, burlarlo, hacer por fin nuestra patria libre. Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque”.

Siempre ha existido una minoría que ha manifestado su aversión por la revolución. Antes lo hizo rabiosamente promoviendo la subversión armada y violenta en todas sus formas, hoy lo hace subrepticiamente o en llamados verbales o escritos disfrazados suavemente o furibundos en las redes sociales, siguiendo los mandatos de las agencias conectadas con los ramales diversos del imperio.

Y como ocurría en el pasado ante el imperio, Martí fue preciso para entonces y para ahora: “Cuba es así, y hay rábanos y coles, nacidos en suelo cubano, que desconfían de su país (…)” “Esta clase de hombres que favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos (…) Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas a apoyar esta solución (…)”“El pecado no está en equivocarse de ruta, y creer que sea remedio lo que no lo es, sino en perpetuar el carácter flojo e indeciso”. “Los más sórdidos .”Los mas menguados e incapaces, los mas sórdidos,

e inútiles, los más serviles y mercenarios, befan o rebajan el sacrificio noble a que jamás ayudaron con sangre, ni bolsa, o que por cortedad de alma, no pueden entender ni amar”.

Cuba ha tenido que soportar en distintas épocas y circunstancias la labor de zapa de descontentos, resentidos y lamebotas con una idolatría casi innata por los Estados Unidos. Martí supo describir para todos los tiempos a la caterva de flojos, vendidos y etc., así como el valor de la mayoría de los cubanos: “Los que se miran flojos, y se ven flojos, todo lo tienen por flojo, lo mismo que ellos; sin ver que Cuba está ahíta de valor (…)” “No se da un paso en Cuba sin encontrar una virtud (…) En mi tierra hay todas las virtudes que se necesitan para hacerla por fin respetada y dichosa (…) porque la mayor parte de los cubanos somos buenos.”

“(…) Y en Cuba no peleamos por la libertad humana solamente; ni por el bienestar (…) ni por el bien exclusivo de la isla idolatrada, que nos ilumina y fortalece con su simple nombre: peleamos en Cuba para asegurar, con la nuestra, la independencia hispanoamericana.”

Las medidas adoptadas por la Revolución tuvieron como punto de partida, tal como afirmara Martí, en haber “sentado antes un principio: los intereses creados son respetables, en tanto que la conser­vación de estos intereses no daña a la gran masa común. Y otro principio deducido de éste, y afir­mado como verdad axiomática: es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.”

José Martí tuvo una trayectoria entregada a la causa de independencia cubana. Desde el exilio, la mayor parte en los Estados Unidos, luchó por Cuba y por los pueblos del Caribe y Latinoamericana. Fue escritor, periodista, poeta y educador brillante, pero la cumbre de su pensamiento político, ético y humanista le hace descollar como figura cimera ante el mundo. Y vio más lejos que sus contemporáneos. Pero no hay que asombrarse por el hecho de que quien era un alma sensible singular, muriera en combate, en caballo y con arma en la mano, con el grado de Mayor General, el 19 de mayo de 1895. Había desembarcado en Cuba, por un remoto lugar conocido por Playitas de Cajobabo, en el territorio de Baracoa, el 11 de abril de ese año, junto al Mayor General Máximo Gómez y otros 4 expedicionarios. ¡Vaya odisea para inscribir indeleblemente en la historia!

Estimados lectores, mucho útil para la existencia humana podrá encontrarse en toda su prolija obra, pero sugiero, por la realidad de estos tiempos, el artículo La verdad sobre los Estados Unidos, iniciado con esta frase lapidaria: Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad de los Estados Unidos, nación a la que califica en el texto como “república autoritaria y codiciosa”. Y en párrafos se refiere también a aquellos que muestran “excesivo amor al Norte” y padecen de lo que calificara justamente como “yanquimanía”.

Como expresara antes de su desembarco en Cuba, tenía clara su misión como máximo líder del levantamiento armado, iniciado el 24 de febrero, cuando afirmara: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mi la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber (…) Yo alzaré el mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir, callado.. Para mí ya es hora. Pero aún puedo servir a este único corazón de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo”.

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Y finalmente, escribió un día antes de muerte, una confesión en la carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado, de fecha 18 de mayo de 1995: …ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo – de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se expadan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.”

Y a continuación reflexiona cómo considera que con la independencia de Cuba se impida que se abran los caminos de “la anexión de los imperialistas de allá y los españoles”. Caminos que se han de cegar: “y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia… Viví en el monstruo y le conozco las entrañas: — y mi honda es la de David.”

José Martí nos convoca todavía con esa honda de David a luchar por la libertad humaana, por la liberación de los pueblos y contra los monstruos que aún amenazan y agreden a nuestros países. Aún estamos en campaña y el descanso sólo será posible después de librado el combate victorioso.